Este blog se ocupará de las series más influyentes del momento, recomendará otras que pasan más desapercibidas y rastreará esas curiosidades que solo ocurren detrás de las cámaras.
'Will y Grace', veinte años no son nada para una 'sitcom' imparable
Desde que la nostalgia se instaló en la industria del entretenimiento se han producido todo tipo de fenómenos. Se han adaptado códigos de la ficción teen del siglo pasado al espectador de hoy con series como Riverdale. Se han recuperado títulos míticos del cine de los ochenta como Arma Letal.
También han vuelto algunas series que marcaron a más de una generación de espectadores: Expediente X volvió para reconciliar al público con Mulder y Scully, y el regreso de Twin Peaks supuso, prácticamente, una revolución para lo que significan los cánones estéticos y narrativos de la televisión contemporánea (todas las series mencionadas están disponibles en Movistar+).
Ahora es el turno de otra serie de culto: Will y Grace vuelve por todo lo alto tras terminar su octava temporada en 2006. Once años después, parece que todo el mundo les estuviese echando de menos: su retorno no solo fue un éxito de público en Estados Unidos, también de crítica que la recibió con los brazos abiertos como la sitcom rompedora y de verborrea ágil que siempre fue. La NBC no tardó en anunciar su renovación para una décima temporada. Ahora la serie completa está disponible en exclusiva a Movistar+, reboot incluido, desde el pasado 1 de junio.
No era adiós, era hasta luego
Han pasado veinte años desde que conocimos a Will (Eric McCormack) y Grace (Debra Messing). Él era un abogado gay y ella una decoradora de interiores heterosexual. Ambos eran amigos íntimos e intentaban sobrevivir a la voracidad del Nueva York de principios del siglo XXI. El mismo tiempo hace que vimos por primera vez a Jack (Sean Hayes), el increíble e histriónico vecino de Will que nunca encontraba su trabajo ideal, y a la incisiva Karen (Megan Mullaly), una mujer montada en el dólar y aficionada al alcohol.
Cuatro personajes que durante años se convirtieron en la compañía cómica favorita de los salones y las televisiones de media Norteamérica. No en vano, tuvieron una más que notable media de casi 14 millones de espectadores a lo largo de sus ocho temporadas.
Precursora en términos de representatividad de la diversidad afectiva–tanto Will como Jack se convirtieron en estrellas de una ficción LGBT+ en ciernes–. Renovadora de una mirada viscómica particular: Will y Grace fue, durante el impasse del cambio de siglo, una de las comedias más celebradas –cuenta con 16 Emmys a su espalda– y mordaces del panorama estadounidense.
Su regreso clamaba por hacerse real en estos tiempos convulsos para el país de las barras y las estrellas. Diez años después de haberse despedido de sus personajes, los cuatro protagonistas se reunieron para realizar un sketch promocional en apoyo a la campaña presidencial de Hillary Clinton contra Trump. El vídeo se hizo viral y la NBC vio con buenos ojos, vista la expectación, darle una nueva bienvenida a una serie de la que jamás debió despedirse.
Nuevos tiempos, misma química
Si delante de las cámaras repetían los cuatro actores que hicieron de Will y Grace lo que es hoy, una comedia de culto, detrás de las cámaras había que estar a la altura. Por eso vuelven los mismos guionistas, regresa James Burrows, quien dirigiese todos y cada uno de los 194 episodios de la serie original, y también los showrunners originales, David Kohan y Max Mutchnick –en cuyas vivencias se inspira la serie–.
No obstante, no todo sigue igual. Los años no pasan en balde y, cuando dijimos adiós a Will y Grace, los dos amigos no se hablaban debido a las diferencias con sus respectivas parejas. Pero como si aquello hubiese sido un mal sueño, en este reboot no hay rastro de aquel final gracias a un reseteo solucionado, como debiera ser, con un gag a la salud de Karen.
Will y Grace vuelven haciendo borrón y cuenta nueva, pero con la misma química cómica que hacía especial a la original. Y adaptando sus discursos a los nuevos tiempos que les toca enfrentar: vivir la crisis de mediana edad siendo progresista y con Trump en la presidencia.
Todas las temporadas de Will y Grace están disponible en Movistar+ desde el pasado 1 de junio.
Desde que la nostalgia se instaló en la industria del entretenimiento se han producido todo tipo de fenómenos. Se han adaptado códigos de la ficción teen del siglo pasado al espectador de hoy con series como Riverdale. Se han recuperado títulos míticos del cine de los ochenta como Arma Letal.
También han vuelto algunas series que marcaron a más de una generación de espectadores: Expediente X volvió para reconciliar al público con Mulder y Scully, y el regreso de Twin Peaks supuso, prácticamente, una revolución para lo que significan los cánones estéticos y narrativos de la televisión contemporánea (todas las series mencionadas están disponibles en Movistar+).