Turismo bélico en torno a una victoria republicana silenciada
Alcudia de Veo es un pueblo castellonense de unos 200 habitantes. Su entorno son bosques y montañas porque está situado en pleno parque natural de la Serra d'Espadà. Entre sus muchas opciones senderistas, hay una que transportará al visitante exactamente 80 años atrás. Concretamente, a la Batalla de Levante de la Guerra Civil, de la que esta sierra fue uno de sus principales escenarios.
La ruta atraviesa dos montañas gemelas llamadas “las dos tetas”. Cada una de ellas estuvo ocupada por uno de los ejércitos enfrentados, y conservan restos de fortificaciones de hormigón. Después, el caminante alcanzará la Rápita, el pico más alto del parque natural. Allí, a 1.106 metros de altura, encontraremos una vista espectacular y más construcciones bélicas: una trinchera y puntos de tirador.
Esta es una de las rutas turísticas diseñadas por profesores especialistas en la historia de la Guerra Civil de la Universidad Jaume I de Castelló. Es parte de un proyecto de esta universidad y la Federación Valenciana de Municipios y Provincias (FVMP) que pretende convertir el abundante patrimonio bélico de la zona en un recurso turístico.
Búnkeres y trincheras contra la despoblación
Según Eugeni de Manuel, jefe de área de Servicios Municipales de la FVMP, los objetivos son varios. Atraer riqueza al mundo rural y frenar la despoblación, lograr un turismo diferenciado y de medio o alto poder adquisitivo y con intereses culturales, y difundir la historia de ese periodo “de acuerdo a la investigación científica y no a los mitos difundidos durante la dictadura franquista”.
Se trata de “recuperar la memoria histórica como ayuda económica al desarrollo y a a la vertebración del territorio”, resumió De Manuel durante un congreso celebrado en la UJI entre el 8 y el 10 de abril, dedicado a la Batalla de Levante, elepisodio de la Guerra Civil en torno al cual gira todo este proyecto turístico.
En concreto, las rutas repasan la línea XYZ, un conjunto de fortificaciones que se despliegan a lo largo de 104 kilómetros entre Santa Cruz de Moya (Cuenca) y Almenara (Castelló). Son trincheras, búnkeres y refugios levantados por el ejército republicano gracias al trabajo de más de 14.000 personas, entre las que había soldados y civiles.
Hormigón y piedra para frenar a Franco
Estas construcciones permitieron a la República ganar la Batalla de Levante y cortar el paso de las tropas franquistas hacia València en la primavera de 1938. Quedan numerosos vestigios que ahora están localizados y explicados en estas rutas. Sin embargo, queda “mucho trabajo por hacer”, explicó De Manuel. Sobre todo, proteger los restos y conseguir la participación de todos los agentes que pueden aportar valor al proyecto: desde los ayuntamientos a las empresas turísticas.
El siguiente paso es una reunión con la Agencia Valenciana de Turismo y la UJI que tendrá lugar próximamente en Castelló, en la que se persigue “articular un punto fijo de formación” para los guías que aspiren a rentabilizar este trabajo historiográfico.
El proyecto es reciente y de momento los visitantes interesados tienen que conformarse con las instrucciones de los folletos informativos porque no hay empresas turísticas que ofrezcan un acompañamiento profesional. La FVMP está en conversaciones con varias de estas compañías, entre las que está la castellonense Itinerantur.
Más allá del sol y playa
Uno de sus miembros, Chema Rabasa, explica que el “turismo bélico es incipiente pero ya existe. Hace un mes un grupo de senderistas valencianos nos pidió una ruta bélica por la Sierra de Espadán. Acabamos en la Vilavella, donde el Ayuntamiento ha recuperado de forma excelente varias trincheras”.
Rabasa explica que este tipo de rutas “tienen mucho interés, sobre todo teniendo en cuenta que buena parte de este material está en parques naturales de altísimo valor ecológico”. El turismo bélico “es una manera de buscar la diferenciación mediante la puesta en valor del patrimonio y esto es una cuestión de supervivencia para el sector”.
