Rape day es un videojuego que permite controlar a un sociópata durante un apocalipsis zombi y “acosar, matar y violar a mujeres a medida que se progrese en la historia” que estaba previsto lanzarse Steam, una plataforma digital de juegos de ordenador creada por la empresa Valve que cuenta con 90 millones de usuarios activos al mes. Es la mayor tienda online del sector y no se preocupan por el contenido más allá de un “breve proceso de revisión” que en este caso, después de la oleada de críticas, se ha alargado más de lo esperado. Finalmente, la compañía publicó el pasado miércoles comunicado en el que confirman que el título no se distribuirá porque “presenta costos y riesgos desconocidos”.
El título creado por un desarrollador anónimo apodado Desk Plant incluye “violencia, agresión sexual, sexo no consentido, lenguaje obsceno, necrofilia e incesto”, y las imágenes dejan constancia de las desagradables situaciones a las que se enfrentan los jugadores. De hecho, como el propio creador explica en el foro de la comunidad, ha tenido que eliminar una escena en la que unos zombis mataban a niños recién nacidos. eldiario.es ha contactado con Valve para saber si tras el conflicto con Rape day van a cambiar de alguna manera su política de revisión, pero por ahora no han contestado.
“No se trata de un videojuego con mensaje en el que una violación sucede en el marco de una historia con mayor trasfondo, sino que sus mecánicas se basan única y exclusivamente en eso, relegando el contexto del apocalipsis zombie a un segundo plano. Porque este juego no va de sobrevivir, va de violar mujeres”, critica Paz Boris, periodista y coautora de libros como ¡Protesto! Videojuegos desde una perspectiva de género. Así lo demuestra la descripción que el propio Desk Plant hace de su obra: “Enjoy your Rape Day; you deserve it” (Disfruta de tu Día de violación; te lo mereces).
La noticia no ha tardado en viralizarse a través de redes sociales, donde ha dividido a los jugadores. Algunos, alegando que las denuncias sobre Rape day también estaban provocando que este se promocionara. “Cuando se realizan este tipo de denuncias es inevitable que suceda un efecto Streisand, pero ignorar los problemas por temor a darle 'publicidad' no va a hacer que desaparezcan ni mucho menos va a ayudar a que los videojuegos sigan dando pasos hacia una industria más tolerante”, considera Boris, a la que le preocuparía mucho más que “la reacción fuese el silencio absoluto”.
Ese mismo silencio es el que define a Steam y su política de contenido. Después de la polémica del pasado mes de junio con Active Shooter, un título que permitía ponerse en la piel de un terrorista y tirotear a niños en colegios, Valve publicó un comunicado en el que abrazaban el modelo del anarcocapitalismo digital. Al contrario de lo que ocurría con anterioridad, ellos no iban a elegir qué se lanzaba en su tienda: “El enfoque correcto es permitir que todo ingrese a Steam, a excepción de las cosas que decidamos que son ilegales”, se puede leer.
Pero ¿qué es ilegal para Steam? Las directrices que establece la plataforma para publicar son insignificantes. Solo piden que esté clasificado por edades correctamente, que no infrinja ninguna ley de jurisdicciones o que no suponga un abuso de menores (probablemente por el conflicto con Active Shooter). Mientras no pise ninguna de estas pautas, todo vale. “Entiendo que Steam es una plataforma muy amplia con ingentes cantidades de videojuegos y con otros tantos esperando para poder comercializarse, pero no se puede dar carta blanca y aceptar cualquier cosa. Al menos debería haber un filtro mínimo que evite que juegos como Rape Day puedan ver la luz”, apunta la especialista.
Se permiten los asesinatos, ¿por qué no la violación?
El desarrollador Desk Plant, en una entrevista que tiene con él mismo en su página web, responde algunas “preguntas frecuentes” sobre su creación. Argumenta que su historia se justifica porque “no se puede considerar prohibir la violación en la ficción sin prohibir el asesinato y la tortura”, ya que “el asesinato se ha normalizado en la ficción, mientras que la violación aún no se ha normalizado”. No obstante, el debate no está centrado en prohibir la violación en la ficción, sino en evitar obras que, como señala Boris, “utiliza la violación como mecánica de juego para la satisfacción de una fantasía en una total y absoluta banalización de algo que muchas mujeres han sufrido o podemos sufrir a lo largo de nuestra vida”.
La película Kids (1995) de Larry Clark cuenta cómo unos jóvenes acaban en una espiral de sexo, drogas y sida. En su última escena, una de las protagonistas es violada por un agresor que, sin saberlo, estaba infectándose con VIH. A pesar de la dureza del relato, no hay casos de censura contra Kids por esta escena. Todo lo contrario: en lugar de banalizar sobre una agresión sexual, esta busca concienciar sobre sus demoledores efectos.
Tampoco se puede asemejar, por ejemplo, a las matanzas en obras bélicas como Call of Duty. “Aquellos que comparan las mecánicas de violación en este videojuego con la mecánica de eliminación de enemigos en la gran mayoría de videojuegos creo que están pasando por alto la manera en que están representados y también cómo la sociedad percibe uno y otro”, recalca la periodista.
En la misma línea se sitúa la crítica cultural Eva Cid, que trata en un artículo las diferentes mecánicas de agresión presentes en los juegos: “El soldado vaciando un cargador sobre la cabeza de su enemigo o enemiga no es otra cosa que una pulsación mantenida, codificada como un asesinato en este caso, pero sin sus evocaciones”. No ocurre así con Rape day, que desde su propio título solo obedece al propósito de reproducir la violación a una mujer.
En su página, Desk Plant llega a afirmar que “el objetivo de los juegos es hacer cosas o experimentar cosas que no puedes o no debes en la realidad” y que los historiadores mirarán a su obra como “la primera vez que se mostró un desnudo en la televisión”.
Pero ni siquiera otros títulos reconocidos por su polémica están a la altura de lo que propone Plant. Se puede citar la saga de Grand Theft Auto, en la que el jugador puede tener sexo con una prostituta y luego matarla para recuperar el dinero. “GTA es una sátira de la sociedad americana en la que todo (o casi todo) vale y las prostitutas, simplificando su presencia al máximo, no son más que otro personaje al que se puede asesinar y robar. Creo que las diferencias entre estos juegos y Rape Day son lo suficientemente claras como para entender por qué no suscitaron la misma repulsa”, aclara Paz Boris, que no por ello quita importancia al hecho de esto reduzca “las mujeres a un objeto de satisfacción del personaje y del jugador”. Pero añade que tratar casos como el de Rape Day es, si cabe, todavía más urgente.
La periodista esperaba que lo retirasen, algo que ha terminado ocurriendo. De lo contrario, abriría la puerta “a juegos del mismo calibre o peores”. Algo que, como añade, “no podemos aceptar como jugadores”.