Los Max, además de las veinte categorías en las que se reconoce lo mejor de las artes escénicas del año anterior, cuentan también con unos premios especiales. Hasta ahora eran tres, pero este año se quedarán en dos, pues la organización ha decidido prescindir del premio que elige el público del teatro.
“El premio del Público tenía como objetivo principal generar un movimiento y una cercanía entre el público y las obras. Pero vimos que había un nivel de participación muy bajo, un nivel que además estaba muy mediado por las redes sociales y por la capacidad de algunos de los agentes de generar un mayor movimiento. Todo eso distorsionaba el objetivo y el resultado del premio. Así que este año hemos decidido eliminarlo”, explica Rubén Gutiérrez del Castillo, director general de la Fundación SGAE, organizadora de los premios.
Gutiérrez también reconoce que no se consiguió que fuera ampliamente votado. Si bien en la edición de 2019 se contabilizaron 9.443 votantes, en 2020 fueron 4.271 y 5.236 en 2021.
Al preguntarle qué alertó a la organización de los premios sobre esa distorsión, Gutierrez explica que “llamaba mucho la atención, incluso se señaló en los medios de comunicación, que eran obras que habían tenido un recorrido muy pequeño. Lo que no quiere decir que no merezcan un reconocimiento. Pero precisamente en un premio como el del Público, que puede reflejar una mayor penetración en el conjunto de la sociedad e incluso señalar distancias interesantes entre el público y la crítica o los jurados que dan los premios, nos encontramos con obras que había visto poca gente”. En esta categoría quedan para la historia cuatro premiados: Joc de xiquetes, de Bullanga Compañía Teatral (2018), Genovese, de Groc Teatre (2019), ¡Viva!, de la Compañía de danza Manuel Liñán (2020); y La vida empieza hoy, de Tonet Ferrer (2021).
Premios considerados 'especiales'
El comité organizador de los premios, compuesto por los miembros de artes escénicas que forman parte de la junta directiva de la SGAE en las categorías de teatro y danza, y por una serie de autores y autoras propuestos por el propio comité, tomaron la decisión de anularlo con el beneplácito del Patronato de la Fundación SGAE, que es quien finalmente adopta la decisión.
Los otros dos premios 'especiales' son el de Honor y el de Carácter Social. El premio de Honor este año ha recaido en el dramaturgo José Luis Alonso de Santos. El de Carácter Social se ha otorgado a la ONG Caídos del Cielo, creada por la dramaturga Paloma Pedrero y dedicada al teatro dirigido a personas en riesgo de exclusión.
“A lo largo de los 25 años de los Max, los premios especiales se han ido analizando. Y cuando no cumplen los objetivos previstos, los eliminamos”, explica Gutierrez. Algo constatable en estos premios creados en 1998 por la Fundación y que ha tenido anteriores categorías especiales como el premio Iberoamericano o el premio Nuevas Tendencias, que fueron eliminados en 2014; o premios mucho más efímeros como el premio Espectáculo con Mayor Presencia Internacional, que tan solo duró hasta el 2002, y el premio de la Crítica, que se concedió entre 2006 al 2014.
Pero nunca los premios especiales se habían visto reducidos solo a dos. Gutiérrez se muestra abierto al cambio: “El solo tener dos premios especiales esta edición es absolutamente transitorio. En el comité no surgió otra propuesta para sustituirlo. Las propuestas, además, tienen que estar bien analizadas y estudiadas para asegurar un buen desarrollo. Tiene que estar muy bien diseñado. En la próxima edición puede haber un nuevo premio especial pero también puede cambiar alguna de las categorías. Estamos siempre sometiendo los premios a la propia realidad de la sociedad y del sector. Y en el comité hay debates muy profundos”, afirma.
Ante la pregunta de si en el comité ha habido debate en torno a poder unir las categorías de Mejor Intérprete Femenino y Masculino tanto en teatro como en danza, como se ha hecho, por ejemplo, en el Festival de Cine de San Sebastián, Gutiérrez afirma: “Todavía no ha habido un debate en ese sentido, pero sí que es un debate que se va a dar. Y ahí habrá que tener en cuenta todas las sensibilidades: la del sector, la de los agentes, la de la sociedad. Y no tomar decisiones a la ligera y provocar efectos contraproducentes incluso a los colectivos que se quiere ayudar y apoyar. Consideramos que todavía es pronto, pero estamos bien atentos y estudiando las reacciones y las sensibilidades de la sociedad española ante este tema. Ese debate se va a dar y la resolución nos gustaría que fuese duradera y fruto del consenso del conjunto de los agentes del sector, con los que la Fundación está en contacto continuo. En una decisión tan relevante hay que contar con ese consenso”.
A falta de tres semanas para la gala
Todo se está preparando para la nueva gala de los Premios Max, que se celebrará el 6 de junio en Menorca y en la que estos reconocimientos cumplen 25 años. El histórico y precioso Teatro de Mahón será el escenario y la gala estará a cargo de dos creadores mallorquines: el autor y director Josep Pere-Peyró y la bailarina de la Compañía Nacional de Danza Mar Aguiló. Todo parece que oleará a brea, genista y pino.
Gutiérrez es consciente de que los tiempos han cambiado. Desde hace un decenio, y motivado por la mala gestión de la SGAE en proyectos como el de Arteria —una compra de teatros a nivel internacional que endeudó a la Sociedad con más de cien millones de euros—, los presupuestos de los premios son otros. La producción de la gala ya no se externaliza sino que se realiza internamente desde la Fundación; y el presupuesto, de 340.000 euros, está compartido por la Fundación (100.000 euros), el Inaem (40.000) y 200.000 euros que aporta la administración que acoge el certamen. “Ya no tenemos la capacidad presupuestaría que había antes, somos conscientes. Estamos muy orgullosos de cómo desde la Fundación llevamos a cabo el trabajo de producción, sin externalizar. Y estamos muy contentos del trabajo que se está realizando con las administraciones que nos acogen”, explica Gutiérrez sobre un modelo de premios en el que el ayuntamiento o comunidad que acoge los premios financia parte de las galas pero también tiene una mayor implicación en la organización para así poder poner de relieve la realidad y riqueza escénica de su territorio.
Así, el año pasado, la gala que tuvo lugar en el Teatro Arriaga de Bilbao tuvo un sabor profundamente vasco; y la anterior, en Málaga. “Este año la gala va a sorprender, va a poner en valor el sector de las artes escénicas de las islas. Hay otras galas de otros premios que te da igual donde se hagan, lo único que cambia es el teatro”, explica Gutiérrez sobre esta gala que tendrá lugar en el primer teatro de ópera construido en España en 1838. “Es un teatro pequeño, con un equipo muy pequeño. La ilusión con la que están trabajando es enorme. La gala se va a centrar en la importancia del mar y del sentir balear. Todos los participantes son baleares y eso se nota”.