Anabel Alonso: “En las redes dices buenos días y te responden 'buenos días para ti, subvencionada de mierda'”
Anabel Alonso es la Pruden de Los ladrones van a la oficina, Diana en 7 vidas, donde encarnó uno de los primeros papeles de lesbiana en televisión, la milagrosa voz de Dory en Buscando a Nemo, o la ya por muchos añorada Benigna de Amar es para siempre. Ahora, protagoniza La Celestina en el Teatro Reina Victoria de Madrid, después de haber pasado por Murcia, Pamplona, San Sebastián o Bilbao. Alonso es, sin muchas dudas, una de las actrices más queridas del país. Y eso se nota. Estos días es habitual ver la Carrera de San Jerónimo y la calle del Príncipe con largas colas esperando a verla.
Desde que comenzara su carrera a finales de los ochenta, Alonso nunca ha dejado el teatro. Su último montaje fue El enfermo imaginario (2019) dirigido por Josep Maria Flotats en la Compañía Nacional de Teatro Clásico donde interpretaba a Tonina, la criada bienintencionada. Ahora, en junio, rodará nueva película con Edu Soto que dirigirá Silvia Quer, Campamento Garra de Oso. “Edu y yo somos una especie de Joe Pesci y Daniel Stern en Solo en casa, unos malos mierders, me encanta poder pasar de un papel como la Celestina a un puro clown al que le caga un pájaro en la cabeza”, comenta a este periódico. Y además, estrenará Tiresias, montaje sobre el adivino griego de Edipo que dirigirá Carlota Ferrer.
Alonso dice que ha ganado en días tranquilos, “ya no es como antes que hacías las maletas y ya no sabías cuándo volvías”, afirma esta vasca de Barakaldo que ahora vive junto a su pareja, la actriz y dramaturga argentina Heidi Steinhardt, con quien tiene un hijo de cuatro años. “Ahora además salgo menos, te tomas un vino y a casa, ya ni se te calienta el morro”, dice con gran sonrisa, aunque afirma que echa de menos vagabundear por Madrid: “Sigo sacando a mis perros, pero poco más. Además, este Madrid me tiene apabullada con tanto turista, voy por la calle mirando escaparates y todo parece nuevo. Tengo la sensación, aunque viva en el centro, de que es como si bajara del monte”, afirma.
Ahora, está contenta y agradecida con un público que “entre tanto puente, calorcito y partidos del Madrid” sigue decidiendo ir a ver su Celestina. La obra, que estará en cartel hasta el 18 de junio, está dirigida por Antonio C. Guijosa y es una adaptación realizada por Eduardo Galán, autor especializado en adaptar obras clásicas del teatro y novelas de renombre de la literatura. En esta ocasión el montaje se centra en la famosa alcahueta. La obra comienza con la Celestina ya muerta recordando su propia vida. Una versión que condensa del mayor best seller del siglo XVI y que intenta humanizar y acercar a esta universal figura a nuevos públicos.
La Celestina es la obra más representada en la España democrática. Entre las actrices que las han encarnado están: Margarita Xirgu (1949), María Jesús Valdés (1956), Irene Gutiérrez Caba (1958), Amparo Rivelles (1988), Terele Pávez (1996), Charo Soriano (1999), Nati Mistral (2001), Núria Espert (2004), Gemma Cuervo (2011), Charo López (2015). Y, cómo no, José Luis Gómez que la interpretó en el año 2016.
¿Apabulla mirar el plantel de actrices que la han precedido?
Muchísimo, una barbaridad, además todo el mundo conoce la obra, todo el mundo tiene su idea. Yo no quise ver muchas grabaciones cuando estaba trabajando en el papel porque nunca voy a llegar a lo que pudieron hacer estas primerísimas figuras. Así que me dije que iba a tirar por donde me llevase mi cuerpo. He intentado hacer una Celestina cercana, vital, seductora.
