Las muertes en casa por otras enfermedades aumentaron un 24% durante el confinamiento de primavera
Durante la primera ola de la pandemia fallecieron más de 100.000 personas por causas que no tenían que ver, por lo menos directamente, con la COVID-19. Se trata de una cifra muy similar al número de defunciones que se registraron de marzo a mayo, de media, entre 2016 y 2019, según las estadísticas de mortalidad desglosadas por causa del Instituto Nacional de Estadística (INE) analizadas por elDiario.es.
Sin embargo, algo cambió con la presencia del nuevo virus y el confinamiento domiciliario: el lugar donde estas personas morían. Respecto a los años anteriores, en los meses de marzo, abril y mayo murieron en España un 15% menos de personas en los hospitales, a la vez que se incrementaban en un 24% las muertes en los domicilios y un 38% en las residencias; todo ello sin contar los fallecidos por la COVID-19.
En concreto, las muertes no COVID-19 en los hospitales pasaron de ser el 55% del total de muertes los años anteriores entre marzo y mayo al 46% en los mismos meses de 2020. En los domicilios, en cambio, pasaron del 26% al 32% de las muertes. Y en las residencias, del 13% al 18%. En cambio, de los fallecidos por COVID-19, un 62% lo hizo en el hospital, un 5% en casa y un 30% en las residencias.
Los servicios de emergencias fueron los primeros que se dieron cuenta de la reducción de enfermos de otras patologías en las urgencias, que luego se traduciría a un aumento de la mortalidad en casa. “Durante los primeros meses de la pandemia vimos un descenso asistencial cercano al 80%”, explica Pascual Piñera, vicepresidente de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (SEMES) y jefe de urgencias en Murcia. “En mi hospital, donde habitualmente atendemos a unos 300 pacientes diarios, en marzo había días en que solo venían a urgencias 70”, explica. “Nos faltaban enfermos en todos lados”.
La situación no fue la misma en todas partes. La afectación del coronavirus en Madrid durante la primera ola provocó un colapso del sistema sanitario, cosa que no ocurrió de forma tan brusca en Murcia. Piñera cuenta que allí los servicios de emergencias trataron de concienciar a la población sobre la necesidad de ir al hospital si se encontraba en una situación grave, ya que contaban con circuitos diferenciados para pacientes infectados y no infectados. “Pero el miedo sí era generalizado, la gente tenía miedo de ir al hospital”, asegura.
El resultado del miedo y el colapso se traduce hoy en este aumento de la mortalidad en casa, que se nota sobre todo en Catalunya y Aragón, donde las defunciones en los domicilios han aumentado un 26% y un 25% respectivamente. La región con más porcentaje de mortalidad en casa fue la Comunidad Valenciana, aunque el aumento allí solo ha sido del 10%, porque antes de la pandemia ya era la comunidad con más defunciones en el domicilio sobre el total. Hay que tener en cuenta que las siguientes cifras por comunidades incluyen todo el periodo de enero a mayo, ya que el INE no desglosa estas cifras por mes de defunción, y por tanto no muestran solo el periodo de confinamiento domiciliario.
Las patologías que más preocuparon a los trabajadores de urgencias en un primer momento fueron los ictus, las hemorragias digestivas y los infartos. “Puedo entender que una persona que sienta dolor torácico no venga al hospital, ¿pero a alguien con un ictus? ¿Qué razonamiento hicieron, ya no solo el enfermo, sino la familia, para decidir que era mejor quedarse en casa que ir al hospital?”, se pregunta el jefe de urgencias. Ya sea por decisión propia o por obligación, enfermos de estas y muchas otras patologías se quedaron sin ir al centro hospitalario.
Las cifras de mortalidad del INE muestran que en todos los grupos de enfermedades se incrementó el número de defunciones en casa, y también el porcentaje que las muertes en el domicilio representan sobre el total. Esta misma situación se repitió en las residencias, donde todas las agrupaciones de patologías vieron crecer el número de muertes respecto a los años anteriores. De forma casi simétrica, las personas fallecidas en los hospitales se redujeron en todos los grupos de causas.
Las enfermedades en las que más creció el número de personas que morían en casa fueron los tumores. En total, las muertes por cáncer no aumentaron, pero sí que cambió mucho la distribución según lugar de muerte. Antes de la pandemia, un 65% de los fallecidos por tumores lo hacía en un centro hospitalario y un 25%, en casa. Este año, durante el primer confinamiento, el porcentaje de las defunciones por cáncer en hospitales bajó al 56% y subieron al 35% los que murieron en el domicilio.
