Más turismo y la garantía de conservar en buen estado el patrimonio histórico y artístico es la recompensa de ser declarada Bien de Interés Cultural, un reconocimiento que ya está dando resultados en Colmenar de Oreja y que experimentan localidades 'veteranas' del grupo, como Chinchón y Patones.
El pasado mes de diciembre Colmenar de Oreja se convirtió en el último enclave en unirse al club de las trece localidades madrileñas que son Bien de Interés Cultural (BIC), menos selecto que las ciudades Patrimonio de la Humanidad, pero igualmente atractivo a ojos de los turistas.
De hecho, en este breve espacio de tiempo el número de visitantes que han llegado a este municipio del sureste de la Comunidad de Madrid, muy próximo a Chinchón, ha aumentado hasta alcanzar los 2.600 en enero, el doble que el mismo mes del año anterior.
“Para los turistas es una sorpresa, no se esperan esta riqueza”, comenta el alcalde, Francisco José García, que cree que en este creciente interés ha funcionado, además de ser BIC, el “boca a boca” y la incorporación de Colmenar de Oreja a los programas Villas de Madrid y Rutas del Vino.
Recomienda al menos un día para disfrutar de la localidad, que hoy cuenta con 8.400 habitantes pero que en el siglo XIX fue “la tercera más poblada” de la región.
Una Plaza Mayor “única”, construida sobre un barranco y recorrida por un túnel de lado a lado, la iglesia de Santa María la Mayor y el museo de Ulpiano Checa, cuyas pinturas sirvieron de inspiración para películas de tinte histórico de Hollywood como 'Ben-Hur' y 'Quo vadis', son algunas de las vistas “obligadas” en Colmenar de Oreja.
La mayoría de las viviendas son antiguas casas de labor con la fachada de yeso blanca, rejas castellanas y portones para el paso de carruajes, una estética “sobria” que a partir de la declaración de BIC los vecinos tendrán que preservar, lo que ha ocasionado algún que otro “problema”, según el alcalde, aunque “poco a poco se va entendiendo”.
“(La declaración de BIC) es un premio para el turismo y de futuro que va a conllevar que Colmenar se mantenga”, ha defendido.
Sobre este asunto, el director general de Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid, Ignacio Muñoz, es consciente de las consecuencias positivas que la declaración de BIC tiene para el turismo de las localidades, pero incide en que la única intención es fomentar su conservación.
“Se valora la trama urbana, la tipología de los edificios o la buena estructuración”, explica sobre un proceso que en ocasiones se inicia a partir de solicitudes de particulares y Ayuntamientos.
Aún así, casi siempre son los propios técnicos de Patrimonio los que toman la iniciativa para poner de relieve el conjunto histórico artístico de una localidad en su totalidad, un hecho que suele tener lugar después de que uno o varios de sus monumentos hayan obtenido este reconocimiento por separado.
El empedrado de las calles de Chinchón, los colores chillones de sus casas, las cuevas y las balconadas antiguas se conservan en buen estado en parte gracias a la declaración de BIC que se otorgó a la localidad hace ya 40 años.
“Nos ha beneficiado porque la Comunidad de Madrid ayuda a mantener el patrimonio, si no sería imposible con el presupuesto del Ayuntamiento”, asegura la alcaldesa de Chinchón, Luisa María Fernández, que reconoce que el hecho de que la localidad sea BIC es también un “reclamo turístico”.
En Patones de Arriba la declaración de BIC de 1999 supuso también un “gran impulso” para el turismo y una “ayuda” para mantener el patrimonio, según el alcalde, Eladio Hernanz, que cuenta que a la hora de construir hay limitaciones muy “estrictas” en cuanto a la altura de los edificios o las medidas de puertas y ventanas.
“No se mueve una piedra sin que esté vigilada ni pase por Patrimonio”, afirma sobre este peculiar pueblo, el “único” de la Comunidad de Madrid con casas de pizarra negra.
La declaración de BIC también ha ayudado a promocionar la vecina localidad de Torrelaguna, cuna del cardenal Cisneros y en cuya iglesia de Santa María Magdalena está enterrado el poeta Juan de Mena.
“Ha atraído más turismo”, según la concejal del ramo, Berta Guinea, que sostiene que con la crisis económica y sin este reconocimiento de la Comunidad de Madrid en 1974 hubiera sido “muy difícil” mantener el patrimonio histórico y cultural de Torrelaguna.
Aranjuez, Alcalá de Henares, El Escorial, San Lorenzo de El Escorial, Navalcarnero, Valdemoro, Nuevo Baztán, San Fernando de Henares y la propia ciudad de Madrid completan el grupo de localidades BIC de la región.
Una lista que se engrosará en el futuro con alguna de las candidatas que ya tienen en mente los responsables de la dirección de Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid, que prefieren no dar nombres para no crear falsas ilusiones.