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“Los políticos nunca han hecho caso al teatro y somos el resultado de ello”

La actriz Lola Herrera

Laura García Higueras

“Existen muchas dictaduras y la de la moda es una de ellas”, denuncia Lola Herrera. “Es implacable con la gente que no es alta, delgada, guapa, bien hecha, con todo en su sitio. Se aplica a todas las mujeres del mundo”. Esta fue la circunstancia que llevó a la veterana actriz a diseñar su propio fondo de armario hace más de cinco años.

Esta faceta, quizás más desconocida de la artista, es una muestra más del carácter vivaz y reivindicativo que, a sus 83 años, sigue intacto. Lo muestra incluso al otro lado del teléfono de su casa, donde se recupera de una fractura de rótula que no le impedirá volver al ruedo. El próximo septiembre vuelve a subirse al escenario, en el Teatro Bellas Artes de Madrid, para interpretar a la icónica Carmen Sotillo en la adaptación de la novela de Miguel Delibes, Cinco horas con Mario.

Nació un año antes de que estallara la Guerra Civil, y estrenó la función con la democracia recién llegada, en 1979. De niña, se creaba sus “mundos de fantasía”. Su madre pensaba entonces que “estaba mustia” pero en realidad “me refugiaba feliz en ellos”. Ahora vive sola y “encantada”, y también interpreta un papel de una mujer mucho más joven que ella, dos circunstancias poco frecuentes en nuestro país.

Paralelamente a su formación en teatro, esta vallisolitana ha desarrollado su carrera también en televisión y cine. Su aclamada trayectoria le llevó en 1996 a recibir la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes y el Premio Max de Honor. Sobre una de sus películas, Función de noche, ha charlado con eldiario.es.

Estrenada en 1981, y dirigida por Josefina Molina, la actriz se encerró con su ex marido, el también actor Daniel Dicenta para hablar sobre su relación, rota 15 años atrás. La conversación tiene lugar en el camerino de Herrera interpretándose a sí misma en un descanso entre dos funciones de Cinco horas con Mario. El filme es una oda a la liberación de la mujer, con un diálogo en el que se abordan temas tabús para la época como la sexualidad femenina, la consideración de la mujer como ignorante e inculta, o el propio divorcio. “En mi vida hay un antes y un después desde Función de noche”, afirma.

Después de tantos años interpretando a Carmen Sotillo. ¿Qué relación se ha creado entre ustedes?

Se ha ido modificando con el tiempo. Es un personaje que da igual la edad que tenga porque lo que cuenta puede hacerlo una mujer desde el presente, desde el pasado y desde el futuro. Es una mujer víctima del tiempo que le ha tocado vivir y que no sabe reaccionar, porque entonces no se podía.

Pasan los años y la obra sigue convirtiéndose en un evento. ¿Qué mantiene la historia vigente?

Aunque ella está marcada por la educación, el entorno, el momento en que nació y donde le tocó vivir, muchos de sus problemas son de actualidad, como la unión sexual fallida, la desatención o la carga que le suponen los hijos. Lo que genera en el espectador es que todo lo que cuenta Carmen le suena o lo ha vivido.

Entonces, ¿sigue la mujer en la misma situación que en los años 60?

Hemos dado pasos de gigante pero hay veces que es imposible no cuestionarlos. Cuando escuchas que muchas chicas de dieciséis o dieciocho años son juzgadas y controladas por sus parejas, ¿dónde están esos pasos? Para las mujeres que vivíamos en el franquismo las cosas han cambiado una barbaridad, afortunadamente. Pero esto no quiere decir que estemos a salvo de sufrir o de equivocarnos.

Usted vive sola, a sus 83 años. ¿Piensa que aún hoy sigue existiendo el estigma social sobre las mujeres mayores solteras?

Es una estupidez. Yo estuve casada siete años, decidí que no compartiría casa nunca más con un hombre y ha sido una liberación maravillosa. No quiero decir que haya que renunciar al amor, hablo de la convivencia. Los príncipes azules no existen.

¿Piensa que hay mujeres que querrían tomar la misma decisión que usted pero que no lo hacen por miedo?

