La Polla Records: antisistemas del ayer, antivacunas del hoy
“El nombre de La Polla Records salió porque decíamos mucho 'me cago en la polla'. Y 'records' no sabíamos que quería decir 'disco' en inglés, sino que lo pusimos por los récords de atletismo”. Son palabras del propio Evaristo Páramos, que cuenta cómo surgió la denominación ideada por cuatro jóvenes en Salvatierra, un pequeño pueblo en Álava, que luego sería coreada en todos los lugares del mundo. Por entonces, el cuarteto apenas sabía siquiera cuántas cuerdas tenía una guitarra, según palabras de su líder, pero eso no les impidió lanzarse al escenario para llenar plazas y bares locales. Así nació una de las bandas más emblemáticas del punk español.
La Polla Records regresó en 2019 para despedirse del todo. El grupo, que ya se creía inactivo, volvió a la carga con gira, disco y un documental: No somos nada, que llega a las salas este viernes 28 de enero. Su director, Javier Corcuera, es también el autor de otros grandes documetnales como La guerrilla de la memoria, sobre los combatientes antifranquistas después de la Guerra Civil; o Invierno en Bagdad, que se adentra en la guerra de Irak. “Para mí fue como un sueño, porque me he educado y crecido escuchando la Polla Records. Cuando surgió la posibilidad de hacer la película me apunté inmediatamente”, explica el cineasta a elDiario.es en conversación telefónica.
Corcuera cuenta que, en un principio, la película iba a narrar la gira de despedida pero al final se convirtió en otra cosa. “Acabó transformándose en la historia de la banda, con Evaristo hablando del presente y el futuro. Lo más interesante de La Polla Records es que atravesaron fronteras y generaciones desde un pueblo pequeño a todo el mundo”, aprecia el director.
El documental No somos nada cabalga entre imágenes de archivo y conciertos actuales para, a su vez, narrar la historia con entrevistas a dos de sus principales miembros: Evaristo y Abel, bajista. Ambos sirven de hilo conductor al mismo tiempo que se escuchan sus características canciones, marcadas por la crítica al fascismo o al capitalismo. Es el caso de Cara Al Culo: “Todos los fascistas viven (Cara al culo), por eso no ven más allá de su nariz”. La Polla ha sido bandera del inconformismo con el sistema, de luchar contra el orden establecido. Una idea que, en los últimos meses, parece haber encontrado el enemigo equivocado: las vacunas contra el coronavirus.
La promotora que organizó los conciertos del grupo, Last Tour, recibió una multa de 6.000 por incumplir las normas sanitarias en sus conciertos. No exigían ni el pasaporte COVID ni la mascarilla, pero no fue lo único. Páramos levantó una gran pancarta con el logo de la OMS tachado en mitad del concierto para, posteriormente, dejar paso a un colectivo antivacunas que subió al escenario para leer un manifiesto en contra del “pasaporte de la vergüenza”. Es decir: del certificado COVID. Todo ello, mientras gran parte del público intentaba acallar las voces con abucheos. Estas situaciones no aparecen en el documental, dado que está grabado previamente a la llegada del coronavirus.
Páramos se une así a la postura mantenida por otros artistas, como Miguel Bosé, Enrique Bunbury o Ouka Leele. Todos ellos han abrazado una cultura negacionista que no es precisamente actual, sino que se remonta a la divulgación del esoterismo y las religiones new age surgidas como respuesta a la decadencia de los dioses tradicionales.
“Detrás de este tipo de actitudes y posiciones está la idea central de que la ciencia y sus conocimientos no son de fiar. Que los resultados obtenidos mediante el uso del método científico son, en realidad, producto de la ideología dominante o del capricho de hombres y mujeres que, en laboratorios secretos, actúan como siervos del poder para atender las necesidades y deseos de los malvados que controlan el mundo dentro de una vasta y siniestra conspiración”, dice el escritor mexicano Mauricio-José Schwarz en su libro La izquierda feng-shui: Cuando la ciencia y la razón dejaron de ser progres (Ariel, 2017).
Un montaje para escuchar a todas “las pollas records”
Uno de los aspectos más interesantes de No somos nada es el tono humorístico que impregna casi todos sus minutos, con el vocalista señalando a un rebaño de ovejas y preguntándose de qué partido político serán o rompiendo constantemente la cuarta pared. “Evaristo empezó a jugar con el hecho de que se estuviera rodando un documental dentro de la propia película, y me parecía que venía a cuento. Era lo que correspondía con una banda como La Polla Records, que siempre ha sido juguetona y ha tenido el humor como parte de su identidad”, resalta Javier Corcuera.
También se abordan momentos delicados para la banda, como la muerte de Fernando Murua, que falleció repentinamente de un infarto cerebral. “Todo se habló de todo con naturalidad, porque todas las historias tienen sus momentos buenos y malos. Y esta nos la contó Abel en el mismo bar donde seguramente compartía barra con Fernandito. Fue muy emotivo”, recuerda el cineasta.
Otro aspecto relevante es el montaje, realizado durante casi un año con la ayuda de Martin Eller. “Fue un ejercicio de montaje que permitía mezclar para, de alguna manera, ver a La Polla Record en todos los tiempos y con todos los integrantes que ya no están”, destaca Corcuera. De esta manera, se superponen imágenes de archivo, animaciones y rotoscopias con actuaciones tanto en grandes estadios como en pequeños bares donde tocaron sus primeros compases.
“Evaristo y Abel fueron marcando un poco el tono y hacia dónde apuntaba el documental. Es la primera vez que hago una película que no la tengo muy elaborada: he hecho la película que nos han dado”, cuenta Corcuera. Es, en definitiva, el resumen de 40 años que sirvió al grupo para mucho. No solo para revolucionar la historia de la música estatal, también para fraguar una inseparable amistad.
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