¿A cuántas mujeres de El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha sabrían mencionar? A menos que sean estudiosos de la materia o que tengan la lectura de la magna obra reciente, posiblemente sólo se les venga a la cabeza la célebre Dulcinea del Toboso. Así es en el imaginario popular. Pero hay muchas más, que estaban ahí, entre el hilo de historias que entreteje Miguel de Cervantes. El Quijote tiene una faceta muy femenina e incluso muy feminista que no suelen recoger los libros de texto; la imagen de la mujer no se ve en él limitada a la de la santa, la madre o la prostituta como ocurre en la inmensa mayoría de autores de su tiempo (y muy posteriores).
Con motivo de la celebración del IV Centenario del escritor se estrena en el Teatro Español Quijote.Femenino.Plural. Trata sobre ellas, las chicas del Quijote. Está dirigida por Pedro Víllora y el guion y la interpretación de muchos de los personajes corre a cargo de Ainhoa Amestoy, quien explica que “aparecen muchos personajes femeninos en el Quijote, a las que el hidalgo escucha y, lo que resulta más interesante, defiende. Hemos respetado la trama, pero hay una modificación importante: aquí quien las escucha es Sanchica”. Le acompaña Lidia Navarro. Ambas se presentan como “dos juglaresas de Lavapiés del siglo XXI”, que han adaptado el lenguaje del XVII a la contemporaneidad.
De su estudio de la obra cervantina han concluido que “las mujeres no se ciñen a un prototipo, sino que plantean todo un abanico. Y hemos dado una pequeña pincelada de eso, queríamos que pudiese verse la diferencia. Desde campesinas hasta duquesas”. Don Quijote de la Mancha no deja de ser, al fin y al cabo, una suerte de juego de muñecas rusas en el que los relatos se entrecruzan y cada uno de ellos podría constituir una novela en sí mismo. Les presentamos, de la mano de Amestoy, a las mujeres que protagonizan algunos de ellos.
Sanchica
Esta chica de 14 años es el eje central en la versión del Español. Es buena, obediente y rústica. Su madre, Teresa Panza, le manda espiar a su padre Sancho Panza en su aventura con Alonso Quijano. Cervantes da unas pinceladas de su personaje en la obra original que Amestoy ha ampliado. “Pasa de adolescente a mujer. Sufre todo un recorrido iniciativo, desde que está encerrada en su aldea hasta que se convierte en una persona libre y deseosa de descubrir las maravillas que le puede dar la vida y el mundo”. La han configurado también a partir de otras piezas cervantinas, como los entremeses. Y al final “se convierte en un personaje entrañable”.
Teresa Panza
La esposa de Sancho Panza puede parecer un poco “brusca, posesiva”, pero en el fondo simplemente quiere “mantener a la familia unida y las cosas en orden”. Es la impulsora de la acción: “ciertamente, podía haber sido ella la que persiguiese a su marido, pero manda a su pobre hija. Y eso también supone iluminarla y empujarla en el camino de la vida; es un gesto generoso darle esa opción en vez de encorsetarla”. Su personaje tiene una pequeña modificación; para actualizar la historia, le dan alrededor de 50 años, unos diez más que los de la novela.
La Pastora Marcela
Es la primera mujer que se aparece en el camino de Sanchica. “La más épica de todos los personajes cervantinos, la que habitualmente se representa como un símbolo de feminismo. La más moderna de todas”. Marcela toma la decisión de vivir en soledad sin someterse a las normas sociales del XVII, y de defender con uñas y dientes su libertad y su integridad cuando la acusan de ser culpable del suicidio de su amante. “Quiere que la sociedad le deje hacerse a sí misma. Tiene además un lenguaje que empatiza fenomenal con las mujeres de hoy en día”.
Dorotea
“El personaje favorito de Don Quijote, así que suponemos que también de Cervantes”, dice Amestoy. Es una de las apariciones con más texto tanto en el original como en esta adaptación, y tiene una historia un poco complicada. No en vano es uno de los personajes cervantinos que más lugar ha dado a debate entre los expertos: “Está enamorada pero el supuesto novio o pretendiente, Don Fernando, la viola. Incluso asumiendo esa condición, y aunque él no vuelve, ella persigue casarse con él sin ayuda de su padre y de su hermano. Persigue sus intereses aunque la sociedad se oponga a ellos”.
Maritornes
Pone un toque de humor en la obra. Ojo a cómo la describe Miguel de Cervantes: “Una moza asturiana, ancha de cara, llana de cogote, de nariz roma, del un ojo tuerta, y del otro no muy sana: verdad es que la gallardía del cuerpo suplía las demás faltas; no tenía siete palmos de los pies a la cabeza, y las espaldas, que algún tanto le cargaban, la hacían mirar al suelo más de lo que ella quisiera”. “Jugamos con su físico, con sus orígenes, con su acento... Y nos lleva al humor. El público lo agradece. Es que este es un libro con mucho humor; el otro día una madre me contaba que había escuchado a su hijo reírse a carcajadas en su habitación, había entrado y se lo había encontrado leyendo El Quijote. Eso es estupendo”, cuenta Amestoy.
Y más. A por la libertad
Hay más mujeres en El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha y en Quijote.Femenino.Plural: Quiteria y su “fuerza apabullante”; la asesina Claudia Jerónima; Luscinda, una dama de la caballería más tradicional; la hija de Don Diego de la Llana, que se disfraza de su propio hermano para que le dejen salir a la calle; o Clarita de Viedma, que en pleno siglo XVII se muestra desnuda por la ventana para que la admire su vecino enamorado.
Y también está, claro, Dulcinea, que en este montaje se convierte “en una madrina, una diosa”. Pronuncia la frase que se convertirá en clave en la vida de Sanchica y en un leitmotiv de la obra: “La libertad que pintes en tu imaginación como deseo, se cumplirá”.