En el año 2020, la joven catalana Juana Dolores recibió el premio Amadeu Ollé por Bijuteria, uno de los galardones de poesía catalana más reconocidos, pero la sorpresa llegó cuando esta joven hija de inmigrantes y egresada en el Institut del Teatre comenzó a dar entrevistas y a desplegar en redes un discurso feminista, charnego, andalucista y de clase contra el establishment cultural catalán, declarando que no tenía ningún interés en seguir escribiendo exclusivamente en esa lengua.
Ese mismo año, Juana Dolores sorprendería aún más con una primera pieza que estrenaría en la sala independiente barcelonesa L’Antic Teatre: # Juana Dolores # * demasiado diva para un movimiento asambleario * , trabajo unipersonal en el que, como una Frida Kahlo del extrarradio condal en guerra, espetaba a la sociedad catalana un discurso proletario y feminista pero con una presencia y una densidad textual muy inusual en la escena. Se pueden imaginar, aquello corrió como la pólvora, la sociedad catalana tenía a su propia Angélica Liddell en ciernes y estaba encantada. Pero Juana Dolores es totalmente siglo XXI, no deja que le tuerzan el discurso, domina las redes como nadie y allí tiene su altavoz que modera y controla. Ahora, ha presentado una gran pieza audiovisual en el festival de Girona Temporada Alta, MISS UNIVERSO, y comienza a girar con su montaje teatral que presenta en Madrid dentro del Festival de Otoño.
La pieza audiovisual, disponible online hasta el 13 de diciembre, recrea un momento de la película de Godard Masculino, femenino. En la recreación que realiza, la cosa parece cambiar. Es una entrevista en la que sigue preguntando un hombre, pero de fondo aparece la Cárcel Modelo de Barcelona y se entrevista a una posible Miss Universo pasada por Deleuze y Bataille, una modelo que es objeto erótico, violenta, que cabalga en el deseo y dice frases como “para mí el feminismo es la voluptuosidad en su máxima potencia y exuberancia”. Una modelo anti purplewashing que afirma que “ser mujer es un lujo” y que lo hace entre imágenes de leonas atacando a un león y leones comiéndose a un hombre.
¿Qué es lo que más le cansa de la escena moderna de este país?
Cansar no es el verbo, es aborrecer. Aborrezco que la escena moderna de este país, sea en la disciplina artística que sea, vaya de moderna y no lo sea en absoluto. Tengo la sensación de que la mayoría son un grupo de pijos sin ningún tipo de talento pero con todo el dinero y el tiempo del mundo para hacer el ridículo. También aborrezco lo especial que nos sentimos los artistas de las escenas alternativas, como si nuestra escena no fuera igual de mediocre que la convencional. Aborrezco el cualquierismo en el que ha derivado el arte. Aborrezco nuestra falta de espíritu crítico. Aborrezco nuestra hipocresía.
Ha manifestado en varias ocasiones que el teatro que se hace en este país es malo, ramplón, al igual que la crítica que lo acompaña y que además estamos en un momento mediocre, de absoluta decadencia, ¿podría explicar esto con más detalle?
El teatro en España es mediocre. Es así. Solo hay que ver cuántas salas alternativas hay y cuáles son sus presupuestos y sus subvenciones. También qué se programa y dónde se programa. Angélica Liddell hay una. Y no digo más porque no me gusta hacerle la pelota a nadie, pero obviamente que hay artistas y compañías de escénicas que me gustan. Pero poquísimas. Así que los críticos a la mínima que veis algo más o menos decente pues lo dejáis por los aires. Porque a criticar, lo que es criticar, no os atrevéis. Pero es que si nos pusiéramos a criticar en serio nos quedaríamos sin panorama. He aprendido que los artistas tenemos los críticos que nos merecemos. Ni más ni menos. No sé... Es muy desolador. Además, tengo la sensación de que nos estamos olvidando de la importancia de lo literario, de lo poético, en el teatro. Tanto cambiarle el nombre para parecer más guays y más inclusivos... Tantas “artes vivas”... Tantas “artes performativas”... Y la mayoría de textos que se proyectan o se balbucean en escena son una mierda. Eso o deciden prescindir absolutamente del texto, salir en chándal y hacer cuatro tonterías. Y, bueno, a los directores y los dramaturgos de obras dramáticas convencionales ya ni los cuento... Qué triste un mundo donde nadie es capaz de dirigir bien un Ibsen.
