'El buen patrón' se impone en los Goya sobre un Almodóvar que se va de vacío

El buen patrón ha cumplido con todas las expectativas de la noche, y con alguna más. Las 20 nominaciones de la película podían ser un regalo o un caramelo envenenado, pero Fernando León de Aranoa ha salido indemne en la 36 edición de los premios Goya con sus seis estatuillas. Las siguientes en el podio son Las leyes de la frontera, con cinco, y Maixabel y Mediterráneo con tres cada una. La sorpresa se la ha llevado Madres paralelas al marcharse sin ningún premio, ni siquiera el de actriz, categoría a la que aspira en los Oscar.

“Las sucesivas reformas laborales, que tanto daño hicieron a los derechos de los trabajadores, me animaron a escribir esta historia”, ha dicho Fernando León de Aranoa en su primera incursión en el escenario valenciano para recoger el Goya a Mejor guion original, donde también ha recordado a José Luis Borau y su famosa frase de que “para hacer películas, hace falta estar enamorado”. Poco después se subiría a por el cabezón de Mejor director. Pero aún le quedaban varias alegrías a El buen patrón. Y la mayor, el reconocimiento más importante, ha sido el premio a Mejor película. “Doy las gracias al público que está volviendo a las salas a pesar del miedo al virus”, ha concluido el cineasta.

Por lo demás, el patrón Javier Bardem ha satisfecho todas las apuestas y ha recogido su sexto premio Goya, que ha empezado agradeciendo al director. Pero sobre todo se lo ha dedicado a las dos mujeres de su vida: a Penélope Cruz –“la mujer que amo, respeto, admiro y celebro todos los días”– y a Pilar Bardem, que falleció el pasado julio –“la mujer que me parió, me enseño a vivir y me ayudó a sobrevivir. Un referente ético y de compromiso, y aparte de una actriz inmensa, uno de los mejores seres humanos que conozco”–.

El primer galardón para El buen patrón ha llegado por su música, compuesta por una de las pocas mujeres que rompen la brecha de género en el sector de las bandas sonoras. Zeltia Montes, todavía temblando, ha encontrado el arrojo para pedir a los productores que reflexionen sobre el poder de la música en las películas y que lo paguen. “La historia de la música no ha sido muy agradecida con las compositoras, y tampoco la del cine. Los trabajos llegan con cuentagotas y los presupuestos no son suficientes”, ha lanzado. Otra mujer, María José Llergo, ha recogido el Goya a Mejor canción original por Te espera el mar, el precioso tema principal de Mediterráneo.

Un reencuentro largo y sin sorpresas

La COVID-19 no se ha ido, como han demostrado las mascarillas de la platea, pero las obligadas videollamadas y la frialdad de la gala de 2021 por suerte han quedado atrás. El imaginario del reencuentro lo ha inundado todo, desde la alfombra roja hasta los agradecimientos. Estos han incluido pocas menciones políticas y apenas alguna referencia a la crisis sanitaria, que todavía azota al país y de la que el sector del cine se sigue recuperando. Si bien la gala se ha hecho demasiado larga, llegando a las tres horas y media, algunos discursos han encontrado la manera de emocionar y de avivar el tedio.

El del presidente de la Academia de Cine, Mariano Barroso, ha sido uno de ellos. Ha reivindicado a los intérpretes porque, a pesar de ser los profesionales más numerosos de la industria del cine, sufren un 90% de paro. “Los actores y actrices solo tienen trabajo remunerado un día de cada diez”, ha destacado, pidiendo que se les reconozca “los derechos de cualquier otra profesión”. Pero también ha querido recordar a tres grandes figuras recientemente fallecidas: Almudena Grandes, Pilar Bardem y Verónica Forqué. “Nadie ocultó nunca su dolor de una forma más hermosa”, ha dicho sobre esta última, actriz y buena amiga del presidente.

