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'Hannibal', el alimento de tus peores pesadillas

Atención: spoilers de la segunda temporada y detalles del arranque de la tercera

Algunas series viven muy cómodas en el ostracismo a las que les ha condenado los índices de audiencia. La mayoría cumple su ciclo vital, condenado a ser muy corto, sin hacer demasiado ruido… y luego está Hannibal, una serie en la sus responsables han aprovechado la circunstancia desarrollando una libertad creativa que no depende de unos índices que no remontan tras la emisión de cada capítulo.

La serie de Bryan Fuller dejó muy claro en su primera temporada que no iba a ser una adaptación televisiva de un relato con millones de seguidores. Pero aunque su creador se mantenía firme, todavía lo hace, en su intención de hacer por lo menos cinco temporadas, los pocos espectadores que se quedaron hasta el final hacían muy difícil prever que conseguiría la renovación. Entonces se produjo el primer milagro, NBC le dio un voto de confianza pero con la condición de moverla a la noche de los viernes. Una buena noticia para los fans que encerraba una ‘pequeña’ trampa: la noche de los viernes en la franja en la que van a morir muchas series en EE UU.

La segunda temporada no fue mejor en audiencia pero tampoco mucho peor, lo que unido al sistema de producción de la serie, que no le genera mucho gasto a la cadena que la emite en EE UU y se amortiza con las ventas internacionales, las alabanzas de los críticos televisivos y el apoyo de sus fans más apasionados en redes sociales, que se autodenominan fannibals, obraron un segundo milagro. Hannibal vuelve esta semana, el 4 de junio en EE UU y al día siguiente en AXN España, con una tercera temporada que demuestra que sigue moviéndose al margen de las reglas que marcan lo que pueden mostrar y lo que no las series que se emiten en abierto en las cadenas estadounidenses y por qué es una de las series más perturbadoras, gráficas y mejor rodadas de la televisión actual.

Hannibal juega con las emociones que es capaz de despertar en el espectador, no se lo pone fácil a los que presumen de tener un estómago de hierro ante determinadas escenas y pone a prueba sus conocimientos previos por la forma de trasladar el relato original. La tercera temporada será una adaptación libre de El dragón rojo y sus responsables todavía mantienen el plan de que la cuarta y la quinta temporada, si las hay y se resuelve un conflicto de derechos, se dirijan hacia El silencio de los corderos, pero los fans ya saben que nada de lo trate la Hannibal televisiva parecerá reciclado.

Esta tercera tanda de 13 capítulos arranca con uno de los mejores que ha servido la serie hasta la fecha y también con uno de los más extraños, como ya adelantó Bryan Fuller en la pasada Comic Con. Después del gigantesco cliffhanger que cerró la segunda temporada, Hannibal y Bedelia están disfrutando de los placeres de Florencia y las víctimas de la última cena roja del caníbal en Estados Unidos están recuperándose de sus heridas, sin que los espectadores sepamos todavía quién consiguió sobrevivir.

El doctor Lecter está más desatado que nunca, ahora que casi no tiene que guardar las apariencias, y Bedelia empieza a sufrir las consecuencias de una vida junto a él, como le pasaba a Will en las dos primeras temporadas. También está desatada la ya espectacular estética de la serie. Vincenzo Natali (Cube) vuelve a repetir como director en un capítulo construido a base de flashback, que son viajes a las mentes de Hannibal y Bedelia, y referencias visuales sobre la trampa en la que empieza a verse el personaje de Gillian Anderson.

Bryan Fuller demuestra conoce muy bien a sus fans de la serie y sabe cómo lanzar el cebo, como haría Hannibal con sus víctimas, de una tercera temporada que promete seguir elevando el nivel de la serie. Para los que todavía no son fans y quieran poner a prueba sus aprensiones, las dos primeras temporadas están disponibles en VOD en Movistar TV y Yomvi. ¡Bon Appetit!

Atención: spoilers de la segunda temporada y detalles del arranque de la tercera

Algunas series viven muy cómodas en el ostracismo a las que les ha condenado los índices de audiencia. La mayoría cumple su ciclo vital, condenado a ser muy corto, sin hacer demasiado ruido… y luego está Hannibal, una serie en la sus responsables han aprovechado la circunstancia desarrollando una libertad creativa que no depende de unos índices que no remontan tras la emisión de cada capítulo.