A la mínima que los críticos veis algo más o menos decente, lo dejáis por los aires, porque a criticar, lo que es criticar, no os atrevéis
Es bien conocida en Barcelona. Al ganar el premio Amadeu Ollé con Bijuteria parece que la aceptaron en ese círculo exclusivo de la literatura catalana, algo que no parece que le importe mucho ni que quiera afianzar. Demasiado diva es una pieza en castellano y sus críticas a la intelectualidad catalana han sido constantes, ¿podría explicar cuál es su relación con el mundo de la cultura catalana? ¿Es, en cierto modo, activismo charnego, posicionamiento de clase?
Mis críticas a la cultura catalana son, rotundamente, un posicionamiento de clase. Pero, vamos, como lo hubiera sido en cualquier otro sitio. Desgraciadamente, la desigualdad de clases no es algo propio de Catalunya, por muchas características y particularidades propias que posea. Y mis críticas no son contra la intelectualidad catalana porque de intelectualidades catalanas en Catalunya hay muchas. Por mucho que nos quieran vender una sola catalanidad, una sola cultura catalana. Ahí está el principal problema, en la constante defensa de una cultura catalana homogénea que ni siquiera existe. Pero es que no existen culturas homogéneas en ningún lado. Además, la cultura catalana mainstream está íntimamente ligada a una sola ideología. Y eso es peligrosísimo porque no hay espacio para la crítica y la reflexión. Y, sobre todo, es muy aburrido. También te diré que es muy diferente si me preguntan sobre mis críticas a la cultura catalana desde Barcelona que desde Madrid. ¡Como si el Estado español no fuera uno de los principales culpables de nuestra situación social, cultural y política! Junto de la mano del Govern, claro. Tanto el Estado español como el Govern de Catalunya se parecen más de lo que jamás querrán reconocer. Son los dos igual de retrógrados. Podemos seguir soñando con nuestro pasado catalán en el que anarquistas y comunistas tomaban las calles contra el fascismo. Pero es que en Madrid también vivían antifascistas y Lorca nació en Granada.
En esta pieza, donde trabaja el formato de la performatividad del discurso y las poéticas de la acción, también se presenta de algún modo como artista. Y se presenta atacando y reivindicando muchas cosas: un feminismo militante pero no colectivo, un orgullo charnego y proletario que se enfrenta a las políticas del poder, ataca las moralidades correctas que llevan al victimismo paralizante…
No reivindico un feminismo militante, tampoco el orgullo charnego. # JUANA DOLORES # * demasiado diva para un movimiento asambleario * es un berrinche de una niña adolescente antifascista y anticapitalista que canta y hace playbacks delante del espejo de la habitación de sus padres. A partir de aquí, de esta situación, articulo un discurso feminista, claro, inevitablemente, pero sobre todo un discurso de clase vehiculado a través del andalucismo de Blas Infante llevando su poética a lo universal y trascendental.
Un debut teatral que es una propuesta frontal, un voluntario ejercicio de "épater le bourgeois" pero donde la transgresión parece truncada, no es glamurosa, ni es algo que lleve a la satisfacción. ¿Qué busca la frontalidad y la transgresión de conceptos y de sitios cómodos para la intelectualidad bien pensante en esta pieza?
Ni lo sé, ni tampoco me importa. Básicamente porque no me dirijo a la intelectualidad bien pensante. No sé ni qué ni quiénes son. Yo no me dirijo a nadie. Si me dirijo a alguien es a Dios. Entendiendo Dios como ese vacío y ese absoluto al que podemos llorarle desde un escenario, desde nuestra cama o desde Twitter. También a los que quieren sentirse interpelados por mí. A nadie más. Sería hipócrita, sin embargo, si afirmara que la sentencia de “épater le bourgeois” no tiene nada que ver conmigo. Rimbaud y Baudelaire son dos de los primeros poetas que empecé a leer cuando era adolescente, por ejemplo. Y es cierto que me gusta vacilar. Muchos periodistas y críticos dicen que mi obra es “provocadora” o “transgresora”. Yo creo que a día de hoy la provocación y la transgresión están obsoletas. O, quizás, no me interesan. En cambio, es evidente que el vacileo es algo que me gusta tener presente a la hora de crear. No puedo cambiar nada desde un escenario, pero sí puedo vacilar a todo el mundo que detesto y me cae mal. Por eso la frontalidad de la obra. No se puede vacilar sin ir de cara. Pero creo que si mi obra es una conquista del glamur. De hecho, es lo más evidente a nivel dramatúrgico. No solo respecto al vestuario, también respecto al concepto. Vacilar con glamur. Esa sería una buena definición para # JUANA DOLORES # * demasiado diva para un movimiento asambleario *.
