Madrid, 1 mar (EFE).- Actor de singular físico, Mel Brooks hispano, cincuenta y cinco largometrajes, cuarenta obras teatrales y una veintena de series de televisión a sus espaldas, además de un “docureallity” que lleva su nombre, San Francisco era un buen tipo, a decir de sus amigos, y hombre difícil de definir en palabras.
Si acaso, repetir las suyas propias: “Me tachan de drogadicto, juerguista y mujeriego. Y todo es verdad”, decía el cómico de los ojos de rana, para presentarse a una nueva y joven audiencia, la de Flooxer, el canal online de Atresmedia, que le dedicó una serie en la que el propio actor contaba su estrambótica vida, “Follow San Francisco”.
En la presentación de la serie, Enrique, incapaz de comprender por qué alguien querría contar su vida, y menos aún, por qué alguien querría conocerla, aceptaba impasible las preguntas de la prensa,cara de póker, cerveza en mano.
Amigos como Antonio Resines, Jorge Sanz, Los Morancos, Hombres G o Pablo Motos colaboraron en esta bienvenida del músico menos agraciado de la “Orquesta Club Virginia” al mundo de las pantallas yde las redes sociales.
La vida de Quique San Francisco ha sido de todo menos sosegada y discreta; exprimía cada minuto al máximo y expresaba sus opiniones sin cortarse nunca y sin tener en cuenta el qué dirán, ya fuera por sus continuas idas y venidas a las drogas o por su también pertinaz ruina económica, marcada sin duda por sus excesos.
Pasó por la cárcel varias veces, fue legionario, quedó muy maltrecho por culpa de un accidente de moto y últimamente soltaba mandobles, donde quisieran escucharle, contra el Gobierno, los gestores de la pandemia y los creadores de una vacuna contra la covid que él no se pondría.
Y dijo que le gustaban muchas de las cosas de Vox, provocando no solo revuelo, sino la animadversión de muchos compañeros. Aunque San Francisco nunca gustó a todos; él lo sabía, y no le importaba.
Nació el 10 de marzo de 1955 en Madrid hijo de padres actores, Enriqueta Cobo (Queta Ariel) y Vicente Haro, aunque su madre le tuvo de soltera y no conoció a su progenitor hasta los 17 años, los que tardó en decidir ir a Madrid a buscarle.
Vivió su infancia en Barcelona con su madre y, tras haber hecho publicidad, con solo seis años debutó en el cine.
Al teatro llegó en 1963, en la obra “El sueño de una noche de verano”, y su primera intervención televisiva fue dos años después como protagonista en la serie de TVE “Santi, botones de hotel”, en los estudios Miramar de Barcelona.
A los 17 participó en “Crónicas de un pueblo” (1972) y también pasó por “Curro Jiménez” (1978), “Proceso a Mariana Pineda” (1984), “La bola de cristal”, del 85 al 88, “Los ladrones van a la oficina”, del 93 al 97, y en el 2001 se sumó al elenco de “Cuéntame cómo pasó”, para convertirse en Tinín atendiendo la barra de un bar debarrio.
Todo iba razonablemente bien, personal, profesional y económicamente cuando San Francisco, gran amante de las motos, sufrió un terrible accidente el 24 de octubre de 2002 cuando fue embestido por un turismo que lo dejó tendido en pleno centro de Madrid.
Con tibia y peroné fracturados, necesitó ocho operaciones para, al final, postrarse en una silla de ruedas durante año y medio, lo que le impidió seguir en la serie.
San Francisco siempre ha sido uno de los rostros más fácilmente reconocibles de la comedia española, no solo en la tele, sino también en el teatro -“Los ochenta son nuestros” (1996); “La noche del sábado” (1991) o “Decíamos ayer” (1997)- o en el cine, donde logró dos nominaciones al Goya: por “El baile del pato” (1989) y por “Orquesta Club Virginia” (1992).
Enmarcado dentro del conocido como “cine quinqui”, dejó su huella en el género tras intervenir en algunas de las películas de Eloy de la Iglesia: “Colegas” (1982), “Navajeros” (1980) y “El pico” (1983).
Sus peores años estuvieron marcados por la heroína y la cocaína, que minaron su salud, su imagen y sus relaciones personales y alejó incluso a las personas que más le querían, como su novia de más tiempo, Rosario Flores.
Su vida estaba plagada de anécdotas: son famosos sus días de cuartelillo por haberle pegado un puñetazo a un mono que le disputaba el bocadillo en Tailandia.
Todo esto se lo contó a Bertín Osborne en el programa “Mi casa es la tuya”. Sus últimas apariciones en la tele fueron en la serie “Gym Tony” (2016), y en sus inolvidables colaboraciones en los anunciosde Campofrío.
En la actualidad residía en la habitación de un hotel a las afueras de Madrid, dado que tuvo que abandonar su casa por problemas económicos. El pasado 23 enero debía haber presentado el espectáculode humor “La penúltima” en Getxo (Vizcaya), pero suspendió días antes porque ya no se encontraba bien.
Por Alicia G.Arribas.