Las Pussy Riot han viajado a España para presentar su nuevo espectáculo, Riot Days, y recoger el premio Alan Turing en el festival Culture & Business Pride en Tenerife. En todas las entrevistas –incluida la del Hormiguero– aparecen dos de ellas, Maria Aliójina y Olga Borisova, pero fuera de cámaras les acompaña una tercera que lleva en el colectivo feminista desde el asalto a la Catedral de Moscú, en 2012.
Diana Burkot salió del anonimato hace dos años una vez que aquel “crimen” prescribió y estuvo a salvo, pero no se prodiga en los medios extranjeros porque teme que su inglés no sea lo suficientemente bueno para lanzar su mensaje contra Putin. Con la ayuda de Maria y Olga, Burkot reconoce que su historia es un poco distinta a las de sus compañeras. Aunque a todas –también a Nadia Tolokónnikova, que huyó a Canadá, y a Lucy Stein, novia de Maria Aliójina y nueva integrante del grupo– Pussy Riot les ha cambiado la vida.
“Pensé que era un acto de vandalismo menor, no que podrían encarcelarlas dos años por eso”, reconoce la última que se ha desprendido del pasamontañas de colores. Ella no fue detenida durante aquel asalto, vivió muchos años en Crimea y siguió formándose en política, ya que al principio su compromiso era muy superficial, casi musical. Ahora tiene su propio proyecto, Rosemary loves a Blackberry, y ha vuelto a ligarse con las Pussy por primera vez en abierto desde lo que ocurrió en la capilla rusa hace diez años.
Aunque no ha tenido la repercusión artística de Maria o Nadia, tampoco las envidia porque el precio que ellas pagaron fue muy alto. Por su parte, la banda siempre respetó su anonimato. “Hasta que un día dije: qué carajo, por qué no van a decir mi nombre si ha pasado tanto tiempo”, cuenta la música de 37 años, que también participa en Riot Days. Hablamos con ellas.
¿Qué reivindican en esta nueva versión de Riot Days?
Usamos el escenario como una plataforma para lanzar nuestro mensaje político contra los gobiernos y contra la guerra en Ucrania, que es la misión más importante. Tratamos de inspirar a las personas que vienen a vernos y contarles la historia personal de Maria sobre cómo ser activistas puede cambiar un país. Es importante recordar que hay que luchar por los derechos humanos y, en realidad, Rusia es un buen ejemplo de qué pasa si solo sueñas con ser una 'zorra rica'.
Hacer activismo fuera de Rusia cambia mucho respecto a hacerlo dentro. Por un lado es más seguro. Pero, por el otro, ¿alguna vez echan de menos la repercusión que tenían sus actos allí?
La principal diferencia es que aquí no iríamos a la cárcel. Nos ofrecen muchos más escenarios, desde pequeños bares hasta lugares enormes. Si quisiéramos hacer Riot Days en Rusia, el Gobierno cerraría el local incluso antes de empezar a negociar. Pero tampoco quiero idealizar a Occidente porque todo el dinero que usa Putin contra nosotras viene de aquí. Es el dinero del gas y del petróleo. Por eso pedimos un embargo al 100% de esos recursos. Hay iniciativas increíbles para apoyar a Ucrania en Europa, pero sería posible parar la guerra en una semana si lo hiciesen.
El problema también es que el arte en Occidente se percibe como entretenimiento y no como política. Queremos recuperar el arte político de los 60, porque había un movimiento contra la guerra muy importante entonces y nos recuerda que el arte puede cambiar el mundo.
No quiero idealizar a Occidente porque todo el dinero que usa Putin contra nosotras viene de aquí. Hay que embargar el gas y el petróleo ruso
Desde hace semanas se especula con que Putin sufre una grave enfermedad. Insisten mucho en que, con más razón, debe ser juzgado antes de lo que pueda pasar. ¿Por qué creen que ha permitido que eso se filtrase?
No deberíamos centrarnos en su enfermedad. Es que con eso no se resolvería el problema. Putin es la cara del sistema y el sistema seguirá vivo. La muerte es un castigo demasiado pequeño para él. Debería condenarle un tribunal internacional en el que hablasen todos los testigos. Sin ese juicio y sin esta denuncia, nada cambiará porque es un sistema antiguo y donde Putin no está solo. Lo acompañan policías, el ejército, los propagandistas y todos los demás. Tienen casi un siglo de experiencia en represión y ahora mismo se mantienen ocultos.
Con la guerra, se ha hablado de nuevo del peligro que pueden sufrir las familias de los opositores en Rusia. ¿Cuál es su caso? ¿Han temido alguna vez que tomen represalias contra familiares o seres queridos?
No es mi caso (Diana), porque mi familia se compone solo de mi padre y mi hermana y ambos apoyan a Putin. De hecho, hace un par de meses me llamaron fascista por criticarle, porque creen que todo lo que hace está bien. La propaganda es muy fuerte y para alguien que la consume a todas horas, los siete días de la semana, durante los últimos diez años, es difícil convencerse de otra cosa. Este ejemplo es muy bueno porque hay muchas familias divididas en Rusia con el conflicto.
