Roma, 23 feb (EFE).- Aunque no ha dejado de trabajar pese a los teatros cerrados por la pandemia, el director de orquesta italiano Riccardo Muti pide, desde las desangeladas salas vacías, que se abran los lugares de la cultura porque advierte, en una entrevista con Efe, de que se corre el riesgo de crear una “generación de bárbaros”.
Muti se acaba de bajar del podio del teatro Regio de Turín tras grabar el “Così fan tutte” de Mozart, que será propuesto en “streaming” en los próximos días, y desde donde ha lanzado varios llamamientos al nuevo presidente del Gobierno italiano, Mario Draghi, para que reconsidere la apertura de los teatros, los museos y todos los lugares de la cultura.
El maestro, nacido en 1941 en Nápoles, espera que el economista Draghi, que define como “una figura de gran espesor y muy interesado por la cultura”, tome la decisión de abrir, después de un año en los que los teatros han permanecido cerrados.
“Sostengo desde siempre la apertura de los teatros, con todas las cautelas posibles: el distanciamiento y todas las medidas de protección para el público y para los músicos”, explica a Efe, mientras resalta la contradicción de que sigan abiertos centros comerciales, lugares de ocio, pero no la cultura.
Para el maestro, el cierre durante todo este tiempo de los teatros líricos, de prosa o de todas las manifestaciones culturales “es un golpe mortal a la cultura”.
“Esto significa un golpe mortal a nuestra identidad, no solo de nación sino de la cultura europea”, explica.
Además de su preocupación por “las miles y miles de familias que viven de la cultura y que se encuentran en momentos de dificultad económica por los cierres”, su angustia se centra sobre todo en los jóvenes.
“Les han dejado fuera de cualquier aspecto cultural”, avanza el director, para quien esto hará que “en el futuro aumente la violencia, la ignorancia, la brutalidad y que esté creciendo siempre más la rabia”.
“Hay que abrir los teatros, los museos, todas las formas de cultura porque si no crearemos una nueva generación de bárbaros”, insiste.
Asegura que si se mantienen las reglas de distanciamiento y las mascarillas, “los teatros son los lugares más seguros del mundo” y que tenerlos cerrados empieza a parecer “una expresión de ignorancia”.
Recuerda que este año, cuando dirigió por sexta vez el concierto de Año Nuevo en Viena, todos los músicos estaban sentados cerca y sin mascarilla y todos los días se sometían a una prueba para detectar el coronavirus. “Un contrasentido tener a 100 músicos pegados unos a los otros y no tener público”, señala.
Comenta la desazón que le causa ver la Sala Dorada del Musikverein vacía y con aplausos telemáticos.
Tocar walzers y marzurcas o la célebre “Marcha Radetzky” -que ponía siempre al selecto público vienés en pie aplaudiendo- y terminar con el silencio fue duro, explica Muti, que elogia a los músicos que “dieron todo” en este concierto a pesar del contexto.
“Nuestra profesión es la de dar a los demás, no la de estar encerrados en una torre de marfil. Para nosotros hacer música es como una misión. Por ello la falta de público nos lleva a un mundo onírico, irreal, casi metafísico”, afirma con tristeza.
Y añade: “Necesitamos la respuesta del público, sea positiva o negativa. Necesitamos el calor humano. Tanto yo como mis colegas estamos sufriendo mucho esta situación”.
Muti continuará su actividad con conciertos, siempre en “streaming”, con la orquesta de jóvenes Luigi Cherubini que él mismo fundó y con la esperanza de que “llegue el sol, se ilumine la situación y se pueda volver, con cautela y atención, a la normalidad”.
Esta nueva forma de difundir la música, con conciertos por internet, ha tenido un gran éxito, como se vio en la “prima” del Teatro La Scala de Milán y Muti destaca sus ventajas, como que “se llega así a cualquier parte del mundo”, pero subraya: “no se puede seguir haciendo música con el vacío delante”.
Su deseo es volver pronto a Chicago (EE. UU.), donde es director de su orquesta sinfónica para poder trabajar con sus músicos, a los que no ve desde hace un año. “No sé que haremos, pero volver a tocar ante el público será algo conmovedor”.
Cristina Cabrejas