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Ventura, autor de 'La nit portuguesa': “Me interesa mucho Sade”
Girona, 13 ago (EFE).- El poeta Gabriel Ventura ha publicado este verano 'La nit portuguesa' (Editorial Contra), una narración del rodaje de 'Liberté', la pieza de Albert Serra a cuya filmación fue invitado como cronista y aceptó en buena parte porque, según confiesa, “me interesa mucho Sade”.
Un grupo de libertinos del siglo XVIII protagoniza la obra de Serra, que plantea un bosque, en realidad ubicado en Portugal, como zona de encuentro para prácticas sexuales de elevado voltaje.
Aquella película obtuvo el premio especial del jurado en el Festival de Cannes de 2019 y llegó a convertirse en videoinstalación inmersiva en el Reina Sofía de Madrid que, posteriormente, pasó por Girona en el marco de la cita teatral Temporada Alta.
El rodaje contó con la presencia de dos referencias cinematográficas, Ingrid Caven y Helmut Berger y, en medio de todo ello, Gabriel Ventura fue testigo de excepción de una experiencia que ha trasladado ahora al ámbito de la literatura.
'La nit portuguesa' relata aquellos días cargados de sexualidad con el mundo de Sade como escenario, un personaje que a Ventura le interesa “como iconoclasta y como escritor libre y antisistema”.
“Fue odiado por todos y, de hecho, como apunta Philippe Sollers en un magnífico ensayo sobre el Gran Marqués, no se le empezó a leer con seriedad hasta bien entrado el siglo XX”, relata.
En su opinión, “quizás los surrealistas son los primeros en entender el programa profundamente antiburgués de Sade” y recuerda que, “hasta entonces, su obra estaba prácticamente prohibida”.
“'Liberté' atenta contra la idea de seguridad de la clase media y sitúa el deseo en el primer orden de la existencia. Un deseo extraño, impenetrable, nada convencional”, señala.
El escritor considera que son necesarias “más películas y libros así, que huyan de interpretaciones moralizantes y bobaliconas”, que considera “una tendencia al alza del mercado contra la que hay que luchar” con Serra como ejemplo, y espera que también lo sea 'La nit portuguesa'.
El relato de Gabriel Ventura hace que, en ocasiones, se confunda la parte que es estrictamente rodaje y la que corresponde a las vivencias del equipo, a lo que responde: “Supongo que casi todos los que estábamos allí teníamos algo de libertinos”.
“Si no, no hubiéramos podido aguantar el ritmo”, indica, a la vez que se muestra seguro de que “todo el mundo pasó por varias fases” en esos días, “el sadismo, el sadomasoquismo o el voyeurismo”.
Lo curioso para él es que “la película se filmó en un pueblo bastante conservador del sur de Portugal”, aunque en un bosque a las afueras, donde se dio vida a “una zona de 'cruising' alejada de las miradas indiscretas de los vecinos”.
“Era como en los cuentos de Sade: un grupo de salvajes rompiendo todas las normas de la sociedad. Durante casi un mes vivimos dentro de una especie de utopía artística. A veces era duro, porque rodábamos siempre en el mismo set, pero también fue muy hermoso y generamos vínculos de amistad y de amor que, casi tres años después, perduran”, relata.
Al autor, que se declara “cinéfilo anárquico y desordenado”, le resulta difícil clasificar a Albert Serra, “un artista complejo, un rebelde y un provocador nato”, dice.
Después de conocer el ámbito fílmico por dentro, aunque él ya había actuado en diferentes producciones y su pareja, Rosa Tharrats, ha sido diseñadora de vestuario de Serra en sus últimas creaciones, Ventura precisa que “un rodaje es una coreografía de gestos, miradas y deseos”.
“Se crea un microcosmos en el que, de repente, adquieres un nuevo rol, seas o no seas actor, y esto genera un nuevo horizonte de expectativas que suele alterar la conducta de cada miembro del equipo”, añade.
“Un rodaje es un escenario en el que ocurren mil historias a la vez, dentro y fuera de las cámaras, sobre todo fuera”, dice, y se considera un “privilegiado” por haber podido contarlas, porque “de eso va 'La nit portuguesa'”.
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