“Durante la primera ola de la pandemia, el colapso de los hospitales y el miedo al contagio hicieron que muchos pacientes oncológicos no acudieran al hospital”, cuenta Isabel Echavarría, secretaria científica de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM). A la vez, recuerda la doctora, muchas familias de pacientes en situación terminal “optaron por llevar los últimos cuidados al domicilio, para poder de esta forma acompañar sin tanta limitación”. Por eso Echavarría considera que, “aunque haya pacientes que hayan fallecido antes de tiempo por no acudir al hospital por complicaciones potencialmente tratables, lo más probable es que gran parte de este cambio de lugar de fallecimiento se deba más bien a la voluntad de los pacientes y familiares de pasar los últimos días en su casa”.
En las residencias fueron las enfermedades del sistema circulatorio las que más vieron crecer el número de fallecidos. Aunque las muertes por este grupo de patologías se han mantenido, en las residencias las defunciones por estas enfermedades han pasado de 4.393 de media entre 2016 y 2019 (de marzo a mayo) a 5.784 durante el mismo periodo de 2020.
En porcentaje fueron las enfermedades del sistema genitourinario las que más aumentaron en las residencias de ancianos. Estas muertes, además, han crecido un 23% en total. Si en los años anteriores, de media, un 12% de defunciones por esta causa se registraban en residencias, este año lo han hecho más del 20%.
Este cambio en el lugar de defunción no es un problema por sí solo. “La mala noticia no es no morir en el hospital, sino no morir donde se quiere, como se quiere y con quien se quiere, y eso sí que ha fallado”, dice Isidro García, vicepresidente de la Sociedad Española de Cuidados Paliativos (SECPAL). El experto en atención de pacientes que no son curables recuerda cómo muchos pacientes con COVID-19 y sin el virus se han aislado solos en los hospitales, todos afectados por el colapso sanitario. “No se ha priorizado a los enfermos”, opina.
Para Echavarría, “morir en un hospital es un entorno más hostil”, pero a la vez considera que estar en estos centros “facilita que los cuidados paliativos sean óptimos y el paciente pueda pasar de la forma más confortable posible sus últimos días”. Por esto coincide en recalcar que “no es una mala noticia” que hayan aumentado las muertes en casa “siempre que se haya podido garantizar el que esos pacientes tengan cubiertos sus cuidados paliativos, se disponga de medicación para evitar que tengan dolor o sufrimiento y se haya entrenado adecuadamente a la familia”.
García explica que “la mayoría de pacientes tienen el deseo de morir en su casa”, pero que el problema es cómo lo hacen. “El sistema debería dar recursos para que esta gente tenga una atención de calidad donde sea para mantener una vida digna hasta que llegue el momento”, dice el doctor, algo que no ha sido una prioridad durante la pandemia.
El efecto de la COVID-19 en la mortalidad por otras causas
Si miramos el detalle, vemos que las muertes en casa no subieron en todas las causas, pero sí en la gran mayoría. En el siguiente gráfico vemos cómo en casi todas las causas de muerte aumentó el porcentaje de personas que mueren en su domicilio a la vez que disminuía la proporción de las que lo hacían en un hospital.
En este grupo de causas se encuentran también las enfermedades por las que más gente murió durante la primavera, como son las cerebrovasculares, las insuficiencias cardíacas, isquémicas u otras del corazón, la demencia, el Alzheimer o el cáncer de pulmón.
Además, casi todas las causas de muerte por las que se ha registrado el coronavirus como comorbilidad coinciden en esta situación: en términos porcentuales, han crecido los muertos en casa y han disminuido en centros hospitalarios.
En la tabla siguiente se muestra la lista detallada de todas las causa de muerte y grupos de enfermedades. Para cada una de ellas se puede encontrar el total de muertes y la variación de las defunciones en cada lugar respecto a la media de los años anteriores. Los siguientes datos muestran todas las muertes registradas en dos períodos diferentes: para los grupos de enfermedades (en negrita) solo se incluyen las muertes de marzo a mayo, mientras que para las causas detalladas se muestra el total de fallecidos entre enero y mayo, con lo cual no incluye exclusivamente el periodo del confinamiento domiciliario de primavera.
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