Una matrícula “de las viejas”. PO2054AZ era el registro del Peugeot 205 del padre de Sen Senra (San Miguel de Presqueiras, Pontevedra, 1995). En ese vehículo, asegura, inició el interés por la música del artista al escuchar los casetes que ponían sus padres. Comenzó haciendo rap y música urbana, pero su estilo ha ido evolucionando hacia uno más melódico e instrumental. “Pop-rapeado-pero-sin-rapear”, lo define el artista, que forma parte del cartel del festival Río Babel, que se celebra este fin de semana en Madrid y el próximo miércoles 5 de julio en el Cruïlla en Barcelona.
En su segundo álbum y tras un epé, Sen Senra vuelve a sus raíces gallegas, al imaginario que lo vio crecer y lo reivindica. “Miña nai pariume pobre, pero parvo non [mi madre me parió pobre, pero tonto no]”, es la frase que coloca en las pantallas con la que abre sus conciertos. Aunque su música sea en castellano, él siempre ha reivindicado sus orígenes. Sus letras, que normalmente versan sobre relaciones interpersonales, muchas veces suelen tener toques de retranca gallega. En este nuevo álbum hay abundantes menciones y referencias a Galicia, así como conversaciones de los vecinos de su pueblo, como en la canción Familia.
Al venir de la música urbana, su público es amplio y cuenta con colaboraciones como las de C. Tangana o Álvaro Díaz. “Bajo a la calle y me escucho en carros, estoy sonando sin bajo ni drums”, con estos versos abre el nuevo disco en No quiero ser un cantante y hace referencia a que, aunque haya evolucionado artísticamente, sigue sonando en lo referente a la música urbana.
En este trabajo, además de autoproducirse él junto a Anxo Ferreira, destaca la colaboración con Tiny, el productor de artistas como Bad Bunny o Rosalía. En el apartado visual ha trabajado con la productora estadounidense Torso, más dedicada a la moda, pero que ha hecho trabajos con Shakira, Kali Uchis o Nicki Minaj. Casi dos millones de personas escuchan a Sen Senra en Spotify. Preguntado por si su objetivo es el mainstream, responde con un rápido “qué va”.
La primera es casi obligatoria. ¿Cuál es la intención de este nuevo trabajo?
La propuesta en un completo bajo el imaginario del PO 2054 AZ. Va a haber tres volúmenes. Creo que será un disco que esté vivo. Y sobre todo, proponer mucha música y mucho imaginario.
El propio coche sale en el videoclip de No quiero ser un cantante y este lo han grabado en San Miguel de Presqueiras, donde nació. ¿Cuánto de morriña hay en el álbum?
Es un álbum lleno de morriña. Es una vuelta a mi raíz, un homenaje a todo el imaginario que me rodeó y que me sigue rodeando. Y quiero representar mi realidad de la mejor forma. Es la vuelta a donde pertenezco, a mi raíz y a través de ahí, todo el viaje.
De hecho, en ese videoclip se ve toda esa brétema [niebla], el rural gallego…
Está rodado en mi pueblo, en la cantina, la taberna, que solo hay una, con los vecinos, con mi familia, el monte de Seixo. Es seguramente una de las propuestas que más me va a costar repetir. De sentir que estoy tan apegado a algo.
E falas galego? [¿Y habla gallego?]
Falo, falo. [Hablo, hablo].
Entonces, ¿alguna vez se ha planteado hacer un tema en gallego?
Obvio, obvio. Tengo alguna idea por ahí guardada. De momento, aún creo que puedo hacer una propuesta mejor. Me voy guardando y sigo probando hasta que diga: “Esta es la buena”.
En ese sentido, con el idioma y la cultura, ¿cómo le ha construido a usted Galicia como artista?
Toda mi vida. Me crié ahí y sigo yendo. Forma parte de lo que soy. Inconscientemente, forma parte de mi personalidad. Se forjó así, los campos, las ovejas, la forma que tenemos allí de vivir, que es especial, es única. La verdad, obviamente está dentro de mí.
En el videoclip se ve el rural y las raves. Lo nuevo y lo viejo. Estamos en un momento en el que se reinterpreta la raíz y lo tradicional. Pero, aún así, la sensación al escuchar su música es que coge lo nuevo y lo hace más nuevo.
Es un poco mi propuesta. La foto y el videoclip la hace Torso. Es gente de Nueva York que trabaja en la moda y de repente están en Galicia, en mi pueblo, y se quedan flipando. Rollo: “¿Qué es esto?”. Es una maravilla, es único, es especial. Es un regalo.
También dice que está 'sonando sin bajo ni drums’, en referencia a la música urbana. ¿Cómo le ha influenciado?
Influye porque me gusta escuchar música de todo tipo. No me mola tampoco encasillarlas demasiado, pero formas de percusiones y formas de cantar me inspiran. En el estudio voy ejecutando y es casi inconsciente porque es una intuición, una persecución a lo que me está apeteciendo hacer y a lo que considero que va a llevar la canción al límite y al mejor sitio. De manera inconsciente, seguramente haya reflejo de muchas músicas en general.
