Sánchez-Albornoz: Si hubiera habido en España un Nuremberg no estaríamos así

El historiador Nicolás Sánchez-Albornoz ha asegurado hoy que, si en España hubiera habido juicios como los de Nuremberg contra los dirigentes del nazismo, “no tendríamos el problema que tenemos ahora” y ha calificado de “doloroso” ser el único país europeo con un mausoleo como el del Valle de los Caídos.

“Ya era hora”, ha indicado Sánchez-Albornoz (Madrid, 1926) en relación con la decisión del Gobierno de exhumar los restos de Franco del Valle de los Caídos, donde fue condenado a cumplir 6 años de trabajos forzados durante la dictadura por su pertenencia a la Federación Universitaria Escolar.

El historiador ha dicho que era una “vergüenza” que Franco estuviera en un mausoleo como el del Valle de los Caídos y que España fuera el único país de Europa que tiene una edificación así dedicada a un dictador “de esa camada”.

Sánchez-Albornoz ha realizado estas declaraciones a los periodistas momentos después de depositar un legado en la cámara acorazada de la Caja de las Letras que alberga el Instituto Cervantes, convirtiéndose así en el primer exdirector de esta institución que lo hace.

El Cervantes rinde hoy homenaje al que fuera su primer director (1991-1996), que ha decidido dejar en la caja de seguridad número 1.467 la medalla correspondiente al sillón número 10 de la Academia de la Historia que ocupó su padre, Claudio Sánchez-Albornoz, el 28 de febrero de 1926 y de la que fue dado de baja el 10 de mayo de 1941 por orden del gobierno franquista.

Según ha recordado hoy el historiador, su padre mantuvo la medalla durante su largo exilio hasta que se reincorporó a la academia a la muerte de Franco. Y ha asegurado que, cuando falleció su padre, ofreció al director de la academia la entrega de la medalla pero la propuesta no fue aceptada.

Por eso, ha dicho Sánchez-Albornoz, la medalla quedará en depósito en el Cervantes “hasta que la academia tenga a bien aceptarla y se digne a interesarse en su recuperación” y reconocer la memoria de los que fueron excluidos de aquella institución durante el franquismo.

El historiador, que hace dos días volvió a pintar en las paredes de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid la frase “¡Viva la Universidad Libre!”, un acto que hace 70 años le supuso una condena a trabajos forzados en el Valle de los Caídos, ha legado también las insignias que le acreditan como miembro de mérito de la Academia portuguesa de Historia.

Y además, la pluma con la que ha escrito varios libros y con la que ha estampado hoy su firma en el libro de honor del Cervantes y en el certificado que se le ha entregado antes de depositar los objetos en la caja de seguridad.

En el acto, el director del Instituto Cervantes, Luis García Montero, ha recordado cómo hace ahora 27 años Sánchez-Albornoz comenzó a poner en marcha esta institución representando a la democracia española “por su experiencia y por la herencia de pensamiento que había recibido, no solo de su padre sino de una cultura y una tradición tejida en el exilio”.

Un rumbo que ha seguido el Cervantes a lo largo de estos años, ha destacado García Montero, que ha querido hacer un reconocimiento “a nuestros mayores como una forma de compromiso con los que vendrán después” y ha reivindicado “una idea del tiempo a la altura del ser humano”.

Esta tarde se celebrará una mesa redonda en la que se pasará revista a la trayectoria del primer director del Cervantes, que será presentada por la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, junto a García Montero, y en la que intervendrán el cineasta Fernando Colomo y los historiadores Mirta Núñez y Leandro Prados.