Y a nivel personal, ¿cómo lidian con el miedo?
Está bien tener miedo, es un sentimiento humano. Pero tenemos que mantenernos fuertes y valientes por Ucrania. La gente está muriendo a diario allí, están dejando sus vidas, sus casas y a sus familiares. Han colapsado. No es comparable.
Rusia ha insinuado en algún momento que la guerra en Ucrania podría desencadenar una ofensiva nuclear. Conociendo de primera mano los medios de comunicación rusos, ¿le dan algún crédito a esa amenaza?
Putin lleva tanto tiempo en el poder que cree que es su misión pasar a la historia. El resto de la gente le da igual. Él dice que los demás morirán e irán al infierno, pero que los rusos irán al cielo. Es su narrativa. Pero, por otro lado, ¿sabes que Alemania, Francia e Italia fueron los principales exportadores de armas en Rusia cuando empezó la guerra en Ucrania en 2014? Todo esto es importante en cuanto a que no se trata solo de Rusia, sino también de todos estos países de la Unión Europea, con todos sus valores, que continúan proporcionando armas ahora que hay una guerra. Es responsabilidad de todos.
La muerte es un castigo demasiado pequeño para Putin y, aunque muera, el sistema seguirá vivo
No les gusta centrarse en sus casos personales. Pero Maria Aliójina escapó de Rusia disfrazada de repartidora gracias a su novia (Lucy Stein) y es el ejemplo del nivel de represión que sufren allí los opositores. ¿Qué hubiera pasado si la hubieran pillado en la frontera?
No me gusta hablar de eso porque decidí salir de gira para ayudar a Ucrania y componer una canción en contra de la guerra con mis chicas. No sé cómo eso se ha transformado en la historia de cómo escapé de Rusia y de la cual tengo que hablar todos los días.
Si me hubieran pillado habría ido 21 días a prisión porque tenía el brazalete eléctrico. Pero bueno, ya estuve en prisión dos años, seis veces más durante 15 días y un año y medio bajo arresto domiciliario en Bruselas. Uso la cárcel para hacer yoga y escribir. Estoy bien. Hay mucha gente a la que le están cayendo penas enormes y nadie sabe nada de ellos, ni siquiera sus nombres, porque no son políticos ni activistas. Solo son personas que llamaron “guerra” a la guerra y decidieron dar su valiente opinión.
Pero la única forma de conocer cómo funciona aquello es a través de estos testimonios. Olga Borisova, por ejemplo, ingresó en la policía y después la abandonó para pasarse al otro lado. ¿Por qué tomó ambas decisiones?
Claro, estoy de acuerdo con lo que dices. Vi mucha injusticia y corrupción. Solo es una función del Gobierno que protege los intereses de los políticos. Allí no podía cumplir mis metas. Tenía la impresión equivocada de que sería esa mujer fuerte que atraparía a los malos. Pero algo salió mal, por lo que sea (ríe). Sabía que estando dentro me perdería a mí misma. La primera vez que ves una injusticia te enfadas mucho, pero después empiezas a tolerarla contra ti y contra los demás. A los policías, hombres y mujeres, se les lava mucho el cerebro.
Comparten cartel con Chelsea Manning, que también fue perseguida por “traicionar” a su país. ¿Qué opinan de aquellos que parecen dar a elegir entre Rusia y EEUU, como si fuera una competición entre quién vulnera más los derechos humanos?
Es un puto error. No funciona así. Si estás en contra del imperialismo de EEUU no te puede gustar Vladímir Putin o la Unión Soviética. No se puede idealizar el llamado “socialismo” ruso, porque directamente no existe. Toda nuestra cultura fue destruida por esos imbéciles, incluso a los artistas de vanguardia les enviaban a los campos de prisioneros. Todos mis pintores, poetas o directores de teatro favoritos murieron de hambre o por la represión. Te podría dar cien nombres. Mil.
Si estás en contra del imperialismo de EEUU no te puede gustar Vladímir Putin o la Unión Soviética
Vladimir Putin es la cara del sistema porque el FSB es una copia de la KGB y la KGB es una copia de la NKVD. Todo esto comenzó hace cien años y fue una experiencia tan dramática como la Alemania nazi. Pero en Alemania les han desmitificado y en Rusia no, por eso tenemos todavía monumentos de Stalin y la policía celebra cada aniversario del 1937 (año del Terror).
EEUU ha superado a Trump porque es una democracia y porque incluso los artistas pegados al establishment entendieron que debía salir de ahí. Ahora mira a Rusia: Putin lleva 20 años en el poder. Y la pesadilla no solo está en Rusia. Quienes lo defienden deberían escuchar lo que la propaganda de Putin dice de ellos: que la gente en Europa es mierda y que debería destruirla con una bomba nuclear. No sé si algo así sería posible en los medios de comunicación estadounidenses. Así que, por favor, no idealicéis ese sistema. Es una mierda.
Por último, ¿dónde les gustaría asentarse?
En Rusia. Sin ninguna duda. Es nuestro hogar y espero que podamos hacerlo dentro de poco.