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Noticia servida automáticamente por la Agencia EFE

El primer Eurovisión pospandémico deja atrás miedos y restricciones

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Turín (Italia), 11 may (EFE).- Asegura un dicho popular que “el que canta su mal espanta” y Eurovisión 2022 parece haberse aferrado a esa máxima y a las vacunas contra la covid-19 para celebrar su primera edición pospandémica sin temor, con las butacas llenas y tras recuperar las actividades paralelas al festival.

“¡Basta ya de pandemia! ¡Por fin una edición normal, que necesitamos algo de normalidad!”, exclama a Efe en perfecto español Helga, una islandesa que vivió varios años en Barcelona y que para asistir a las galas de esta semana ha recorrido los casi 4.000 kilómetros que separan su país de Turín, sede del evento.

Una distancia similar ha cubierto Sven, de 59 años, que ha venido a apoyar junto a amigos y familiares a su sobrino, miembro de la delegación noruega. “Estamos completamente vacunados y ya hemos borrado la covid de nuestras cabezas”, asegura.

Milanesa de adopción, rumana de nacimiento, para Loredana esta es la primera vez que disfruta de Eurovisión en vivo, excusa más que suficiente para romper algunas de las precauciones impuestas por la pandemia. “No asistía a un evento tan grande desde que todo esto comenzó”, reconoce.

Dentro del Pala Olímpico vivirá un espectáculo casi idéntico a los que de antes de la aparición de la enfermedad o, al menos, menos restrictivo que la obligada y experimental transición de Róterdam en mayo de 2021, cuando las vacunas solo empezaban a extenderse entre la población.

El aforo, limitado entonces a solo 3.000 personas que tenían que presentar un test negativo realizado en las horas previas, ha aumentado considerablemente, en torno a un 65% de la capacidad total para espectáculos musicales, es decir, unas 8.000 personas.

La razón de esta reducción no parece responder como el año anterior a un intento por minimizar riesgos en un espacio cerrado, sino a que la pista ha sido ocupada en casi toda su extensión por la “green room”, la zona desde donde siguen las actuaciones los artistas, y por un enorme escenario que incluye hasta una fuente.

De hecho, justo enfrente se ha dispuesto un pequeño espacio desde el que algunos privilegiados pueden seguir el espectáculo de pie, una prueba más de que el temor al virus remite en la misma medida que crece el éxito de convocatoria en la venta de tickets.

Así, pese a que en la primera semifinal se veían algunas calvas aleatorias entre las gradas, las galas principales colgaron el cartel de “entradas agotadas” en tiempo “récord” pese a sus altos precios, que oscilaban entre los 50 y los 250 euros en la taquilla oficial.

A los asistentes solo se solicita esta vez una medida de precaución como vestigio de los tiempos más aciagos de la covid-19: el uso de mascarilla. “No me apetece mucho ponérmela, pero hay que hacerlo”, señala con resignación Helga, en cuyo país se eliminaron todas las restricciones en mayo.

En Italia no quedan mucho de las viejas limitaciones, pero el uso de mascarilla FFP2 es obligatorio en medios de transporte y, a diferencia de España, también en espectáculos cerrados como cines, teatros o conciertos.

Su uso se exige también en la sala de prensa de Eurovisión 2022. Además, los periodistas desplazados físicamente a Turín deben pasar un test de covid-19 cada 72 horas para mantener activa su acreditación, una pequeña relajación igualmente frente a 2021, cuando este debía repetirse cada dos días.

No es similar ni el estado de alarmismo entre las delegaciones. El pasado año a estas alturas ya se había confirmado que a causa del virus no podrían actuar en vivo ni los representantes de Islandia y ni el exganador holandés Duncan Laurence.

A falta de datos actualizados, la organización solo reportó en los días previos a esta edición un positivo entre las 40 delegaciones, el de una de las coristas de Portugal que, tras someterse a cuarentena y revisión, pudo participar en la primera semifinal.

El color de Eurovisión 2022 también se percibe en las calles. Frente al monotonía en Róterdam copada por las banderas de Países Bajos por las dificultades para viajar al extranjero, desde la bella Piazza San Carlo hasta el Pala Olímpico vuelven a distinguirse cientos de eurofanes con acentos diversos.

Según las previsiones oficiales, se espera la llegada de 40.000 personas al aeropuerto de Caselle, sobre todo ciudadanos de la propia Italia, pero también de Alemania, Francia, Gran Bretaña y España, una de las grandes exportadoras de “euroturistas”.

Atrás quedan igualmente las frías noches holandesas sin bares ni restaurantes abiertos más allá de primera hora de la tarde. Esta vez, se podrá disfrutar de los espacios de encuentro que desaparecieron con la pandemia, como los diferentes clubs nocturnos con programación musical centrada en el festival o el tradicional Eurovillage, emplazado en el bello Parco del Valentino.

Javier Herrero.