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La SGAE quiere pinchar “la rueda” de la madrugada televisiva

Autores en "la rueda" llegaron a facturar 300.000 euros anuales por actuar en la franja horaria nocturna

Peio H. Riaño

18 de enero de 2022 22:31 h

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En la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) llamaron al chanchullo “la rueda” porque era un chiringuito que beneficiaba a unos pocos. Muchos de ellos llegaron a facturar más de 300.000 euros anuales por actuar en la franja horaria con menos audiencia y con más recaudación en derechos de autor. “Era una fórmula legal pero injusta”, explica el actual presidente de la SGAE, Antonio Onetti, que abrirá un proceso de votación a partir del 28 de enero para que los más de 120.000 socios de la entidad más importante de España decidan si cambiar el método de recaudación de sus derechos en las televisiones. El resultado de la decisión se conocerá el próximo 9 de febrero, cuando se celebre la Asamblea General Extraordinaria que podría poner el punto final a un sistema que ha durado 15 años y que ha favorecido a poco más de 300 músicos y a las editoras de las televisiones.

El nicho de negocio de la franja nocturna invisible llegó a superar el 40% de lo facturado a las teles hasta que en 2019, por reforma de la Ley de Propiedad Intelectual, se le puso un tope del 20%. A esta medida se negó el PP, las editoriales de las televisiones y los músicos que se beneficiaban de la emisión de sus obras en horario con ausencia de audiencia significativa. “Esto no va de músicos contra editores, ni de músicos contra músicos”, dice a este periódico Antonio Onetti.

“La inmensa mayoría de los músicos que participaron de la emisión de noche lo hicieron con su mejor voluntad, tocando donde les ofrecían trabajo. Y la inmensa mayoría son grandes artistas y compositores que antes y después han trabajado en otros canales en vivo, en grabaciones, etc. y seguirán haciéndolo”, explica Onetti. Pero la rueda se acabó. El presidente asegura que la nueva fórmula de reparto no pretende acabar con el trabajo de los músicos, sino que cobren en función del momento en el que su repertorio sea difundido. Este ajuste en el reparto afectará tanto a los autores cuyas actuaciones o videoclips se emiten en el espacio Minutos musicales de Antena 3 y La Sexta a partir de las tres de la mañana como a los que participan a partir de la 1:30 en Los conciertos de Radio 3 de La 2, entre otros. Los espacios que fueron creados por las cadenas de televisión para aprovecharse del sistema de “la rueda” perderán la rentabilidad extraordinaria que generaban. Ahora, con una tarifa ajustada a la audiencia podrían correr el peligro de desaparecer.

“No pueden existir los privilegios con una fórmula injusta. No es un derecho, simplemente es una ventana que se cierra y que pretende que el dinero vaya al músico con audiencia. Los que tengan menos audiencia cobrarán menos. Había que corregir este sistema pervertido”, añade Onetti sobre los efectos que causará en los músicos de la franja de madrugada.

Hachazo a la noche

En los años más disparatados, las canciones emitidas de madrugada llegaron a suponer el 70% de los ingresos que generaba la música en la pequeña pantalla. Aunque solo la escuchara un 1% de la audiencia. De aprobarse la nueva fórmula de reparto propuesta por la Junta Directiva de la SGAE, se prevé que los músicos de la madrugada pasen a cobrar un 5%. “Será el mercado el que regule. La SGAE seguirá ingresando el mismo dinero, pero como dice ese aforismo sagrado de los derechos de autor, que el autor siga la suerte de su obra. Será la música que suene en prime time la que se beneficie y no la madrugada”, apunta el presidente.

Antes era la franja horaria la que decidía el beneficio y el nuevo modelo pretende que sea el mercado el que tenga la última palabra. “No queremos que haya distorsión en el reparto y que todos los músicos jueguen con las mismas reglas, justicia y trazabilidad”, añade Antonio Onetti. Las fuentes de la entidad recuerdan que como miembros de la Confederación Internacional de Autores y Compositores (CISAC), la SGAE “debe garantizar un reparto equitativo, justo, riguroso y absolutamente transparente de derechos entre sus miembros”. El presidente recuerda que aquellos desvaríos en el reparto provocaron la marcha de autores muy importantes a sociedades extranjeras. También el nacimiento de SEDA.

La sociedad de derechos de autor tiene acuerdos cerrados con las televisiones públicas y privadas por los que estas abonan entre un 3% y un 3,5% de sus ingresos anuales a la entidad de gestión colectiva. Esto supone, en un año sin pandemia, el 35% del total de los ingresos de la SGAE. En 2020, fruto de la crisis sanitaria, la sociedad ingresó un total de 205,6 millones de euros, de los cuales cerca de 77,4 millones correspondieron al área de radiodifusión y cable. En 2019 recaudó un total de 279,4 millones de euros.

Un fraude millonario

Si la SGAE termina por aniquilar el cobro por franja horaria (que beneficiaba a la madrugada) la “escuadra romana” —como se conoce en la casa a los ruedistas— se verá muy debilitada en presencia y en voto. Los miembros que más recaudan tienen más votos y si tu recaudación mengua, tu influencia en las decisiones de la casa también. Esto ya lo denunció Antón Reixa en 2013, cuando avisó que había autores que, en connivencia con las televisiones, se estaban enriqueciendo con unos derechos de autor ficticios. Reixa fue cesado como presidente.

En febrero de 2020, la Audiencia Nacional imputó a 14 cadenas de televisión españolas por el supuesto fraude con el que socios de la SGAE y empleados de esas emisoras obtenían beneficios millonarios. El magistrado Ismael Moreno atribuyó a las televisiones un delito de corrupción en los negocios cometido por medio de organización y grupo criminal. Moreno cifró el fraude en 100 millones de euros durante el periodo investigado, entre 2006 y 2011. La trama, según las investigaciones de la Audiencia Nacional, creaba música basura y registraba falsos arreglos sobre obras musicales de dominio público para emitirse en la madrugada. Había más espacio para meter contenido que contenido, así que se dedicaron a crear canciones falsas como churros para facturar como millonarios.

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