Este blog se ocupará de las series más influyentes del momento, recomendará otras que pasan más desapercibidas y rastreará esas curiosidades que solo ocurren detrás de las cámaras.
'Fortitude' temporada final: el thriller ártico más tenso se despide a lo grande
De un tiempo a esta parte, el audiovisual contemporáneo ha vivido lo que se ha convenido en llamar el esplendor del thriller nórdico. La popularidad de obras tan consistentes como la saga Millennium abrió la puerta a la distribución de cine de altísima calidad, como las adaptaciones de Los casos del Departamento Q, pero también a series tan sorprendentes como Bron/Broen –El Puente– , The Killing: Crónica de un asesinato, Absuelto o Bedrag. Y, sin embargo, sigue sin hablarse de su respuesta aún más al norte, más marcada por el paisaje, menos civilizada, más aterradora: el thriller ártico.
Recientemente, y gracias también a series como The Terror, el fenómeno ha empezado a afianzarse con fuerza con un máximo representante claro: la británica Fortitude. Su mezcla de trama criminal, elementos sobrenaturales y aislamiento de un entorno natural hostil han convertido sus dos primeras temporadas en una serie de culto moderna.
A pesar de todo, ha llegado el momento de despedirla: Fortitude estrena su tercera y última temporada el 7 de diciembre en Reino Unido y en España se podrá ver en exclusiva en Movistar Series. Una temporada final de cuatro episodios en la que sus creadores han decidido jugársela a un 'todo o nada' cargado de tensión.
Más tensión a menos temperatura
Se cuenta que hace tiempo, Fortitude fue un tranquilo pueblo pacífico y bello, rodeado por el salvaje frío del Ártico, dónde uno podía llegar si quería huir de todo y empezar de cero. Pero como vimos en las dos primeras temporadas, este lugar esconde muchos más secretos de los que la nieve deja ver.
En este nuevo viaje, dos policías llegan a Fortitude procedentes de Oslo, dispuestos a no dejar que se repitan eventos como la brutal muerte del alcalde corrupto Erling Munk –interpretado severamente por Ken Stott– , con el que se cerraba la segunda temporada. Deben averiguar la verdad de lo sucedido nueve meses atrás. Pero no están, ni mucho menos, preparados para lo que pueden encontrarse en este extrañísimo triángulo de las Bermudas congelado, en el que lo sobrenatural late con fuerza entre la ventisca.
Entre los lugareños, se comenta que un virus prehistórico campa a sus anchas por el pueblo. Que las amenazas no han terminado, siguen ahí, al acecho de cualquier desprevenido. Mientras, la tensión crece a marchas forzadas: el sheriff Dan Anderson –a quien da vida un excéntrico Richard Dormer que reconoceremos como el Beric Dondarrion de Juego de Tronos– , y su mano derecha Eric Odegard –Björn Hlynur Haraldsson– , viven con el miedo a que el asesinato que cometieron entre todos se descubra con la llegada de los forasteros. Al tiempo que la científica Nathalie Yelburton –una estupenda Sienna Guillory a quien hemos visto en la no menos desconcertante High-Rise– , descubre que el parásito que vive alojado en su interior podría tener un origen que no es de este mundo.
Todo, mezclado con la dosis adecuada para crear una serie absolutamente inclasificable, a medio camino entre el onmipresente aire sobrenatural propio de Twin Peaks, y el ritmo de montaje y tensión en el diálogo de Borgen, tocados por la irremediable gravedad del thriller post True Detective.
Un desenlace en el que, bien se puede ver en estos nuevos episodios, no se ha escatimado en recursos: la tercera temporada de Fortitude cuenta con un despliegue de producción sin precedentes, condensado esta vez en sólo cuatro capítulos, rodados por primera vez en el Ártico a temperaturas de -30 grados. Con un equipo que vivía rodeado de osos polares, y que rodaba con guardas armados alrededor del plató debido a que en la zona los peligrosos animales superaban en número a la población civil.
Cuatro episodios que parecen una olla a presión en la que volvemos a ver los rostros de Dennis Quaid –a quien recordamos de Frequency– como Michael Lennox, Luke Treadaway –de Penny Dreadful– como el científico Vincent Rattrey, amén del inesperado regreso en forma de recuerdo Hildur Odegard, el personaje interpretado por Sophie Grabol que aparecía en la primera temporada. Un retrato rural, que mezcla con sorprendente habilidad los recursos del terror sobrenatural con los de thriller nórdico para ofrecer algo único.
De un tiempo a esta parte, el audiovisual contemporáneo ha vivido lo que se ha convenido en llamar el esplendor del thriller nórdico. La popularidad de obras tan consistentes como la saga Millennium abrió la puerta a la distribución de cine de altísima calidad, como las adaptaciones de Los casos del Departamento Q, pero también a series tan sorprendentes como Bron/Broen –El Puente– , The Killing: Crónica de un asesinato, Absuelto o Bedrag. Y, sin embargo, sigue sin hablarse de su respuesta aún más al norte, más marcada por el paisaje, menos civilizada, más aterradora: el thriller ártico.
Recientemente, y gracias también a series como The Terror, el fenómeno ha empezado a afianzarse con fuerza con un máximo representante claro: la británica Fortitude. Su mezcla de trama criminal, elementos sobrenaturales y aislamiento de un entorno natural hostil han convertido sus dos primeras temporadas en una serie de culto moderna.