Su Celestina es más bien pícara…
Sí, en otros montajes tiraban más hacia una especie de bruja sórdida y oscura con la cosa esta del conjuro. Esta es más pícara, se busca la vida, hace lo que haya que hacer, remendar virgos, hacer cosméticos, perfumes, es mediadora de amores, tiene un prostíbulo, lo que haga falta para salir adelante. El conjuro yo me lo llevo más a la superstición. No le hace falta, es como la gente que entra con el pie derecho en el campo de fútbol. Sin conjuro, yo creo que la reacción de Melibea, con las artes de Celestina diciéndole que la vida es breve, que hay que disfrutar cuando se es joven y que te puedes morir hoy mismo, hubiera sido la misma.
Siempre se habla de su vis cómica, pero está usted bien contenida en este montaje…
Claro, hay que sujetar los machos. Pero la obra tiene humor, hay gente que tiene esa visión como oscura. Además, la Celestina es una mujer que embauca, que encandila, que seduce, si es una vieja cochambrosa pues no le abrirían las puertas, ¿no? No es de carcajada ni mucho menos, pero creo que la Celestina tiene que caer bien.
¿Qué le ha costado más de este papel, lo que no pillaba?
Bueno, más allá de que el lenguaje tiene lo suyo, porque aunque esta versión de Eduardo Galán acerca el lenguaje al habla contemporáneo, la manera es bien jodida, es como ahora pero no. Eso me costó un montón. Luego hay otra cosa que me sorprende: la Celestina es que no para, camina y no para. Va de casa de Calixto a la de Melibea, va al huerto, va a la casa de Areúsa, y vuelve, y va... ese un movimiento continuo es el motor de todo. No sé cómo lo haría Amparo Rivelles, porque yo acabo con un palizón… Lo que más me costó fue hacer que ese hablar y ese estar en continuo movimiento fuese orgánico, que fuese de verdad. Creo que es una celestina más vital.
Hay una escena en la obra escrita por Galán que recoge muy bien esta Celestina. Cuando el criado de Calisto, Pármeno, gracias a las tretas de la Celestina puede yacer con una de sus chicas, Areúsa. La Celestina se queda mirando y durante el acto, en la misma cama, les anima y disfruta mirando.
Sí, eso es, pura vida. Es lo que intento dar al personaje. Cuando merienda es la que más come. Se traga todas las uvas y bebe a dos carrillos. Le gusta la vida. Más allá de las putadas que le han pasado, de que la hayan rajado la cara o la hayan emplumado, ella es puro carpe diem, le gusta vivir y no se quiere morir.
Pero acaba mal…
Sí, pero no por avariciosa como tantas veces se ha dicho. Ella se queda el collar del pago y no lo quiere repartir con Pármeno y Sempronio, pero no creo que sea avaricia lo suyo, porque es verdad que es la única que trabaja. Es la única que se juega la vida dos veces. Los otros lo único que han hecho ha sido follar. Lo paga con la vida porque se confía. Porque no cree que la vayan a matar, son como sus hijos.
Tiene la edad que en el texto se atribuye a la Celestina en la obra, 60 años, bueno, usted tiene 59…
Empecé a trabajar en televisión como mujer de Antonio Resines en Los ladrones van a la oficina y tenía 28 años, pero daba como una mujer mayor. Luego cuando tenía 50 hacía papeles de cuarenta. Siempre he estado como en un limbo espacio temporal. A mí la edad no me da impresión, nunca he tenido ese vértigo. Bueno, lo que me da mal rollo es cuando el 6 de noviembre me hagan descuentos en Renfe. Eso sí me da impresión.
Si bien a usted no le ha pasado tanto, ¿qué piensa del duro camino de muchas actrices cuando comienzan a envejecer para seguir trabajando?
