Elvira Sorolla formó parte de Cuarta Pared desde su fundación en el año 1985 en su primera sede en la calle Olivar del barrio madrileño de Lavapiés. Al principio trabajó como actriz, aunque pronto dejó el escenario para desempeñar tareas de ayudante de dirección. Desde ese lugar ha estado ligada a toda la trayectoria de la Compañía Cuarta Pared desarrollando “una labor fundamental, eficaz y silenciosa”, según palabras del Javier G. Yagüe, compañero de Sorolla y director de la Cuarta Pared, Premio Nacional de Teatro 2020. Elvira falleció este martes 4 de julio en la ciudad de Madrid a causa de un ictus a la edad de 68 años.
Participó en montajes reconocidos por la crítica y público como Las manos (1999), Rebeldías posibles (2007) o Nada que perder (2015). En los últimos 15 años compaginó su labor como ayudante de dirección con la coordinación general de ETC (Espacio Teatro Contemporáneo), el área de investigación de la Sala Cuarta Pared. Un lugar fundamental en la investigación del teatro madrileño desde donde Sorolla ejerció de anfitriona de muchos profesionales que hoy ocupan un lugar relevante en nuestra escena como María Velasco, Julián Fuentes, Jesús Rubio Gamo o los hermanos Quique y Yeray Bazo. “Quizá su mayor virtud haya sido que cualquier persona que se relacionaba con ella sentía que Cuarta Pared era como su casa”, afirma Javier G. Yagüe. Todo el mundo conocía a Elvira en la Cuarta Pared, conversó e introdujo al universo de la Cuarta Pared a los cientos de alumnos y creadores que pasaron por la sala. La profesión la recuerda siempre atenta y solicita, seria en el trabajo y con una enorme sonrisa en los momentos relajados.
Elvira representaba los fundamentos éticos y artísticos de esta sala que comenzó su andadura hace 36 años, que recibió el reconocimiento del Ministerio de Cultura en 2020 y que ha sido albergue para compañías fundamentales de Madrid como La Carnicería Teatro de Rodrigo García o Provisional Danza de Carmen Werner. En definitiva, de todo un teatro contemporáneo que hasta el último decenio tenía las puertas de los teatros públicos vetadas y encontraron en la Cuarta Pared su casa y su público. “Se me hace triste pensar en el pasado y el futuro de un teatro alternativo sin Elvira. Su opinión siempre fue un abrazo que permitía calibrar eso de la experiencia (el fuego sin relato) que no se nombra”, afirma la directora y dramaturga María Velasco, hoy premio Max e integrante en su momento del laboratorio de la Cuarta Pared y que este año estuvo trabajando con Elvira Sorolla hasta esta última semana en la muestra de alumnos de la escuela de la Sala.
“Era un empellón pacífico..., alguien que mejoraba, con su ser y su estar, el arte y la vida. Le debo unos centímetros. Desde su discreción, en la mesa de oficina de Cuarta Pared, ofreció un magisterio. Humildad, experiencia, sabiduría, cuidado. Temo que habremos de reivindicar mucho sus valores en el futuro”, concluye Velasco. Madrid pierde un referente teatral que supo asumir un segundo plano y darle el mayor sentido a este arte colectivo. Deja Elvira Sorolla en vida a Amador González otro de los referentes de este espacio madrileño, director adjunto de la Cuarta Pared y su compañero de vida.