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Bakalao, Zaplana y Alcàsser: Un viaje ficcionado al delirio de los noventa
“El crimen de Alcàsser, el ascenso de Zaplana al poder y la ruta del bakalao son tres temas que, de alguna manera, se intercomunican y definen una época de fin de libertades que fue como una especie de segunda transición”, apunta Jordi Casanovas. Acaba de estrenar en el Teatro Principal la obra Valenciana. La realitat no és suficient. El Institut Valencià de Cultura cierra temporada de producciones propias con esta obra que estará hasta el 2 de junio en València, para luego viajar a Madrid y Barcelona.
Situada a principios de los noventa, Valenciana recupera mezclando ficción y realidad momentos de una década de desfase y euforia, de descontrol y ambición política descarada, de periodismo sin escrúpulos, a través de la conexión de tres tramas que marcaron a diferentes generaciones de la sociedad valenciana (y también española), llegando incluso a generar estereotipos como corruptos o festeros.
Desde el principio los intérpretes anuncian que “cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia”, pero algunos de sus personajes tienen rasgos o cargos identificables con personas reales y parte del juego consiste en tratar de adivinar quién es quién y en qué momento. Eso sí, se debe tener en cuenta que son doce actores y actrices dando vida a más de treinta personajes, algunos de ellos resultado de varias sumas de personas y perfiles reales. O no.
“Muchos personajes de la historia optan por delirar, por imaginar un mundo que no es real y creer que el imaginado es el auténtico”, explica Casanovas. Aunque sea un viaje a un pasado reciente, también tiene mucho que ver con la actualidad.
Con el enlace del periodista valenciano Eugenio Viñas, Casanovas fue contactando con testimonios que pudieran aportarle la contextualización necesaria para conformar la obra. «El reto era, desde que comencé a documentarme, abordar las consecuencias sociales y su impacto mediático», apunta el director. Más de un año de trabajo de investigación condensadas ahora en poco más de dos horas y cuarto.
Algunos de los espectadores de la obra no recordarán la cobertura realizada por los medios de comunicación los días que siguieron al secuestro de Míriam, Toñi y Desirée, el crimen valenciano más mediatizado de la historia. Pero es evidente el poso de dolor y miedo que ha dejado en la sociedad valenciana. Otros no recordarán noticias sobre el voto de la tránsfuga socialista que dio la alcaldía a Zaplana, pero han vivido sus consecuencias, el cierre de Canal 9 o habrán visto muchos esqueletos de hormigón en la costa alicantina. Y de la ruta del bakalao… D’aquella pols...
“Creo que necesitamos revisar esas épocas porque lo vemos desde otra perspectiva. Ahora somos padres de hijos que tenían esa edad y hemos cambiado la forma de observar. Vale la pena releer”, dice el dramaturgo. Aunque no sea la primera ni la última vez que se ficciona sobre el crimen de Alcàsser. Ni tampoco es insólito criticar la ya mítica corrupción valenciana. Ni elaborar un retrato del desfase de la más famosa de las rutas. La originalidad de la obra está en su enfoque. La historia está pensada desde la vida de tres mujeres. Y eso sí es novedoso.
Valeria, Encarna y Ana. Tres periodistas y amigas cuyos nombres forman el título Valenciana. Valeria se sumerge en las discotecas de la ruta destroy. Encarna dirige la comunicación de un político de Cartagena. Y Ana tendrá que cubrir un crimen para la televisión valenciana. Sus vidas están ligadas a las tramas que hilan el guión de una obra vibrante, que sube y baja las emociones del espectador y que provoca, como mínimo, unas cuantas reflexiones.
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