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Este blog se ocupará de las series más influyentes del momento, recomendará otras que pasan más desapercibidas y rastreará esas curiosidades que solo ocurren detrás de las cámaras.

'Veep' séptima temporada: la última oportunidad de Selina

Imagen del episodio tres de la séptima temporada de Veep. ©2019 Home Box Office, Inc. All Rights Reserved.

Belén Gómez

La figura del vicepresidente como líder en la sombra, acariciando un poder absoluto pese a que de cara a la galería deba agazaparse tras las espaldas de una persona mucho más débil, fue una de las grandes protagonistas de la temporada de los Oscar. A Dick Cheney, interpretado por Christian Bale, jamás le hizo falta sentarse en el Despacho Oval para gobernar los EEUU, como nos dejaba bien claro Adam McKay en su último film. Para Selina Meyer, sin embargo, esto nunca fue suficiente.

Ya fuera por simple incompetencia, o por su ambición de pasar a la historia norteamericana al encargar la construcción de una biblioteca presidencial, el personaje interpretado por Julia-Louis Dreyfus quería algo más que ese poder puro e ilimitado que el protagonista de Vice detentaba sin excesos, sin ganas de salir en la foto. Las tramas de la serie Veep —con un título formado, al igual que el film de McKay, a partir de una ingeniosa paráfrasis de la palabra “Vice President”—, en cambio, siempre han transitado por lo público y la importancia de las apariencias, que sus personajes trataban de mantener desesperadamente para impulsar su carrera política.

Ha sido en la esfera pública, frente a las cámaras y los medios, donde Selina Meyer y su fiel gabinete no han dejado de meter la pata, y de improvisar para tratar de arreglarlo, a partir del mismo inicio de Veep en 2012. Desde entonces han transcurrido siete años y seis temporadas en las que su protagonista ha caído, se ha levantado, y se ha vuelto a caer envuelta en un ridículo aún peor, pero los pasillos de la Casa Blanca aún no le han escuchado decir la última palabra.

Selina Meyer quiere ser presidenta de los EE.UU. Jamás ha querido otra cosa. De hecho, ya lo logró hace tiempo, a finales de la tercera temporada, pero no muchos capítulos después tuvo que asistir a una terrible derrota que le hizo replantearse toda su carrera. Pero ahora ha vuelto a presentarse a las elecciones con más ganas que nunca, y en la séptima y última temporada de Veep descubriremos qué tal le sale el empeño… y qué salvajadas dice por el camino.

En una escena de esta tanda final de capítulos, Selina está repasando un discurso que le han preparado sus asesores cuando lee algo que no le acaba de convencer. “¿La presidenta de todos los americanos…? ¿De… todos, todos?”, pregunta, a lo cual le proponen que lo cambie por “los verdaderos americanos”. Eso parece que le gusta más. “Genial, ya pensaremos luego qué significa”.

Si parece un diálogo salido de una reunión de Donald Trump con su gabinete es porque, efectivamente, los guionistas lo han querido así. Porque saben que, por mucho que su serie se ambiente en un universo alternativo donde los personajes se niegan a revelar el nombre de su partido y no hay referencias a presidentes posteriores a Ronald Reagan, la realidad de los EE. UU. es más urgente y compleja que nunca. Y una sátira política del cariz de Veep, sencillamente, no puede hacer oídos sordos a esto.

Al filo de la actualidad

La tragicómica historia de Selina Meyer comenzó mucho antes de que ésta, como senadora de Maryland, vislumbrara una oportunidad irresistible de impulsar su carrera. El escocés Armando Ianucci estrenó The Thick of It en 2005 para la BBC, y muy pronto la historia de este ministerio británico ficticio fue aclamada por la crítica, hasta el punto de motivar un spin-off en forma de película en 2009 (In the Loop), y más tarde la idea de un remake norteamericano desarrollado por el mismo Ianucci.

La cosa no cuajó y, en lugar de una reformulación de The Thick of It, acabamos descubriendo la historia de Selina y los fieles miembros de su gabinete: desde el solícito Gary (Tony Hale) hasta la siempre atribulada Amy (Anna Chlumsky). A partir de sus avatares Ianucci y su equipo de guionistas —de los cuales David Mandel ha acabado tomando el relevo como showrunner en esta última etapa— trazaban una panorámica despiadada de la política estadounidense, pero siempre dejando en manos del espectador descubrir si ésta se inspiraba directamente en algún aspecto de la realidad.

Hasta 2016. Durante el rodaje de la sexta temporada Donald Trump fue elegido presidente, y de eso no había guionista que pudiera hacer un chiste sin parecer frívolo o quedarse corto: la realidad había atropellado a la ficción. No obstante, el equipo tras Veep no dejó de intentarlo, y desde entonces su comentario político ha ido ganando agresividad al mismo tiempo que perdía ganas de refugiarse en ese universo paralelo. Pasando de ser El ala oeste de la Casa Blanca protagonizada por chapuzas a un American Horror Story: Cult queriendo extraer una risa amarga del caos más terrorífico.

Sin descuidar, en ningún caso, los elementos que han definido el show de Ianucci desde 2012. El estilo cinema verité sigue reforzando el peso de los chistes y los silencios, los diálogos se mantienen tan ágiles como si Aaron Sorkin hubiera querido por fin escribir personajes incompetentes, y Julia Louis-Dreyfus demuestra con la soltura a la que estamos habituados que los seis Premios Emmy consecutivos que lleva ganados gracias a su personaje se quedan cortos.

Por no hablar de su habilidad para el insulto sofisticado, y para transmitir una vergüenza ajena más intensa si cabe cuando pensamos que esos personajes podrían no ser muy distintos a los que nos gobiernan en la vida real. Veep lleva seis temporadas incomodando sin cesar al espectador, y ahora que llega el final y Selina se enfrenta a la prueba definitiva, no podemos sino estremecernos de placer culpable al imaginar la cantidad de pifias que cometerá en su camino de vuelta a la Casa Blanca.

¿Conseguirá Selina Meyer ser presidenta? ¿Logrará conciliar su ambición y egocentrismo con sus complicadas relaciones familiares? ¿Podrá ella junto a su equipo sobreponerse a los nuevos escándalos, a las nuevas insensateces dichas con el micro aún encendido, a la miseria moral que sobrevuela la política estadounidense? La última temporada de Veep da respuesta a todas estas preguntas, y aunque ésta no vaya a ser necesariamente la más esperanzadora para el género humano, a buen seguro que será la más divertida.

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