Rostros que han vuelto a aparecer en el In memoriam, cantado por la hermosa voz de Luz Casal. Este ha sido el momento musical más destacado de la noche, a pesar de que ha compartido escenario con Joaquín Sabina, Leiva o C. Tangana.

La presentación coral que tanto ha promocionado la Academia ha quedado desdibujada por demasiados rostros con aportaciones poco o nada memorables. Ni siquiera el sketch de Pantomima Full ha desplegado la irreverencia que les caracteriza. En varios momentos se ha echado en falta al maestro de ceremonias más acertado de los últimos años: Antonio Banderas.

Siguiendo con los premios, Blanca Portillo ha recogido el Goya a Mejor actriz por su interpretación de Maixabel Lasa en la película homónima de Icíar Bollaín. Ella ha dedicado su “amor incondicional” a sus mal llamadas competidoras de categoría, a la directora de la cinta y, en especial, a Maixabel y a su marido, Juan Mari Jáuregui, asesinado por ETA en el 2000.

Ante la carencia de buenos discursos, los que han destacado tienen doble mérito. “Espero que esta película ayude a que el Mediterráneo deje de ser una gran fosa común”, ha dicho el director de producción de Mediterráneo, que tampoco ha salido mal parada en número de premios, llevándose tres de los siete a los que aspiraba. Albert Espel ha querido dedicar su Goya “a la gente que salva vidas en nuestras playas y más aún fuera de ellas” y ha sido una de las intervenciones más aplaudidas de la noche.

Nora Navas, elegida como Mejor actriz secundaria por Libertad, ha agradecido a Clara Roquet su valentía: “Cuesta mucho conseguir papeles a según qué edad y ella ha llenado su película de mujeres de todas las edades. Así que gracias, Clara”. Roquet se ha hecho con el Goya a Mejor directora novel. Una hazaña como primeriza que se suma a otra: haberse colado entre las mejores cinco películas según la Academia.

El previsible ganador en la categoría de actor secundario ha sido Urko Olazabal por su interpretación del exmiembro de ETA, Luis Carrasco, en Maixabel. El vasco ha aprovechado su discurso para usar el lenguaje inclusivo, de los pocos en toda la ceremonia. María Cerezuela ha sumado otro premio a Maixabel como Mejor actriz revelación por su desgarrador papel como la hija del político socialista asesinado, María Jáuregui, a quien ha dedicado su Goya.

Ovación cerrada a Blanchett y a Sacristán

Aunque se celebraba el cine español, la presencia más esperada en Valencia ha sido sin lugar a dudas la de Cate Blanchett. “Trabajar con Pedro quizá mejore mi nivel”, ha dicho la actriz australiana tras reconocer que su vocabulario en español se reduce a “gracias” y “buenas noches”. Ya en inglés, ha dirigido unas bonitas palabras a “una cultura cinematográfica tan rica” y a “una pareja legendaria del cine”, Penélope Cruz y Almodóvar, que le han entregado el cabezón. El director manchego adaptará próximamente el libro Manual para señoras de la limpieza junto a Blanchett. “Si combinas cerebro, corazón y manos eres un artista, y Pedro es un artista”, ha concedido ella.

La primera ganadora del Goya Internacional sí que ha aprovechado para hacer mención a la pandemia, porque según ella “ha sido una época de incertidumbre muy profunda y muy difícil”. “Me siento orgullosa por pertenecer a un sector que ha seguido creando y ha entendido la responsabilidad de que la sociedad vuelva a las salas de cine”, ha dicho la actriz.

Aunque en un momento menos agradecido de la noche, después de casi tres horas de ceremonia, la profunda voz de José Sacristán se ha hecho escuchar al recoger el Goya de Honor. Es el segundo de su vida, puesto que en 60 años de carrera tan solo ha conseguido un premio de la Academia de Cine que hoy le venera y que fundó hace 36 años: “Me siento orgulloso de ser uno de los doce primeros números de esta noble tropa”, ha dicho como académico original.

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