Este blog se ocupará de las series más influyentes del momento, recomendará otras que pasan más desapercibidas y rastreará esas curiosidades que solo ocurren detrás de las cámaras.
'House of Cards': terror contra el terror
Acostumbrado a abrir las puertas del infierno a su paso, en la cuarta temporada de House of Cards Frank Underwood vivió el suyo particular, o más bien el que él se había creado pagando una tras otra las consecuencias de todas sus maquinaciones, conspiraciones y delitos de sangre.
La quinta temporada (disponible a partir del 31 de mayo en Movistar+) pone fin a la guerra de los Underwood por la primera línea del poder y el reconocimiento. Una guerra que siempre estuvo latente y era inevitable entre dos egos inmensos que se compenetraban, se necesitan y limpiaban las miserias de cada uno en aras de la supervivencia y protección de su poder.
Durante 13 capítulos asistimos a la peor guerra de todas, porque aunque Frank va siempre dos pasos por delante de sus rivales y de la audiencia, el enfrentamiento con Claire, la persona que mejor le conoce, iba a tener consecuencias imprevisibles. Al final, se produjo una bajada a los infiernos de ambos para volver a encontrar los puntos que los mantienen unidos y, sobre todo, conseguir resurgir todavía más fuertes.
Al frente de la Casa Blanca y de House of Cards ya no está solo la figura inabarcable de Frank. Ya no es válido, si alguna vez lo fue, hablar de la serie del maquiavélico Underwood sin hablar también de la de Claire Underwood. Si House of Cards sigue sumando temporadas, podríamos llegar a ver sentada en el despacho oval a la primera presidenta de Estados Unidos, aunque sea solo en la ficción.
Los Underwood han cicatrizado con fuego sus heridas y han vuelto dispuestos a seguir sembrando, más todavía, el terror que los ha llevado a dominar lo que se ve y lo que no se ve de las cloacas políticas de Washington.
En esta temporada los Underwood se enfrentan a enemigos y amenazas, que podrían convertirse en sus mayores aliados y ventajas si les son útiles para perpetuarse en el poder. Por un lado, el grupo terrorista islamista ICO, que marcó el tramo final de la cuarta temporada; continúa también la carrera presidencial que enfrenta a Frank ante Will Conway, que quiere venderse como su alter ego rejuvenecido y que todavía conserva una pizca de humanidad; y vuelve a estar presente una vez más el papel de los medios de comunicación.
Del grupo de periodistas que empezó en la primera temporada a poner el foco en algunas de las maquinaciones más sucias de los Underwood solo queda Hammerrschmidt, quien después de perder colaboradores y posición profesional, suma a su deber como periodista un componente de motivación personal tan reivindicativa para la profesión como peligrosa para los Underwood.
House of Cards nació en la era Obama y está a punto de adentrase en su etapa más oscura con Trump sentado en la Casa Blanca. Lo que hace unos años eran sentencias lapidarias de Frank Underwood en la ficción, ahora se han convertido en citas reales en los titulares de prensa. Como las pruebas más escandalosas de que no son buenos tiempos para la política, ni para la que trata de parar los pies a Frank, ni para la que nos afecta en el día a día.
Y es que, como proponía The Guardian hace unos días: ¿frase de Trump o frase de Underwood?
Acostumbrado a abrir las puertas del infierno a su paso, en la cuarta temporada de House of Cards Frank Underwood vivió el suyo particular, o más bien el que él se había creado pagando una tras otra las consecuencias de todas sus maquinaciones, conspiraciones y delitos de sangre.
La quinta temporada (disponible a partir del 31 de mayo en Movistar+) pone fin a la guerra de los Underwood por la primera línea del poder y el reconocimiento. Una guerra que siempre estuvo latente y era inevitable entre dos egos inmensos que se compenetraban, se necesitan y limpiaban las miserias de cada uno en aras de la supervivencia y protección de su poder.