La portada de mañana
Acceder
La gestión de la DANA y sus mentiras ponen a Mazón contra las cuerdas
Los catedráticos y jefes de mantenimiento que 'salvó' a 1.718 alumnos en la UV
Opinión - Lo siguiente era el fascismo. Por Rosa María Artal

Toni Servillo: “Los políticos son mediocres porque los electores también lo son”

Es uno de los actores de moda, y quizá uno de los pocos actores europeos que se puede permitir optar a cualquier papel y elegir el proyecto que le plazca. Toni Servillo (Afragola, Nápoles, 1959) lleva multitud de películas y obras teatrales a sus espaldas pero dio el campanazo mundial interpretando a Jep Gambardella en La Gran Belleza, ese periodista vividor y con una sola novela escrita que logra el éxito y trata de disfrutar de la vida social a los 65, perseguido por un amor del pasado.

A Servillo se le nota satisfecho y orgulloso de ese papel pero parece querer minimizar su repercusión: “me encantó hacer un gran película como La gran belleza y un personaje como Gambardella pero ojalá pueda hacer, y también quizá con Sorrentino, algún otro personaje que no tenga nada que ver con él”. Fue precisamente Sorrentino, también napolitano, quien recurrió a él como actor fetiche y le tuvo a sus órdenes en Il divo y la menos conocida pero interesante Le conseguenze dell'amore, antes de que La Gran Belleza les diera un Oscar y fama internacional.

Sorrentino recogía el Oscar para Italia 15 años después de que en 1998 venciera Roberto Benigni con La vida es bella. Pero Servillo insiste en frenar cualquier ensalzamiento sobre este éxito mundial y, cuando le preguntan si es consciente de que pueda haber gente que le identifique solo por ese personaje, arremete con contundencia: “Eso le puede ocurrir y de hecho ha ocurrido con muchos actores. Pero quiero decir que el otro día estuve aquí en Madrid en una representación teatral bellísima que acabo de estrenar, donde mi personaje no tiene nada que ver con Gambardella. No noté que la gente le recordara. Fue una noche maravillosa”.

Servillo se refiere al montaje teatral Le voci di dentro ('Las voces de dentro'), de Eduardo de Filippo, enmarcado en el XXXI Festival de Otoño a Primavera y que ha representado en los Teatros del Canal. Con cuatro únicas funciones, los tickets se agotaron con muchísima anticipación desde hace meses. Esto demuestra la enorme expectación por ver al actor, que también ejercía como director de la función. Se le nota orgulloso pero guarda cautela: “Cuando uno comienza a hacer teatro en una pequeña ciudad de provincia a los 17 años no imagina que llegará a una gran ciudad como Madrid y ver el teatro lleno más de 30 años después. A la vez esto da una gran responsabilidad para poder satisfacer todas las expectativas que se han depositado”. Servillo no niega que no podría vivir sin la magia que le proporcionan las tablas. “El teatro es fundamental en mi vida. Es el lugar donde reflejo y verifico cotidianamente el sentido de mi oficio”.

'Viva la Libertà', esperando a alguien que traiga esperanza

Aparte del montaje teatral, la otra excusa de Servillo para visitar la capital de España era el estreno de Viva la Libertà (el 21 de mayo), donde el actor se pone a las órdenes de Roberto Andò. Basada en la novela del propio realizador Il trono vuoto ('El trono vacío'), la película se mofa de las bases del sistema político italiano. Aunque tratada en tono jocoso, deja un poso de seriedad. Hay una frase clave donde un personaje expone textualmente que “Los políticos son mediocres porque también los electores lo son”. Servillo asegura: “¡Es que es la verdad! Nosotros en Italia tuvimos a Berlusconi durante 20 años porque muchos italianos le votaron”. Sobre el propio Berlusconi y las suspicacias sobre Medusa Film, empresa de Mediaset, que pertenece al ex Primer Ministro italiano y participó en La gran belleza Servillo rápido se aviene a aclarar tajante: “esa compañía no produjo la película sino que la distribuyó, que no es lo mismo”.

En Viva la libertà, el actor interpreta a dos personajes, hermanos gemelos. Uno es secretario general de un partido político italiano y el otro un extravagante filósofo que tiene signos evidentes de locura. Aunque el supuesto loco es precisamente el que da mayores ejemplos de lucidez como sustituto político de su desaparecido hermano. ¿Sería bueno que existiera alguien parecido a él en el mundo real, que pensara más en el ciudadano? “El film tiene una ambición simple y no es problemático pero me consta que todos los políticos que han visto el film tanto en Italia como Francia, lo ven como una comedia, quizá esperando que alguien así pueda llegar al poder. Todos tenemos siempre expectativas de que llegue alguien nuevo que traiga esperanza, algo parecido a lo que pasó cuando llegó Obama a EE.UU.”

¿Se puede concienciar al ciudadano desde el cine? “Es posible hacer cine divertido y comprometido y esta película lo ha demostrado -dice el actor.- Da pie a que la gente piense. Es una de las virtudes de este film, aplicar un mecanismo de la comedia ligera con un tema profundo como es la política”. En cualquier caso, parece que se apuesta desde Italia últimamente por el cine comprometido y Servillo ha logrado estar ahí ¿Cuál es el truco?. “Es cierto que en los últimos tiempos hay un compromiso en el cine italiano. No sé si existe un secreto para participar en cintas así. Yo simplemente he tenido la fortuna de estar en varios títulos que tratan dichas problemáticas. ¡Mérito mío! (risas)”. Para el actor, en España carecemos de esa tradición de películas que apuesten fuertemente por la temática política: “Pienso que deberíais inaugurar una tradición en este sentido. Nosotros tenemos una cultura que se instauró en el pasado con películas muy importantes de Francesco Rossi o Elio Petri”.

Personajes, equilibrio y el amor perdido

Para Viva la libertàse ha buscado un equilibrio entre su aspecto humorístico y el dramático. “Esa es la clave de la película. Por mi parte he intentado evitar el virtuosismo para centrarme en los matices de cada personaje, buscando diferenciar al máximo el uno del otro”. Físicamente son iguales pero Servillo pretendía que “la gente, cuando los viera en pantalla, los identificara al momento completamente. He amado indistinta y profundamente a los dos, no podría decantarme por uno de ellos. Hubiera sido un error hacerlo”.

El verdadero político deja colgado a su partido en plena campaña y tiene que llegar su hermano para salvar la papeleta, a su modo. ¿Es esto un signo de cobardía? Para Servillo no lo es. “Se aleja de su profesión porque se siente oprimido y preso en ese mundo de la política, que es lo único que ha conocido durante años. Trata de reencontrar un amor antiguo de juventud, que ahora vive en Francia, y de paso recuperar su antigua pasión perdida por el cine. Lo que hace es comprensible porque busca volver a encontrar algo que le dé vida”. Toca obligatoriamente volver a citar a Gambardella. Igual que le ocurría a su personaje de La gran belleza aquí Servillo tiene que enfrentarse a otro amor perdido de juventud. Entonces, Servillo dispara y golpea, mientras te mira fijamente con una leve sonrisa: “¿Y no tienes tú también un amor perdido? ¡Todos los hombres lo tenemos!”.