Nunca antes el sector cultural perdió tantos puestos de trabajo en un solo año: 42.100 trabajadores menos en 2020, según los datos obtenidos de la Encuesta de Población Activa del Instituto Nacional de Estadística (INE). La consecuencia del año de la pandemia provocada por el coronavirus ha sido más destructiva que cualquiera de los cuatro años en los que la pasada crisis financiera esquilmó las cuentas del sector, entre 2009 y 2012. Aquel tramo se llevó por delante 120.700 empleos y lo más grave vino el segundo año, en 2010, cuando se quedaron sin trabajo 36.100 personas. De replicarse la inercia, en 2021 podrían superarse los 42.100 empleos perdidos el primer año del Covid-19.
Las 668.100 personas que trabajaron –como asalariadas o autónomas– en el sector el año pasado suponen una caída del 6% respecto a los 710.200 trabajadores registrados en 2019, cuando se marcó la cifra más alta de empleo en la cultura española desde que se tiene registro. Esta caída ha destruido el doble de empleo de lo que el sector es capaz de generar en un año. El volumen de empleo vinculado al ámbito cultural supuso en 2020 el 3,5% del empleo total en España.
Si en 2019 el estirón lo protagonizó la categoría de profesionales y técnicos del mundo artístico y cultural, con 388.500 personas empleadas, un año después la misma ocupación perdió 20.900 empleos. Los artistas creativos e interpretativos sumaron en 2019, 68.800 personas empleadas y un año más tarde se quedaron por el camino 14.700, hasta las 54.100. Los archivistas, bibliotecarios y conservadores crecieron levemente en 4.000 personas empleadas y el capítulo que más se reforzó fue el de los escritores, periodistas y lingüistas: de 72.100 a 82.500 empleados (un 12,6% más).
Entre las “actividades” –una categoría más detallada que la de la “ocupación” a la que acabamos de referirnos– más castigadas por la crisis económica provocada por la situación sanitaria destaca la de los trabajadores de las artes gráficas, grabación, reproducción de soportes, edición musical, fabricación de soportes y aparatos de imagen y sonido e instrumentos musicales. Es un dato más que incide en el cambio de uso y costumbre del producto cultural, centrado en las plataformas audiovisuales y el streaming. Sin embargo, y aquí está la paradoja, las actividades más dañadas son las dedicadas a las cinematográficas, de vídeo, radio y televisión, a pesar del auge de las plataformas en plena pandemia.
Los temporales, los más castigados
Aunque el empleo cultural se caracteriza por una formación académica muy superior a la media española (la educación superior llega al 71,9%, y en el conjunto nacional es del 45,5%), no evita la precariedad del sector. En 2020 este lastre se ha visto incrementado: los trabajadores asalariados han caído (un 9,4% menos), mientras que los no asalariados (trabajadores por cuenta propia) son los mismos. Los empleados con contrato indefinido se mantienen mejor que los temporales: los primeros apenas caen un 3,1% y los segundos se desploman un 24,3%. Importa recordar que el 66,8% del empleo cultural es asalariado, cifra muy inferior a la del total de España, que se sitúa en el 83,9%. El empleo no asalariado en cultura duplica al resto de España. La franja de edad que más ha sufrido el recorte es la comprendida entre los 25 y los 34 años. En el único tramo que ha creado empleo es el de mayores de 55 años.
Acabar con la precariedad que provoca la temporalidad es una de las reivindicaciones básicas del sector que no han sido atendidas todavía. En el diseño del famoso Estatuto del Artista figura la atención a la intermitencia como principal particularidad de estos empleos y excepción a la política fiscal general. El último Consejo de Ministros de 2018 aprobó el Real Decreto por el que se iniciaban las actuaciones para desarrollar el informe sobre el Estatuto del Artista para, entre otras cosas, acabar con la precariedad laboral del sector, que en 2020 se ha visto multiplicada. En 2019 el Congreso de los Diputados aprobó por unanimidad las 75 medidas que esperan desde entonces una categoría de ley para respaldar y proteger al sector cultural.
El ministro de Cultura, José Manuel Rodríguez Uribes, reconocía hace unas semanas, en un encuentro con Europa Press, que hará “medidas progresivas, resultado de un proceso dinámico”. Es decir, irá poco a poco. A pesar de la destrucción histórica de empleo cultural sufrida por el sector en 2020, la idea de Uribes no es rematar de urgencia el trabajo desarrollado durante la anterior legislatura, sino ir “tomando medidas hasta tener un cuerpo legal completo”. Esta declaración contradecía a la que realizó en junio de 2020, cuando aseguró que retomaría la puesta en marcha del Estatuto “con la máxima rapidez”. “Su completo desarrollo legislativo es uno de los desafíos que asumimos antes de la crisis y que, a pesar de este gran contratiempo [la pandemia] no abandonaremos”, dijo hace casi un año.
El Ministerio de Hacienda de María Jesús Montero ha estado implicado desde el origen de la redacción del Estatuto y gracias a ella han llegado medidas paliativas contra el Covid-19. De otra manera habría sido imposible diseñar el plan que reclaman los trabajadores culturales para poder sobrevivir ahora a la crisis económica provocada por la crisis sanitaria.
Desigualdad
Por sexo, la discriminación se mantiene y el 58,6% del empleo está en manos de los hombres, aunque la proporción de trabajadores que ha perdido su empleo es algo mayor a la de trabajadoras. Si se comparan los datos obtenidos en el año 2020 con los de 2019, en el caso de ellos se observa un descenso interanual del 8,1%, de 425.900 pasaron a 391.500 trabajadores. El empleo femenino se recortó en un 2,7% y de 284.300 mujeres con empleo se pasó a 276.600. La única actividad en la que las mujeres superan a los hombres es en la de bibliotecas, archivos, museos, edición de libros, periódicos y actividades editoriales: ellas son 47.700 y ellos, 38.400.
Por último, Madrid es de las comunidades que más empleo cultural destruyó en 2020, con un 5,1% menos (de 163.600 trabajadores a 155.200). La otra gran región donde se concentra el empleo cultural, Catalunya, sólo perdió un 1,8% (de 156.500 a 153.600 trabajadores). Las únicas comunidades autónomas que crearon puestos de trabajo en el sector fueron País Vasco, Galicia y la Comunitat Valenciana.