“El turismo de sol y playa trae mucha gente, pero de poco dinero. Hay que atraer un tipo de turista con mayor poder adquisitivo y la única manera es ofrecer cosas diferentes y auténticas, cosas que no puedes encontrar en otros sitios”, concluye.
Tierra y silencio sobre las trincheras
Quien opte por realizar una de estas rutas se sumergirá en uno de los episodios más desconocidos de la Guerra Civil. La de Levante “no fue una batalla olvidada, sino silenciada por la propaganda franquista porque supuso un éxito de la República”, según explicó Vicent Grau durante el citado congreso.
Grau es doctorado en Historia Contemporánea por la UJI y miembro fundador del grupo de Estudios de Historia Local y Fuentes Orales de esta universidad, el colectivo de profesores que se ha encargado de la parte historiográfica del proyecto.
Esta batalla se refiere a un conjunto de operaciones militares entre abril y julio de 1938. Era un momento de desmoronamiento moral en el ejército de la República después de varias derrotas militares. A pesar de ello, el estratega de la batalla de Levante, el coronel Leopoldo Menéndez, consiguió la victoria.
“Resistir es vencer”
Su método combinó una disciplina férrea -con instrucciones de resistir que le llevaron a fusilar a mandos militares que se rindieron a los ataques franquistas sin batallar- con la formación de un ejército popular gracias a la implicación de “sindicatos, partidos y autoridades”. Según Grau, Menéndez logró inyectar moral en las tropas, de forma que “la gente sintió que estaba luchando por sus intereses particulares”.
El objetivo no era derrotar al enemigo, sino aguantar todo el tiempo posible hasta que se produjera un cambio en la política internacional. Era el “resistir es vencer” del entonces presidente del Gobierno, Juan Negrín, que esperaba “el comienzo de la Segunda Guerra Mundial” y pensaba que las “democracias necesitarían entonces de España”. Así que “era necesario resistir para después atacar”, detalló Grau.
Ese contexto político se tradujo en la construcción de trincheras y refugios a lo largo de toda la Serra d'Espadà, barrera orográfica que separaba al ejército de Franco desplegado en Teruel de València. Los militares republicanos se centraron en desgastar al ejército franquista, que avanzaba lenta y penosamente, con un elevado coste en vidas, por la intrincada geografía del interior de Castelló.
Aguantar bajo las bombas italianas
“Las trincheras permitían a soldados y civiles aguantar las horas de bombardeos aéreos y ataques de artillería” del ejército sublevado y sus aliados italianos, de forma que había muchas menos bajas de las que el enemigo podía esperar, explicó Grau. La estrategia culminó con la victoria en Viver (Castelló), donde los republicanos rodearon y masacraron a las divisiones italianas encargadas de tomar el pueblo.
El estudio de esta victoria tiene el valor de tumbar varios de los mitos que la propaganda franquista propagó durante la dictadura, según este estudioso. “En esta batalla hubo una respuesta mayoritaria a favor del Gobierno legítimo de la República, desmitificando el 'movimiento nacional' a favor del golpe de estado de Franco”.
El éxito militar no se habría producido sin una buena organización del ejército, lo que “nos lleva a superar los tópicos de un ejército republicano totalmente indisciplinado, desorganizado y sin capacidad de respuesta”, aunque esta es una realidad que sí se produjo en otros episodios de la guerra. Grau explicó, además, que la República fue derrotada por la falta de apoyo exterior y que Franco “sin la ayuda de Hitler y Mussolini, no hubiera podido ni iniciar la Guerra Civil”.
Las rutas agrupadas en el proyecto turístico “Línea XYZ” llevarán al visitante a recrear esta historia olvidada gracias a los muchos vestigios que asoman entre la tierra removida de la Serra d'Espadà. El visitante podrá sumergirse en el escenario bélico mientras disfruta de la riqueza natural que lo rodea, y vuelve después al presente para disfrutar de la gastronomía y el patrimonio de los pueblos de la zona.