En Mi Norte dice que tener miedo a que algo se termine es normal. ¿Cree que la gente en general debe aventurarse más a los cambios e intentar cambiar de aires?
Sí. Es un debate porque haces ese desapego a que algo puede terminar, pero sobre todo es una cosa terapéutica. Tener miedo es normal, yo tengo miedo también. Está más dirigido hacia decirle al otro: “Yo también tengo miedo, no te preocupes”.
En el álbum ha trabajado Tiny como productor. Él lo ha hecho con figuras como Rosalía o Bad Bunny. ¿Usted querría enfocarse al mainstream o la colaboración se da simplemente por sinergias?
Qué va. Tiny es una locura. Lleva desde los 14 años haciendo su propia propuesta. Es muy bueno, muy talentoso y tiene mucha sensibilidad. Es un referente para toda la gente que escucha estos ritmos. La colaboración es emocional, artística y de disfrutar. Me inspira lo que hace. Yo quiero unirme con él, divertirme y buscar un punto de encuentro donde estemos cómodos los dos. Al final, buscamos lo mismo. Cuando hago música, también estoy buscando otras formas, otros métodos. Es todo compatible, no pasa nada. Me gusta reducir mucho si me gusta algo o no me gusta. Me da igual que tenga un patrón de batería más reguetón o un patrón de drums más rockero. Si me hace sentir algo que siento que tiene valor, está bien.
El amor, el desamor y las relaciones interpersonales suelen estar dentro de las temáticas de las letras. ¿Qué le inspira de ellas?
Todo. Es el motor del movimiento de mi vida. El amor es lo que más me inspira siempre. Y creo que a todos mis cercanos, igual. O sea, el amor te pone en un sitio muy elevado. Hay una magia ahí que envuelve, que la persigues y vas a por ella y, de repente, sacas unas conclusiones. Todos somos lo mismo, todos sentimos eso.
Como comentábamos antes, en el tema audiovisual ha trabajado con Torso, que es una productora que ha colaborado con Nicki Minaj o la marca Burberry. Y siempre suele darle gran importancia al apartado audiovisual, aún en un momento en el que por las nuevas formas de consumo tan espontáneas tiene menos importancia. ¿Por qué?
Porque le doy valor. No forma parte de mí sacar una propuesta sin realmente sentir que estoy orgulloso de ella. Visualmente, aparte de que me apasiona y me gusta mucho. Generar esa emoción y ese cuidado es importante para mí.
Colabora también con Ian Isiah, un referente de la comunidad LGTBIQ en Estados Unidos. En Uno de eses gatos, en el vídeo salen cuerpos no normativos, personas racializadas y del colectivo LGTBIQ. ¿Es intencionado?
Claro, es una oda a la libertad, al amor, a la pasión… Estamos todos en el mismo barco.
En una entrevista a Villano Antillano con este periódico, incidió en que ser neutral no es la posición de un artista real. ¿Está de acuerdo?
Me encanta. Hay a quien le cuesta más, a quien le cuesta menos… No le puedes exigir a alguien que haga algo. Tenemos que hacer eso, representar lo bonito, lo bueno, la libertad, el ser cada uno quien es… El darle valor a las cosas o el hacernos homenajes a todos.
¿Darle valor en qué sentido?
Darle valor al mensaje. Realmente, igual hay mucha gente viendo un videoclip, pues le das valor y de repente estás sacando algo que puede ser cool. No hace falta que lo hagas siempre; cada propuesta es diferente. No hacer las cosas porque sí, sin cariño, sin pensar en nada me da un poco de bajón, pero cada uno que haga lo que quiera.
Sí, pero bueno, precisamente las personas racializadas o LGTBIQ a veces no se ven tan representadas en la escena musical.
Claro.
En el pasado, estuvo a nada de jugar en el RC Celta y de dedicarse al fútbol profesional. Ahora, C. Tangana, con quien tiene una canción, hará el himno del centenario del que fue su club. ¿Qué le parece?
Brutal. Me encanta. Estoy deseando escucharlo. Él, además, siempre tuvo esta relación con Vigo. Y mira, es mucha responsabilidad.
¿Le hubiese gustado participar?
Es demasiada responsabilidad. Yo se lo dejo al Pucho [risas].
En Familia habla de que no sabe a dónde está yendo, pero que desde el Puente de Rande visualiza sus planes. Y la intención de no querer ser un cantante es un poco obvia. ¿Hacia dónde quiere ir?
Quiero seguir llevándome al límite como artista, aprendiendo. Cómo quiero tomarme la vida con mi gente, con todo en general y seguir caminando de la mejor manera. Me quito mucho del plano profesional, más que en lo personal, que le doy mucha prioridad.
Entonces, no quiere ser un cantante pero tampoco define exactamente qué quiere ser.
No. Quiero ser la mejor versión de mí mismo, para mí y para los que me rodean.