La tragedia del Taller de Precisión de Artillería de Madrid
El Taller de Precisión de Artillería de Madrid (TPA) fue uno de los proyectos estrella de la ciudad a finales del siglo XIX. Un diseño muy ambicioso que ocupaba siete edificios y jardines. Y el culmen de la modernidad arquitectónica, ya que fue una de las primeras edificaciones en las que se utilizó hormigón armado para su estructura. Madrid soñaba entonces con emular a Francia con sus edificios industriales- ya se había construido el Canal de Isabel II, también en la zona- y el TPA, que contó con grandes arquitectos e ingenieros municipales, era la mejor prueba para mostrarse como una verdadera ciudad europea.
Sin embargo, en noviembre de 2015, el ayuntamiento de Carmena decidió que, si no hay un cambio de última hora, el TPA pasará a la historia y su lugar será ocupado por viviendas de lujo. Es la conocida como Operación Chamberí y es también la tragedia, una más, de uno de los edificios emblemáticos de Madrid.
Una construcción histórica
El TPA fue construido en un solar que hasta ser comprado por el Estado era propiedad de Juan Maroto, marqués de Santo Domingo. Entonces aquella parcela, que limitaba con las actuales calles de Maudes, Alonso Cano, Modesto Lafuente y Raimundo Fernández Villaverde, 50 (por entonces llamada Paseo de Ronda) estaba en una zona limítrofe, prácticamente lo que se consideraba las afueras de Madrid, ya que no existía el barrio de Chamberí. Aquello era el Ensanche Norte, la zona por donde la ciudad crecía en el siglo XIX.
Desde hacía tiempo, el Ministerio de Guerra quería contar con una especie de laboratorio militar para que sus armas fueran más modernas y precisas. Para 1899 ya se había decidido esta construcción en la que, según se recoge en el archivo de la Villa de Madrid, se desarrollaría la tecnología militar más puntera de la época. Y los edificios que la albergaran, del llamado estilo neomudejar, deberían estar a la altura. A partir de 1907 todo el conjunto fue evolucionando hasta 1950 cuando se quedó tal y como está ahora. Por supuesto, los alrededores también habían cambiado.
Nunca fue protegido
EL TPA fue propiedad del Ministerio de Defensa hasta el año pasado cuando fue vendido por 111 millones de euros a una inmobiliaria de pisos de lujo. Hasta el verano de este año se mantuvo como centro de investigación y fábrica militar. Su desgracia, no obstante, había empezado años antes, concretamente en 1997 cuando el ayuntamiento del PP con el PGOUM de aquel año consideró aquella parcela suelo urbano. Muchos se frotaron las manos. Además, el TPA tampoco estaba protegido, ni por el ayuntamiento en su catálogo de Bienes Culturales, ni por la Comunidad de Madrid que no lo había declarado Bien de Interés Cultural (BIC).
Y es aquí cuando llega la gran tragedia y lo inexplicable: ¿por qué este edificio del siglo XIX no tenía ninguna protección patrimonial? Aquí hay que abordar la complejidad de las leyes de patrimonio y cómo están diseñadas.
A nivel estatal existe la Ley de Patrimonio de 1985, sin embargo, la competencia está transferida a las Comunidades Autónomas. En la Comunidad de Madrid rige desde 2013, aprobada únicamente por el Partido Popular, una nueva Ley de Patrimonio que, a la declaración BIC sumaba la declaración de Bien de Interés Patrimonial (BIP), que rebaja algunos grados la protección, por lo que sí garantiza que se puedan hacer determinadas obras. Por otro lado, el ayuntamiento posee el Catálogo de Bienes Culturales que protege dándole determinados niveles a los edificios según su Valor patrimonial, Valor Histórico, Valor Tipológico, Valor Urbano, Valor paisajístico, Valor botánico, y Valor de significado cultural.
Para que a un edificio le otorguen estas protecciones se tienen que llevar a cabo varios estudios que habitualmente encargan el consistorio y la comunidad. Son técnicos en patrimonio que analizan si los edificios cumplen con estos valores antes determinados. Y es cierto que sólo en Madrid capital hay 229 edificios con carácter BIC, pero en el caso del TPA, el único informe que detalla el valor histórico lo llevó a cabo la Asociación Madrid, Ciudad y Patrimonio, lo que ya muestra un desentendimiento por parte institucional.