Es duro. Sobre todo, la comparación. A las actrices siempre nos exigen ser guapas, elegantes, tener un tipazo, pero los hombres pueden estar calvos o con barriga. No se nos perdona. Si te arrugas mal, si te operas o te tocas, peor. Nunca vamos a estar bien, no nos consienten envejecer. Y lo peor es lo lento que es todo, ahora te aceptan las canas, poco más. Y hablo de este país, no me voy a cuando Sean Connery hacía de pareja de Catherine Zeta-Jones que es como surrealista. Hablo de aquí, donde sigue habiendo mucho prejuicio y estamos bien puteadas.
A quien diga 'me gusta la futa' yo le contesto que te gusta más el chorizo
En X (antes Twitter) es activa y clara, ha tenido numerosas polémicas sobre feminismo, con la derecha, con influencers, youtubers o, la última, con Carlos Boyero. Como la Celestina, no calla.
Pero la red es un ecosistema donde a través del anonimato se llena todo de basura, de bulos, de mentiras e insultos. En cambio, yo doy la cara y nunca he sido irrespetuosa, puedo ser irónica, tener retranca, soltar chistes, pero el insulto gratuito… En las redes tú dices buenos días, y te encuentras con un “buenos días para ti, subvencionada de mierda”.
En estas últimas semanas de fango y rosas, muchos personajes públicos han contado que la tensión en la calle está aumentando, que muchos han visto cómo ir a un restaurante podía convertirse en un episodio muy violento y desagradable, por ejemplo. ¿A usted le ha pasado algo parecido?
He de decir, y toco madera, que de momento no. Solo una vez, un hombre en una moto, no se le veía la cara, pasó junto a mí y me gritó: “Roja, hija de puta”.
La Celestina es también lenguaraz.
Es ingeniosa, es rápida y es una gran actriz.
Eso tiene que ver con usted, ¿no?
Un poco sí. Ella es mejor actriz que yo y es más embaucadora, tiene más oratoria. Yo soy más de frase corta. Voy más al grano.
¿Podría ponerse en el papel de su Celestina hoy, en el siglo XXI, e imaginar que le diría frente a ciertas situaciones?
De acuerdo.
¿Qué diría hoy la Celestina a un hombre que envejece mal?
Diría que menos mal que han inventado la viagra porque si no envejecerían mucho peor que nosotras, claro que a nosotras todavía no nos han inventado nada, quizá porque tampoco nos hace falta. Y les diría que se dejen de holgar con jovenzuelas que podrían ser sus hijas, eso también es envejecer mal. Y mira que la Celestina es una mujer de mente abierta.
La Celestina le diría a los hombres que envejecen mal que dejen de holgar con jovenzuelas
¿Qué le diría a un veinteañero que grita “quieren acabar con España”?
Que debería saber que afortunadamente no ha vivido cuando España estaba acabada. Porque cuando era una grande y libre, ni era una ni era grande ni era libre. Ahora es cuando florece.
¿Y ante un hombre que dijera: “No soy machista, pero lo de las cuotas es demasiado”?
Que deberían dejar de ir subidos en el burro todo el rato, que nos dejen a las demás un poquito también, que el camino es largo y ellos siempre han ido ahí subiditos en el burro. Les diría que compartan el burro, que además no nos lo vamos a quedar para nosotras durante siglos.
¿Y qué le espetaría a Javier Milei si se lo encontrase en una tasca castiza?
[Con voz mefistofélica Anabel Alonso recita parte del conjuro que la Celestina dice en la obra]. Conjúrate, triste Plutón, señor de las profundidades infernales. Capitán Soberbio de los ángeles condenados. Señor de los sulfúreos fuegos hirvientes. Gobernador del caos y del desorden del mundo. Eso le diría.
Y una respuesta rápida al “me gusta la fruta”…
Creo que te gusta más el chorizo. O, más finamente, como le dice Sempronio a Calisto en la obra: “¿Escociote? Lee los historiales, estudia los filósofos, mira los poetas”. Lee Ayuso, lee y deja de actuar como una niña pequeña.
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