“Por su enorme rigor en el trabajo, su cuidado exquisito de la palabra y de la expresión oral, dentro de una refinada y profunda capacidad de construir seres humanos complejos y poliédricos”. El actor Carlos Hipólito (Madrid, 1956) sonríe cuando se le recuerda el fallo del jurado que le ha otorgado el premio Corral de Comedias, del Festival de Teatro Clásico de Almagro, y que recibirá uno de los intérpretes más populares y admirados de este país el próximo 5 de julio.
“Creo que se refieren a otro”, responde Hipólito con guasa y alegría. Aunque han pasado 14 años desde que se subiera por última vez a unas tablas para representar una obra clásica, el veterano actor madrileño no ha dejado de triunfar en el teatro, en la televisión y, en menor medida, en el cine.
Carlos Hipólito no ha olvidado ni sus orígenes ni a sus maestros. “Me formé con grandes directores”, relata a eldiario.es, “como Miguel Narros, Pilar Miró o José Carlos Plaza y ellos me inculcaron el rigor y el gusto por el trabajo bien hecho. Está claro que el teatro clásico te permite aprender mucho porque con el verso vuelas con cualquier texto y, a la vez, los personajes del Siglo de Oro son muy potentes y expresan fuertes emociones. Siempre tuve nostalgia por volver al teatro clásico y espero que ahora surjan nuevas oportunidades”. “Por otra parte”, comenta, “resulta evidente que nuestros clásicos necesitan apoyo de las instituciones públicas para ser representados”.
Estudiante de Arquitectura, una carrera que no terminó, y más tarde alumno de la célebre escuela teatral de William Layton, Carlos Hipólito tiene fama de actor estudioso, minucioso en la investigación de sus personajes y apasionado de su profesión.
Cuentan también algunos compañeros que es un tipo jovial, sencillo y nada divo, a pesar de que su trayectoria de cuatro décadas está jalonada de premios y de éxitos. En la actualidad, figura como uno de los protagonistas del musical Billy Elliot, basado en la película del mismo título, y que se mantiene en la cartelera de Madrid desde hace meses.
Si bien repite, una y otra vez, que la suerte siempre le ha acompañado (“sobre todo porque he contado con grandes maestros”), lo cierto es que nunca le ha faltado el trabajo en una profesión tan inestable y azotada hoy por la crisis como la de actor.
En cualquier caso, Hipólito declara su amor por el teatro que define como “un arte imbatible porque se representa en directo y con la participación del público”. “En una época de realidad virtual”, opina, “donde vivimos muchas cosas a través de las pantallas, la emoción en vivo del teatro resulta imbatible contra las nuevas tecnologías”.
Lleva razón, porque el espectáculo teatral ha sido dado por muerto en numerosas ocasiones, pero ni el cine ni la televisión ni Internet han acabado con la magia de un texto brillante y unos buenos actores en escena. Desde hace 2.000 años un actor se mide en el teatro porque, a juicio del premiado en el Festival de Almagro, “en un escenario siempre sabes si conectas o no con el público, la respuesta es inmediata”.
Protagonista de obras aclamadas por el público en los últimos años como Arte, de Jasmina Reza; o El método Grönholm y El crédito, ambas de Jordi Galcerán, por citar algunos ejemplos, Hipólito destaca que han surgido autores en España que han sabido conectar con las nuevas generaciones, como Miguel del Arco, Ernesto Caballero o Alfredo Sanzol, y han creado personajes y situaciones cercanos a las inquietudes de hoy.
Hace pocos años los seguidores de Carlos Hipólito descubrieron en Follies, un deslumbrante montaje de Mario Gas, al actor madrileño como cantante e intérprete de teatro musical. A aquella obra siguieron Sonrisas y lágrimas y ahora Billy Elliot, Hipólito comenta entre carcajadas que siempre le gustó cantar, pero no le habían dejado subirse a un escenario como cantante. “Mario Gas sabía”, aclara, “que yo cantaba y que de jovencito había asistido a clases de baile y de canto. Por eso me ofreció aquel papel en Follies.
Admite que el musical “siempre me gustó como espectador y, en los últimos años, este género ha vivido un auge en nuestro país fruto de montajes de alta calidad y muy dignos”. Y resalta que “el teatro sólo se divide en bueno y malo más allá de que el género sea el musical, el mimo, la comedia o el drama”.
Como aval de su opinión, señala que los tres musicales citados serían buenas obras de teatro aunque prescindieran de la música. Pero, además, la espectacularidad de constantes cambios de escenario y de amplios elencos explica que algunos musicales se mantengan durante meses o años en las carteleras de las grandes ciudades.
Tal vez la asignatura pendiente de Hipólito haya sido el cine, a pesar de haber intervenido en una veintena de filmes y de haber trabajado a las órdenes de directores de primera fila como Carlos Saura, José Luis Garci o Pilar Miró, entre otros. “No me quejo”, afirma el actor, “aunque debo reconocer que nunca me ha tocado digamos la película del año, esa con tirón del público y que se convierte en un acontecimiento. Pero he mantenido muy buena relación con el cine y espero que ahora me llamen más, a mis 62 años, para interpretar papeles de abuelo”.
Por el contrario, la relativa mala suerte con la gran pantalla la ha compensado con creces en la pequeña, con su intervención en innumerables y populares series de televisión que van desde Médico de familia o El comisario a El Ministerio del Tiempo o Vis a vis. Pero donde Hipólito, o mejor dicho su reposada e inconfundible voz, se ha convertido en alguien familiar para millones de espectadores ha sido en Cuéntame, una serie de incontestable éxito que lleva 19 temporadas en TVE con unos importantes datos de audiencia.
“Ignoro cuál es la receta que explica un interés tan continuado de los espectadores”, afirma la voz en off de un Carlitos Alcántara ya maduro. “Hay que recordar que la fórmula de esta serie se ha exportado a países como Italia, Portugal o México. Desde luego influye en su popularidad esa mirada sobre nuestra historia reciente, de la que andamos tan necesitados; y también que millones de personas se hayan encariñado con la familia Alcántara”.
Mientras sigue con las representaciones de Billy Elliot y prepara una nueva serie para Tele 5, Carlos Hipólito está muy agradecido con Castilla-La Mancha. “No solamente me dan el premio en Almagro”, cuenta, “sino que además me han nombrado arcipreste y embajador de Hita, un precioso pueblo medieval en la Alcarria. O sea, que estoy encantado con el cariño de los castellano-manchegos”.