Según este informe, el taller de artillería cumpliría sobradamente con los criterios: tiene más de cien años, tiene un valor arquitectónico por su estilo neomudejar, que es muy característico de Madrid, y es el edifico con estructura de hormigón armado más antiguo de Madrid (por eso, por ejemplo, no se podía tocar la estructura del Matadero). El jardín tiene árboles de más de cien años. Y además, siguiendo el Plan Nacional de Patrimonio Industrial, también cumple con los requisitos.
De ahí que asociaciones como Salvemos al TPA y la propia Madrid, Ciudad y Patrimonio hayan solicitado el Nivel 1 integral para la incorporación al Catálogo de Bienes Culturales del Ayuntamiento. También se ha solicitado el BIC, pero de momento con esta protección se salvaría la fachada y la estructura interior. Se podría cambiar el uso del edificio –podría convertirse en un centro comercial- pero no se podría vaciar ni mucho menos demolerlo.
Un tramitación deprisa y corriendo
Pero una vez más, el TPA ha salido perdiendo. Desde que comenzó la Operación Chamberí los trámites han ido a toda prisa. Para enero de 2015, la Comisión para la Protección de Patrimonio Histórico, Artístico y Natural del ayuntamiento ratificaba la operación que ya había aprobado la Comisión Local de Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid. En abril de este año, la operación quedaba firmada en el ayuntamiento y el 8 de mayo aparecía en el BOCM.
Sólo dos semanas antes de las elecciones municipales todo estaba cerrado. Es cierto que hubo un periodo de alegaciones hasta el 8 de junio que, como insisten desde las asociaciones, no sirvió para nada. El 6 de noviembre el área de Urbanismo Sostenible, ahora en manos de Ahora Madrid, daba el visto bueno y el 27 de ese mismo mes era aprobada en el pleno con los votos de Ahora Madrid (excepto de seis concejales), el Partido Popular y Ciudadanos. El PSOE votó en contra, pero el TPA quedó definitivamente condenado a su demolición.
“Lo que ha demostrado este caso es que la protección de los edificios es voluntad política, no es nada técnico. No hay una disposición clara, ni normativa ni nada. Lo ocurrido con el teatro Albéniz es porque lo ha decidido Paloma Sobrini [actual directora general de Patrimonio de la Comunidad de Madrid], pero si ponen a otro… No hay una regulación concreta”, admiten desde Madrid, Ciudad y Patrimonio. Precisamente, hubo protestas durante años para salvar al Albéniz y sólo se ha conseguido ahora con un cambio de dirección en Patrimonio, pese a que sólo le han otorgado el BIP, “que viene también de la ley de 2013 que no define claramente hasta donde llega la protección ni por qué. La propia ley no te aclara nada”, recalcan desde esta asociación.
Con el TPA ni siquiera hubo un plazo para debatir otras opciones que pudieran salvarlo. El colectivo Corazón Verde en Chamberí pidió en un comunicado un periodo de reflexión en el que también pudieran participar los vecinos. No hubo tiempo.
Un edificio para la Formación Profesional
Ante esta situación se encuentra ahora el TPA, con dos instituciones que no han sido capaces de proteger este edificio histórico, gran damnificado de una operación urbanística. “El ayuntamiento no está haciendo nada, le está interesando muy poco el patrimonio. La Comunidad parece que sí está un poco más interesada. Pero en Ahora Madrid, ¿cómo pueden actuar igual que el equipo anterior, ligado a constructores y empresarios y no a los ciudadanos?”, se preguntan desde MCyP.
Por lo que ha podido saber eldiario.es aún no hay licencia de demolición del TPA, pero desde las asociaciones ya se esperan lo peor y es más, denuncian que ya se están instalando las cargas de electricidad. Se lamentan por lo que se podría haber hecho con este edificio, “desde talleres para la Formación Profesional en sus naves a todo tipo de uso docente, social o educativo porque este barrio además carece de muchas dotaciones de este tipo. Aquí no hay solares”. Porque muy poco queda en Chamberí de aquella zona, casi campestre, en la que se construyó el TPA. Aquello era el final de Madrid. Hoy es prácticamente el centro. Y para este ayuntamiento, porque así lo ha aprobado, lo único que debe haber son viviendas de lujo y aparcamientos.