Es tal vez la cara más reconocible del cine argentino, el personaje principal de las últimas cuatro películas argentinas nominadas al Oscar y el único latinoamericano en ganar el premio Goya a mejor actor protagonista. Pero Ricardo Darín cree que el futuro de la actuación está en el teatro, o que será al menos el espacio donde sobrevivirá. “Es lo más primitivo y, al mismo tiempo, un lugar de resistencia porque es el lugar donde jamás prescindirán de los actores. En todas las demás áreas están experimentando con la inteligencia artificial y nos borrarán de un plumazo”, dijo este lunes en una conferencia de prensa para presentar, junto a la actriz Andrea Pietra, la obra Escenas de la vida conyugal, en cartelera del 4 al 29 de septiembre en el teatro Rialto y del 2 al 20 de octubre en el teatro Coliseum de Barcelona.
El actor de películas como Argentina, 1985, El secreto de sus ojos o Relatos salvajes hizo referencia a la incertidumbre actual que concierne al mundo de la interpretación, el doblaje y lo creativo en general. La principal demanda del sindicato de actores y guionistas de Hollywood el año pasado justamente era regular la inteligencia artificial. “Estamos preocupados, pero disimulamos; estamos actuando como si no nos llegara. Son esas cosas que se ven venir desde lejos, y en términos comerciales lo que se persigue es prescindir de contratos en algún momento. El futuro se nos viene encima sin que podamos evitarlo”.
Darín aprovechó la rueda de prensa sobre la pieza teatral escrita por Ingmar Bergman, acerca del devenir de un matrimonio, para reivindicar el teatro no solo como espacio de rebeldía, sino también de improvisación y espontaneidad. “Vengo de hacer una serie muy intensa por siete meses y medio [El eternauta de Netflix] y no veía la hora de poder volver al escenario. Los actores, en general, adoramos las tablas porque no se parece a nada; al no depender tanto de la tecnología y la intervención de los demás, hay una cuestión más personal, artesanal. El teatro es peligroso, vertiginoso”.
Teatro desde la cuna
Hijo de dos actores escénicos, Ricardo Darín y Renée Roxana, Darín debutó en un escenario junto a ellos a los 10 años, y a los 14 ya cursaba su primer taller de teatro. Con 16 se estableció en el mundo de la televisión y rápidamente fue catapultado a la gran pantalla; sin embargo, nunca abandonó las tablas. En los ochenta participó en las comedias La extraña pareja y Taxi e incluso fungió de director en piezas como Pájaros in the nait en los noventa y, más recientemente, Art. Su trabajo más reconocido y exitoso es esta pieza que llega a España por quinta vez. Fue estrenada en Argentina en 2013, donde llegó a estar en cartelera dos años de forma continua.
Escenas de la vida conyugal es una comedia dramática que relata el matrimonio y posterior divorcio de Juan y Mariana. A través de escenas cotidianas, representa lo complejo que puede significar una convivencia diaria con la misma persona por muchos años, mediante un marido que evoluciona de la docilidad al despotismo y una esposa histérica y resignada al abandono. “La obra se viene resignificando desde que la escribió Bergman hace 50 años. Han cambiado mucho las relaciones humanas y las conyugales, pero algunas cosas no cambian jamás, como la dificultad de conexión, la intolerancia, el no estar totalmente dispuesto a que el otro piense distinto”, comentó el bonaerense.
Un Bergman argentinizado
Cuando la versión argentina de la obra se estrenó hace más de 10 años, la actriz que encarnaba a la esposa del personaje de Darín era Valeria Bertuccelli, quien después sería reemplazada por Érica Rivas. Ahora será el turno de Andrea Pietra, prolífica principalmente en la televisión, con papeles en Socias o Son de Fierro. “Los dos tenemos parejas desde hace años y eso también alimenta la obra. Cuando una está actuando, piensa en cosas que la vida misma va accionando; te da una nueva mirada para las situaciones”, contó Pietra, quien resaltó mucho la figura de la directora de la obra, Norma Aleandro, una veterana del mundo artístico rioplatense con 65 años de carrera a sus espaldas. “Es una nena que nunca creció. Es como agarrarse de un barrilete que te lleva a todo el teatro; también fue actriz de esta pieza, así que se conoce a los personajes de memoria. Fue un placer ser dirigidos por ella”, contó la actriz.
Aleandro le quitó parte de la solemnidad, amargura y crispación, además de las referencias a Suecia, al libreto que escribió Bergman en 1981. El mítico cineasta, encantado por escribir sobre parejas decepcionadas como en Una lección de amor o Saraband, escribió originalmente la historia para una miniserie de televisión de seis episodios, estrenada en 1973. La producción tuvo un espaldarazo de la audiencia que lo llevó a hacer una versión cinematográfica y otras decenas de adaptaciones por el mundo, incluida la argentina que ambientaron Fernando Masllorens y Federico González del Pino. Porteñizaron el relato, le agregaron más verborrea, un tono más álgido y una comedia ácida.
En Argentina la pieza ha tenido unos 800.000 espectadores y más de 600 funciones. Darín argumenta sobre su alcance: “Hay términos usados en el escenario que de golpe te vienen como anillo al dedo, ya sea en una discusión o reconciliación con tu pareja. Este tipo de textos te dejan algo, sobre todo porque hay momentos fuertes que hacen eco en tu vida cotidiana. No se casen jamás, piénsenlo muchas veces”.