En sus más de 20 años de historia, Pixar ha animado a juguetes, coches, peces, dinosaurios, insectos, estados de ánimo, almas, monstruos… Sin embargo, parece que le ha costado apostar por los seres humanos. Cuando lo ha hecho ha sido siempre con un toque fantástico que centraba la narración, como en su revisión de los superhéroes en Los increíbles o de las princesas Disney en Brave. Como si les costara más emocionar a través de los seres humanos que de un juguete que habla. Ha habido excepciones. En Coco se atrevieron a hablar del duelo y de las raíces; mientras que en Luca hablaron de la amistad, aunque se quedaron en su superficie de cuento colorido en vez de rascar y profundizar en las posibilidades que ofrecía su historia.
Si los seres humanos no han sido un territorio explorado para el estudio de animación, las mujeres menos aún. Solo Brave tiene claramente una protagonista femenina. El resto han sido personajes masculinos. Solo por eso su nueva película ya supone un paso adelante para ellos. Por primera vez pone en el centro del relato a una chica, y por primera vez se atreve con una etapa tan confusa y rica para las historias como la adolescencia. Red —que desgraciadamente Disney ha decidido estrenar directamente en su plataforma en vez de en salas— rompe una barrera y habla de ese momento en el que tu cuerpo cambia, tus intereses se modifican y las seguridades se desmoronan.
Por si fueran pocos los alicientes, la niña protagonista, Mei Lee, de 13 años, es descendiente de una familia china, por lo que su protagonismo derriba otras muchas normas de representación del cine de animación de Hollywood. No vemos a una joven blanca ni tiene un rostro canónico destinado a vender Barbies y muñecos. Un personaje a través del que también se habla de otras comunidades que se han instalado en EEUU y que intentan preservar sus costumbres en medio de un país que tiende a borrarlas o a verles como presencias exóticas. Además, Pixar vuelve a sacar su trama de grandes ciudades. Esta vez no se va a destinos de postal en los que replicar su tipismo (como el México de Coco o la Italia de Luca), sino que coloca a esta familia en Toronto. Una ciudad normal para una niña normal.
No es casualidad que la impulsora del proyecto y quien ha asumido las labores de dirección y guion sea Domee Shi, quien ya conquistara a todos (Oscar incluido) con su corto Bao y que ahora salta al largo confirmándose como uno de los talentos que Pixar debe promover y dejar libertad para que cuente sus historias. Su retrato de la adolescencia es tierno, divertido y certero. Además, valiente, ya que se atreve incluso a abordar de forma abierta y con mucho desparpajo un tema tabú en el cine como es la menstruación. La regla es el centro de un gran tramo del filme y de grandes momentos cómicos. Que un título de Pixar se atreva a tratar un tema tan invisibilizado en el cine solo se puede aplaudir. Casi todas las películas sobre la adolescencia de acción real lo obvian (las de animación ni se lo plantean) y hay que remontarse a algunas como Carrie para encontrar un filme donde una menstruación tenga tanta importancia.
Por supuesto que Red tiene una fuga fantástica, como siempre en el estudio y que no es un relato realista de la adolescencia. Aquí hay una leyenda milenaria que convierte a las mujeres de la familia en pandas rojos gigantes cuando se ponen nerviosas. Una metáfora sencilla sobre los cambios físicos y mentales del paso de la niñez a la juventud que funciona a la perfección. Mei Lee se enfrenta al mayor cambio posible, ver cómo su cuerpo se convierte en un bicho peludo que tendrá que esconder en el colegio, igual que las niñas esconden su primera regla para que los niños abusadores no se rían de ellas. Hay inteligencia en este retrato que la directora reconoce que es el de su propia infancia y que también aborda otros temas que no suelen tratarse en este tipo de cine, como la aparición de los primeros deseos sexuales (esos dibujos de chicos con el torso desnudo).
En Red está también —por desgracia— el típico mensaje moralista de Pixar. Aquí centrado en la necesidad de escapar de las ataduras familiares para disfrutar de la juventud. Eso sí, sin romper del todo. También hay una defensa de las raíces asiáticas y de cómo hay que defenderlas e integrarlas en la sociedad actual. Red, cuyo ritmo funciona como un reloj y que no alarga su trama hasta la extenuación, también funciona como artefacto nostálgico —en ocasiones incluso demasiado— de una época concreta. Podría haber sido perfectamente un retrato actual, pero Domee Shi se mantiene fiel a que esta sea su película. Una película que habla de ella y de sus experiencias, y por eso sitúa la acción en los 90. Ese grupo de amigas, carismático, inclusivo y maravilloso, que no tienen móviles, llevan su Tamagotchi colgado y se mueren por ir a ver a la boy band de moda.
Si en lo narrativo Red ya es una joya, en el apartado técnico Pixar vuelve a demostrar que no tiene rival. Cambia radicalmente de estilo y realiza un filme que derrocha imaginación y que bebe del manga, del anime y de series como Ranma 1/2 (de la que incluso toma prestado el cambio de persona a animal). Una película maravillosa que no debería pasar desapercibida por su estreno casi de tapadillo en Disney+ en vez de en una sala, el sitio natural para ver este paso adelante del estudio de animación.