Las habrá que lo hagan por miedo a sí mismas o porque dependan de alguien. Por eso la habitación propia de la que hablaba Virginia Woolf es fundamental. Si no la tienes, no podrás tomar decisiones. Es muy importante saber convivir con una misma. Si no puedes sostenerte y tienes que esperar a que alguien te resuelva todo, estás perdida, no podrás tomar decisiones. La dependencia de alguien es horrorosa y hace que las relaciones terminen siendo infiernos. Las mujeres no deben perder nunca su trabajo.

¿Qué evolución en la acogida de Cinco horas con Mario ha sentido a lo largo de los años?Cinco horas con Mario

Las reacciones se han modificado en función del contexto. Nosotros estrenamos recién llegada la democracia. Entonces la gente todavía se santigüaba con algunas cosas aunque les fascinaba porque se abarrotaban los teatros. Carmen Sotillo pasó de ser puesta verde por algunos críticos a convertirse en un personaje considerado como símbolo. Yo creo que en ella están los ancestros de las mujeres, con una fuerza aplicada a muchas luchas.

La película Función de noche fue, ante todo, innovadora para la época en la que se estrenó. ¿Cómo vivió la exposición que supuso para usted y su familia?Función de noche

Fue muy especial entonces. Todo lo que sabíamos antes de rodar es que Daniel y yo teníamos que hablar de lo que quisiéramos. No existía guion y las cámaras estaban fuera. No sabíamos si íbamos a estar diez minutos y acabamos estando dos horas. En el Festival de Cine de Nueva York pusieron a Josefina por encima de Ingmar Bergman. Fue una experiencia extraordinaria. Cuando la gente dice “qué valor tuviste” pienso que realmente fue algo casual, como casi todo lo que me ha pasado en la vida.

Pero no es oro todo lo que reluce...

Fue una cosa muy positiva pero también muy dura. A mí me retiró el saludo mucha gente. Me llamaron exhibicionista. Aguanté un chaparrón con el que pensé que no podría. Al estar además en el teatro era algo que recibía todos los días muy de cerca. Pero para conseguir algo hace falta arriesgarse y yo logré algo muy valioso para mí: liberarme de todos los cuelgues que tenía.

¿Cómo ve ahora la película, después de tantos años?

Es un repaso a un momento de mi vida. La gente de mi generación tenemos los cuelgues de la época que nos tocó vivir. Ahora hay otras cosas, pero desde luego después de una guerra, una posguerra y una dictadura, creo que casi todo lo demás tiene arreglo. La película es un reencuentro. Refleja que somos dos seres que nos hemos querido mucho, pero que nos hemos equivocado.

¿Por qué piensa que un reencuentro como el de Función de noche, entre una pareja divorciada, puede resultar hasta algo insólito?Función de noche

Todo tiene su tiempo y nosotros teníamos una perspectiva, llevábamos quince años separados. Utilizamos muy poco la posibilidad del reencuentro y de toda relación. Si ha sido fuerte e importante, merece la pena salvar algo.

Antes de llegar a poder mantener una conversación así, hace falta un ejercicio de introspección muy profundo. ¿Cómo procesó el suyo?

Uno debe examinarse y reconocerse la verdad de las cosas. Está bien caminar siempre hacia adelante, pero no a costa de poner una tapia de por medio para no ver qué hay detrás. Lo que permite quedarnos con lo mejor es haber asumido y digerido lo vivido.

Ganó el Premio Max en 2006, este año la ceremonia fue menos reivindicativa que en otras ediciones, pero mantuvo el reclamo de atención. ¿Cómo ve la situación del teatro en España?Premio Max en 2006la ceremonia fue menos reivindicativa

El teatro siempre ha sido algo de segunda o de tercera. No nos han hecho nunca mucho caso y somos el resultado de ello. Realmente no sé si se nos ha respetado en algún momento. La cultura en este país es así, no sé si va a cambiar en algún momento, pero espero verlo. Yo nunca pierdo la esperanza.

¿Por qué piensa que ha sido así?

Porque a los políticos que han gobernado este país no les ha llamado mucho la atención. Nunca han abrigado la idea de que la cultura es muy importante para la sociedad. Creo que nuestro trabajo es el gran desconocido para la gente sin imaginación, y en la política hay mucha falta de esta.

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