Durante más de cuatro décadas Paz Errázuriz ha observado la realidad de la condición humana en Chile y la ha plasmado en un conjunto de series que se exhiben en la Fundación Mapfre, en la primera retrospectiva que se dedica a esta fotógrafa.
Aunque gran parte de su carrera se ha desarrollado durante la dictadura de Pinochet, reflejada en series como “Protestas”, el objetivo principal de Errázuriz no es traducir sobre papel fotográfico los asuntos de actualidad sino más bien “el de desestabilizar el orden visual normativo”.
Esa desestabilización está presente, en opinión del comisario de la exposición Juan Vicente Aliaga, en series como “Los dormidos”, de 1979-1980, en la que los protagonistas son personas que viven en la calle.
“Fue la primera que hice en la calle y responde a un sentimiento de agobio, a la sensación de que todo estaba dormido en la ciudad, en el país, frente a la violencia política”, ha recordado la autora, quien no se siente reportera gráfica.
Paz Errázuriz recibió el pasado mes de junio el Premio PhotoEspaña 2015 por el rigor, la empatía y el respeto con que ha retratado la vida social contemporánea, a través de grupos humanos tan dispares como sacrificados boxeadores, travestis estigmatizados, enfermos confinados en centros psiquiátricos, cuerpos desnudos esculpidos por la vejez, melancólicos tanguistas o personajes circenses.
Todos estos temas se encuentran representados en la exposición en unas imágenes en las que sobre todo le ha interesado a la autora “una búsqueda de la identidad”. “Me he sentido muy retratada en lo que yo retrato, hago autorretrato constantemente”, ha dicho.
El hecho de que hoy en día la gente no quiere ser fotografiada “y de que todo el mundo hace fotografía” ha llevado a la autora a distanciarse de “hacer personas”. “No quiero hacer personas”, ha señalado, y ha reconocido que se encuentra inmersa en un proceso de cambio.
“He trabajado con mucha intensidad y sigo haciéndolo, en la ceguera. No necesito ver a las personas sino esos ojos ciegos. Estoy experimentando esa nueva forma de mirar”, ha afirmado Errázuriz, a quien también le interesa trabajar con textos.
Su obra “no sería explicable sin el contexto político, social y cultural de Chile” desde la dictadura de Pinochet hasta el liberalismo actual, en opinión del comisario.
Su mirada se posa en la periferia, en los aledaños, en los comportamientos singulares y trae a sus imágenes la diversidad que hay en su país, “a los que ella no considera minorías sino grupos que han sido desplazados a las orillas”.
Uno de los aspectos que llamó la atención a Juan Vicente Aliaga de la obra de Errázuriz fue que en toda ella “es muy importante la relación entre el fotógrafo y el fotografiado”, existiendo una proximidad con él y con la comunidad.
Esto se aprecia en series como “La manzana de Adán”, una aproximación al mundo de la homosexualidad y el travestismo en Chile en la década de los 80 de la que se publicó un libro que fue censurado en su momento.
“Esa relación de convivencia, de compartir el tiempo, de reposo y de afecto se traduce en sus imágenes”, unas imágenes en las que está presente también la vulnerabilidad de sus personajes marginales.
Según Pablo Jiménez Burillo, director de Cultura de la Fundación Mapfre, en la fotografía de Paz Errázuriz no hay una mirada reivindicativa “sino más bien de ternura y comprensión con los retratados”.
En su opinión, es una de las fotógrafas más relevantes del momento con imágenes llenas de intensidades “muy humana y personal y en las que muestra aquello que no se ve cuando uno está en un país”.