Lucía Quiles, la primera tramoyista del Misteri d’Elx en un mundo (todavía) de hombres
El Misteri d’Elx contará en estos días de celebración de nuevo con la maña y fuerza de Lucía Quiles, convertida desde el año pasado en la primera mujer tramoyista en seis siglos de representaciones. Su participación en el escenario aéreo junto con 21 hombres, situado en la cúpula de la iglesia de la basílica de Santa María cubierta para la ocasión por una lona pintada que simula el cielo, ha reabierto el casi sempiterno debate de si el tesoro cultural del pueblo de Elche debe romper con la tradición medieval, aún vigente, de vetar a las niñas en los papeles de cantores femeninos como el de la virgen María o el Ángel, representados hasta la fecha por niños.
Esta joven estudiante de un master de psicología pertenece a una de las numerosas familias que abundan en el Misteri y que hacen posible su puesta en escena cada verano, desde el 11 al 13 de agosto los ensayos generales, y 14 y 15 las representaciones, así como las extraordinarias de octubre solo los años pares. Ella es de los Quiles, una estirpe que empezó con su abuelo Vicente, primero como cantor en todos los papeles y luego como tramoyista y posteriormente patrono. Le siguió su padre Juan Antonio cuando con solo 13 años empezó a trabajar en la tramoya hasta ser actualmente el Mestre vila, el máximo responsable del escenario aéreo.
Lucía, que subió por primera vez a lo más alto de la iglesia cuando solo era un bebe en brazos de su madre para acompañar a su padre, no se lo pensó hace dos años cuando delante de los miembros del patronato, los organizadores del Misteri, soltó: “¿Y por qué no entro yo a la tramoya el año que viene?”. El apoyo fue unánime y en 2018 se estrenó por todo lo alto, nunca mejor dicho.
La labor de esta joven de 24 años en la tramoya alta, cuyo espacio se reduce a una cuarta parte del cielo para todos los trabajadores, ha ido creciendo en solo un año. En este 2019 va a ser la encargada de seguridad, una figura novedosa que conlleva controlar la disposición de los arneses que les sujeta a las líneas de vida. “No me da miedo porque aquí arriba está todo controlado y en todos estos siglos no ha habido ningún incidente”, asegura.
También repite como responsable del buen estado de la tela azul que envuelve a la maroma, la cuerda que une a los aparatos aéreos como el de la Mangrana; así como de cambiar la pirula, la llama de oropel que cuelga de dichos aparatos y que queda visible cuando se cierran las puertas del cielo. Aunque al final, reconoce, su función como la del resto de tramoyista consiste en “echarse una mano entre todos”, como por ejemplo cuando hay que cambiar pesados aparatos de la Mangrana por el del Araceli.
¿Y no has querido cantar en el Misteri? Le preguntamos. “No, es que canto fatal”, responde entre risas. ¿Y te gustaría que las chicas sí que pudieran cantar? “Claro, ya es hora”, añade. “Desde mi humilde opinión, la tradición no está nada reñida con el avance de la igualdad de género y la presencia de la mujer en todas las partes de la sociedad”, señala. Reconoce que esta cuestión sigue siendo tabú entre las familias del Misteri, por ello insiste en que su opinión es solo suya, aunque cree que desde su posición como primera mujer tramoyista debe alzar la voz a favor de la igualdad. “Estoy totalmente de acuerdo con que las mujeres canten; a mí me encantaría ver a una nena recorrer el cadafal [escenario central de la tramoya baja] pero es un tema que trasciende a mi opinión”.
Más mujeres
Fuentes del patronato consultadas recuerdan que la mujer ha ido ganando presencia en los últimos años en todos los estamentos -menos en el de las representaciones-. No solo el caso de Lucía, en 2016 su junta rectora nombró por primera vez a tres mujeres en los cargos simbólicos de portaestandartes y personalidades electas.
A ello hay que sumar que en el propio patronato ellas representan un tercio del total, explica Carolina Martínez, de la comisión de actividades culturales de este órgano que nunca ha estado presidido por una mujer, si por una vicepresidenta, la actual María Teresa Botella.
Donde sí abundan las mujeres son en la sastrería, la peluquería, las auxiliares de protocolo o las camareras de la virgen encargadas de la vestimenta. Antes también tenían presencia en la Escolanía del Misteri, la cantera de cantores, pero desde hace una década se prohibió la participación de las niñas, limitadas desde entonces al coro juvenil.
Bien conoce esta cuestión la también patrona Esther Díez, de la comisión de difusión. Ella entró con 9 años en la Escolanía y no alcanzaba a comprender por qué cuando llegaba el momento de las representaciones, ella se quedaba fuera. “No entendía por qué con el verano, me tocaba irme a mi casa”, se lamenta. Su ilusión, reconoce, era cantar en el Misteri y ahora reclama como portavoz del grupo municipal de Compromís “la integración plena de las mujeres en la festa, en todas sus vertientes incluida la representación”.
Su argumento es que “se debe mantener la tradición de todas las partes del Misteri que merecen mantenerse, menos esta parte que pone de manifiesto la discriminación”. Además, entiende que un organismo como la Unesco, que otorgó a este drama sacro-lírico la distinción de Obra Maestra del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad en 2001, “no va a castigar medidas para la inclusión de mujeres”.
De hecho, el año pasado Alicia Castillo, presidenta de Icomos, el órgano asesor de la Unesco, rompió en Elche una lanza a favor de la inclusión: “La tradición no está en contra del género”, expresó. También el delegado del Gobierno valenciano, Juan Carlos Fulgencio, y la subdelegada en Alicante, Araceli Poblador, abogaron por “una necesaria evolución”; voces a las que hay que sumar dos años antes las del Consejo de Igualdad del consistorio, solicitando en el debate del Estado de la Ciudad celebrado en el pleno del Ayuntamiento de Elche -y en los sucesivos hasta la actualidad- abrir la puerta del todo a las mujeres.
Voces en contra
Pero la mayor parte del Misteri o incluso de partidos políticos -también el PSOE- o no está por la labor de romper con la tradición medieval o prefiere que su opinión -a favor o en contra- no sea revelada. Sí que se expresa la anteriormente citada patrona Carolina Martínez quien si bien reconoce que La Festa “es un organismo vivo que está en continua evolución como cualquier lengua”, añade que “ahora mismo no lo veo porque estoy por conservar la tradición, pero en un futuro quién sabe”.
Por su parte, el abogado y cantor del Misteri Vicente Cremades publicó hace unos años en la revista de La Festa un estudio jurídico doctrinal sobre esta cuestión planteada como contraposición a dos derechos fundamentales, el de la igualdad y el de la libertad religiosa. A su juicio, “no es tan fácil decir que las mujeres deben salir en el Misteri aludiendo al derecho a la igualdad” porque al celebrarse las representaciones en una iglesia prevalece el derecho de la misma a “organizarse y funcionar como considere”.
Derecho religioso que, recuerda, la administración o el estado no puede entrar a valorar al tener potestad interna sobre su organización. “El estado no puede imponer por ejemplo sacerdotisas mujeres”, argumenta. Así que bajo su punto de vista “la decisión en última instancia sobre la inclusión de las mujeres, y al tratarse de un hecho religioso, corresponde a la iglesia”. Con la iglesia hemos topado.