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Viajar siendo negra: un libro sobre la identidad en movimiento
Nairobi, 13 may (EFE).- “A menudo negamos las maneras en que nuestra identidad afecta a nuestra capacidad para movernos por el mundo”, declara a Efe la escritora keniana Nanjala Nyabola, que reflexiona en su último libro sobre cómo la raza moldea el viaje y la experiencia del miedo, del peligro o del hogar.
Desde la urbe italiana de Palermo hasta la ciudad de Gorom-Gorom, en el norte de Burkina Faso, Nyabola -analista política y escritora, con una amplia experiencia en trabajo humanitario- despliega sus vivencias como mujer negra y africana cruzando fronteras y trabajando con personas migrantes en el libro de ensayos “Travelling While Black” (“Viajando cuando eres negra”, en español).
La obra ha cosechado un gran éxito de crítica en numerosos medios internacionales y le ha valido a la escritora ser finalista de los reputados premios Edward Stanford Travel Writing Award de 2021, que distinguen a los mejores escritores de viajes del mundo.
“Cuando pensamos en quien viaja, nunca imaginamos a una mujer africana”, asegura la autora en una entrevista con Efe en Nairobi, pero este libro se dirige precisamente a ellas, “excluidas de la conversación”, y a la “gente normal”, abriendo un diálogo “humano” sobre la migración y el refugio.
(IN)VISIBLE
El libro, explica, quiere “invitar a los africanos a repensar lo que es posible en la esfera del viaje” y lo cierto es que Nyabola traza líneas en el mapa que no son imposibles pero sí inesperadas para muchos lectores, acostumbrados a que el viajar sea siempre un movimiento de sur a norte o de la periferia al centro.
La primera travesía que relata “Travelling While Black” (Hurst, 2020) lleva al lector desde Estados Unidos -donde la ensayista estudiaba- hasta Haití, un lugar del que “todo lo que había leído me había aconsejado tener miedo”, escribe Nyabola.
Allí pasó varios meses ofreciendo asistencia legal a una organización de derechos humanos y trabajando con supervivientes de violencia sexual tras el terremoto de 2010.
El valor de la “invisibilidad” es lo primero que descubrió la escritora en este país caribeño. “Soy demasiado oscura para pasar por otra cosa que no sea local”, narra.
Lo mismo le sucedió cuando llegó como mochilera a Burkina Faso, donde “nadie me prestaba ninguna atención, nadie asumía que no fuera local y eso me permitía ser una observadora”, revela a Efe.
En el extremo opuesto, Nyabola desgrana como el hecho de ser negra y africana la expone al escrutinio implacable y “humillante” del sistema global de visados, “construido de forma inherente para la exclusión”, escribe la autora.
“Cuando vamos a una embajada -relata- es terrorífico. Tienes que reservar un día entero, te gritan desde el otro lado del vidrio antibalas y tienes que decir cuánto dinero tienes en el banco, si estás casada... y después de todo esto, es probable que no te concedan el visado porque no creen que vayas a volver”, aunque ya se haya pagado el coste del trámite.
SOBRE EL MIEDO
Tras quedar maravillada por el amanecer “crudo” del desierto del Sáhara, con un sol que hace “brillar” hasta la arena, y por la familiaridad con la que la recibieron los burkineses, Nyabola se dio cuenta de que ella “no era la audiencia objetiva de las guías de viaje” que había leído, que suelen narrar el mundo con una mirada determinada: blanca y occidental.
“Hemos estado consumiendo de manera acrítica una historia única sobre lo que quiere decir ser africano, pero la verdad es que no es cierto”, reclama la escritora.
Según Nyabola, “empujan a los lectores a temer los países africanos de una manera que no hacen con los países europeos, pese a que en ellos los grupos que no son mayoritarios tienen experiencias muy parecidas”.
La escritora recuerda, por ejemplo, cuando estudiaba en la Universidad de Oxford y vivía en la ciudad de Birmingham (Reino Unido), un lugar en el que “no es fácil ser africana”. Sin embargo, “nadie escribe jamás guías de viaje para advertirte sobre los barrios donde podrías cruzarte con supremacistas blancos”, apunta.
EL DUELO Y LA EMPATÍA
Hay una emoción latente que atraviesa en silencio todo el libro de Nanjala Nyabola y hace de él algo más que literatura de viajes: el duelo por los miles de cuerpos anónimos que convierten el Mediterráneo en la mayor fosa común del mundo.
En 2017, la escritora presenció desde el muelle abarrotado de Palermo la llegada de un barco con personas migrantes. Ese año, más de 3.000 perdieron la vida en el Mediterráneo, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). Desde 2014, son ya cerca de 22.000 las personas desaparecidas en este mar-tumba (sin contar las que no quedan registradas).
“Es algo muy difícil de presenciar. Nunca había visto a tantas personas rotas, descalzas, una tras otra”, recuerda Nyabola. “No podía dejar de verme en ellos, el espacio que nos separa es tan pequeño”.
Frente a la “Europa fortaleza”, la autora reivindica la “empatía como valor político”, en lugar de la caridad o la lástima y asegura que los europeos pueden resistir, pueden exigir a sus gobiernos que no usen “su identidad como arma contra otras personas”.
“Si has venido a salvarme, estás perdiendo el tiempo. Pero si has venido porque tu liberación está ligada a la mía, luchemos juntos”, concluye Nyabola, citando a una activista indígena.
Lucía Blanco Gracia
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