¿Puede hablar sobre cómo se relaciona su pieza Miss Universo con la película Masculino, femenino de Godard?
En el último año de Interpretación en el Institut del Teatre interpreté a Miss 19 de la viñeta de la película Masculino, femenino de Godard, dirigida por Joan Ollé. Desde entonces he estado muy obsesionada con ese personaje y esa entrevista. Así que cuando Temporada Alta me encargó una pieza audiovisual pensé en hacer una reinterpretación, radicalmente femenina y feminista, de esa Miss. Mientras Godard humaniza a esa chica ganadora de un concurso de belleza mostrándola estéticamente sencilla y éticamente inofensiva, mi Miss viste una corona, una capa y una banda, y responde a las preguntas del periodista haciendo uso no solo del intelecto, sino del artificio propio de la filosofía. Y eso es cero sencillo y cero inofensivo. Porque no hay nada más peligroso que una mujer que sabe quién es y, sobre todo, que sabe qué significa ser una mujer para los demás. Me parecía interesante desafiar a Godard reinterpretando su personaje desde una postura feminista, pero no desde un feminismo normativo, no desde un feminismo gregario, no desde un feminismo que como artista puedo entender que sea detestado por otros artistas e intelectuales, sino desde un feminismo incómodo y, por ello, desafiante. Por eso interpreto una Miss que es muy consciente de sus contradicciones y sus limitaciones, pero que las exhibe porque no se acompleja de ellas. Me gusta pensar que si Godard viera mi pieza, diría: “Hostia, es posible hacer algo interesante desde el feminismo”. Él, que ha sido acusado tantas y tantas veces de misógino.
Precisamente, su profesor Joan Ollé ha sido acusado de acoso y humillaciones a los alumnos y apartado de la docencia. ¿Qué opina al respecto de este caso?
Prefiero no decir, todavía, nada al respecto.
Volviendo a su pieza Miss Universo, parece existir una ambivalencia donde conviven la fuerza de la artista que se exhibe y se expone con determinación, pero al mismo tiempo se diría que los papeles fueran intercambiables y también fuera la artista quien es devorada. Planea también la palabra prostitución, ¿cómo se conjugan en su trabajo la exposición, la actitud y la relación con el mercado?
A mí me gusta exponerme. Ya sea como artista, ya sea como persona. Forma parte de mi carácter. Es así. Aun así, no me expongo de la misma manera cuando soy actriz y escritora que cuando estoy con mis amigos sentada en la terraza de un bar. Aunque muchos de ellos dirían que soy actriz 24/7... En todo caso, mi actitud siempre ha sido desafiante y eso sí que es transversal tanto en mi vida como en mi obra. Yo defiendo con uñas y dientes la separación entre el artista y su obra, pero mentiría y sería deshonesta si no te confesara que yo creo que soy ese tipo de artistas que no puede desvincularse mucho de su vida ni a la hora de currar ni a la hora de ser interpretada. A mí me inspira mi vida y la de los demás en relación a la mía, me inspira lo cotidiano, me inspiro en la calle, volviendo de fiesta de madrugada o yendo a comprar el pan. Mi profundo sentimiento de la intimidad es el que me ayuda a catalizar mi vida hacia mi obra. Y evitar, así, hacer mala pornografía de mis tristezas y mis alegrías personales. Esa catalización para mí tiene que ver con el artificio, con la forma, tan en crisis en estos tiempos de exceso de discursos vacíos y sin sentido. Nunca he tenido miedo de que me coma el personaje porque no hay personaje, ni nunca lo ha habido, ni nunca lo habrá. Yo soy el personaje. El otro día, haciendo birras, mi amiga Patri me chinchaba diciéndome que era un “main character”. Pues eso. Así de cutre y así de normal. Lo que sí que me da miedo es que me coma el mercado. Pero sé que la única manera que tiene el mercado de comerme es aceptando las tendencias artístico-temáticas que este impone en los circuitos culturales. Y eso ni lo hago ahora ni lo haré nunca. Una vida y un alma dan para muchísimo más que para dejarse llevar por las modas y las inercias que predican cuatro tontos, aunque estos sean alabados por absolutamente casi todo el resto.