Parte I. En el bosque blando de nuestros cerebros.
Madera y memoria
Una vez vi un cerebro en un táper, fue en el Teatro anatómico de la Universidad de Coimbra, era una forma blanda, blanda y flotaba en formol. Estudiando el cerebro he aprendido que los recuerdos no se guardan en ningún lugar determinado, que no tenemos un espacio fisiológico en el cerebro para almacenarlos. He aprendido que los recuerdos y los pensamientos son conexiones que igual que se establecen pueden desparecer. O sea que la memoria está hecha de huellas que deja lo que hemos vivido en esa materia tan blanda que parece imposible que algo se quede grabado en ella.
Desde hace algunos años me desaparecen palabras, y aparecen recuerdos sin fecha, sin tiempo. Flipo con la sensación de vacío que recorre mi cuerpo cuando algo no tiene nombre, ni tiempo, aunque tenga temperatura, olor e imagen. Es lo más cercano a ver un fantasma que he experimentado en mi vida. Cosas sin tiempo, cuerpos sin nombre, una realidad decapitada que me dice que perder la cabeza es físicamente posible, que es improbable conservarla entre tanta gelatina, nada parece imaginado para perdurar en esa masa que miré flotando en ese táper.
Así es que ante tanta caducidad y tanto olvido de mierda hemos decidido, de común acuerdo, volvernos madera. Irnos endureciendo para no olvidar un nombre más, no olvidar ni un solo tiempo, ni una cara, hemos decidido conservar duramente cada uno de nuestros recuerdos. Repudiamos la blandura gelatinosa de nuestros cerebros que no pueden conservar lo que tienen, así es que nos vamos a volver madera y memoria para guardar todo lo que pasó y se pasó. Hemos decidido volvernos madera como esos árboles milenarios que guardan en sus anillos todo lo que experimentaron y que son tan viejos que ya no saben morir.
y se quedan
Se quedan
Se quedan
Quédate
Y cuando sea madera podrás pasar tus dedos por todos mis recuerdos, no sé cuánto tiempo podrás conservarme en tu cabeza. Porque todos los que tienen piel van a olvidar, todos los que tenemos cerebro recordamos para olvidar.
No me toques y así no me olvidas.
¡Oh, mama! (la canción)
Cuando yo me vuelva leña
No habrá ritmo para que no me entren ganas de bailar,
no habrá ritmo porque el ritmo se me come el tiempo, se lo come, se lo come, se lo come,
no habrá jadeos para no cansarme,
no habrá jadeos pa no correrme,
no habrá orgasmos para que no quiera quedarme,
Cuando me vuelva leña
no habrá metilación pa no morirme,
no habrá parpadeos para no perderme,
no habrá chistes para no dispersarme,
no habrá cosquillas porque no habrá piel,
no habrá atragantos porque no habrá tragos,
no habrá ansiedad porque mejor que no la haya,
Cuando yo me vuelva leña
Cuando yo me vuelva leña
Cuando yo me vuelva leña
Cuando seamos leña
no habrá macarrones porque nunca llegaremos a la mesa,
no habrá lagrimas porque no habrá párpados,
no habrá ligereza porque la ligereza es mentirosa,
no habrá ligereza porque todo pesa…Todo pesa un huevo
no habrá suspiros porque el aire solo estará fuera,
no habrá músculos porque será el aire el que nos moverá.
Cuando sea madera
habrá tiempo por delante,
habrá pensamientos lentos que escarbarán hasta el fuego
(sin quemarse, sin quemarnos),
habrá insectos porque los protegeremos,
habrá asimetrías que nos hagan comprender las cosas,
habrá un equilibrio, un equilibrio de mierda quizá, pero un lento equilibrio.
Cuando sea madera
habrá paciencia para endurecer los ojos,
habrá nidos para otras cosas, las que sean,
habrá podredumbre en mi cuerpo, pero no me matará,
habrá desprendimiento de todo lo que se prendió y se va perdiendo y se prendió y se va perdiendo.
Hay quien dice que la naturaleza de las cosas es el rayo, pero la naturaleza de nuestras cosas será la madera y solo tú tiempo vendrás a prenderme fuego.
Solo el tiempo y la tristeza vendrán a prendernos fuego
Parte II. Si son más de dos ya no son brazos son ramas.
Las gentes de este bosque piensan que, al morir, el alma deja el cuerpo y sube bailando hasta las alturas para descender luego y establecerse en las raíces de un árbol, donde permanecerá a la espera de reencarnarse.
Si el alma se separa del cuerpo sin haber aprendido a bailar, no podría subir a las alturas. Por eso parece lógico que aprenda a hacerlo cuando aún está unida a él, ¿no?
Cartas a los años de nostalgia, Kenzaburo Oé
Hemos decidido en este preciso instante, volvernos madera. Ir secando cada gota de líquido de nuestro cuerpo hasta quedarnos tiesas y secas. Como esos árboles que no saben morir
y se quedan
y se quedan
y se quedan
Quédate
Hemos decidido no movernos casi como esos árboles que no se mueven ni se mueren. Cambiamos tiempo por movimiento, cambiamos nuestros movimientos por tiempo.
Quédate quieta, pero quédate
Quédate
Quédate
Nos vamos a tener de pie engordando sin fin, cuando seamos tan gordas que no podamos con nuestras maderas nos tumbará el viento y entonces será la tierra la que nos tendrá y ya no nos tendremos que tener.
Y nos quedaremos
nos quedaremos
nos quedaremos
nos quedaremos tumbadas como esos árboles que se caen para quedarse
Quédate tumbada, pero quédate.
Queda quieta, pero quédate.
Quédate rígida, pero quédate.
Quédate seca, pero quédate.
Quédate caída, pero quédate.