10.457 personas han muerto en su intento de migrar a España en 2024, el año más mortífero
El 2024 va acabar con un número sin precedentes de muertes en nuestras fronteras. Del 1 de enero al 15 de diciembre de este año, 10.457 personas han fallecido o desaparecido en su intento de migrar a España, un 58% más que las contabilizadas en 2023, según el informe de la organización Caminando Fronteras elaborado a partir de su sistema de alertas de pateras en peligro a través del contacto directo con los supervivientes de las tragedias y los seres queridos de las víctimas. Cada día, 30 personas han perdido la vida en aguas fronterizas; 30 familias han esperado con angustia un mensaje que nunca llegó.
El documento analiza 293 tragedias ocurridas en las diferentes rutas recorridas por quienes intentan llegar a España, de las que 131 embarcaciones desaparecieron sin dejar rastro. De las víctimas, 1.538 eran menores y 421 eran mujeres. “Estas cifras evidencian un fracaso profundo de los sistemas de rescate y de protección. Más de 10.400 personas muertas o desaparecidas en un solo año es una tragedia inadmisible. Urgimos a que se priorice la protección del derecho a la vida, se refuercen las operaciones de búsqueda y rescate, y se garantice la justicia para las víctimas y sus familias”, denuncia Helena Maleno, fundadora del colectivo y coordinadora de la investigación.
Por rutas migratorias, se registraron 9.757 muertes en la llamada ruta atlántica, 517 en la ruta argelina, 110 en el Estrecho y 73 en la que atraviesa el mar de Alborán. Los datos son obtenidos por la ONG después de cotejar testimonios de los supervivientes, los testigos directos de las tragedias, así como de las denuncias de familiares desesperados por localizar a sus seres queridos embarcados. El maliense T. D. es una de las personas que vio morir a sus compañeros en el mar mientras trataba de alcanzar Canarias. “La barca se quedó a la deriva, nos llevaban las olas. Todos estábamos muy cansados, y cuando veías que alguien se sentaba tranquilo y dejaba de llorar o de rezar, era que se estaba muriendo. Las vidas se iban apagando, y yo esperaba a ser el próximo, pero fue mi hermano”, describe en un testimonio recogido por Caminando Fronteras.
“Le decía a mi hermano que no bebiese agua del mar, que aguantara, pero bebía sin parar, luego vomitaba, y después se sentó y dejó de hablar. No tuve fuerzas para tirar su cuerpo, lo hicieron otros. Además de mi hermano, vi morir a una familia entera, el padre acabó tirándose al mar cuando tiró al último de sus hijos. No tuvimos fuerza para impedírselo. No sentía nada cuando por fin nos rescataron, no tenía fuerzas en mi cuerpo pero tampoco en mi alma”.
La ruta más mortífera
La gran mayoría de muertes documentadas por la ONG, como las de los compañeros de T. D., han tenido lugar en la llamada ruta atlántica, cuyo destino son las Islas Canarias. De las tragedias documentadas sufridas por personas que viajaban en cayucos procedentes de África Occidental, el 71% corresponde a aquellos que partieron desde Mauritania, el principal punto de salida hacia el Archipiélago, aunque también parten desde Senegal, Agadir (Marruecos) y Dajla (Sáhara Occidental ocupado). “Las salidas de embarcaciones desde este país no han cesado ni en periodos donde las condiciones meteorológicas en la ruta han sido terriblemente complicadas. Los meses entre enero y abril son los más mortíferos en la ruta”, sostiene el informe. Por este camino también se ha incrementado el número de mujeres procedentes de zonas del Sahel donde tradicionalmente el viaje migratorio era realizado por hombres, dándose una “incipiente feminización” en las salidas de Mauritania. Al menos, 6.829 personas que se embarcaron de las costas mauritanas se quedaron en el mar. 67 cayucos desaparecieron sin dejar rastro.
En las embarcaciones que realizan este trayecto viajan mayoritariamente personas procedentes del Sahel, que utilizan Mauritania como un país de paso para alcanzar Europa. “Estas personas huyen de conflictos bélicos, el impacto del cambio climático y diversas formas de violencia, como explotación laboral, matrimonios forzados y trata con fines de explotación sexual”, recuerda la ONG.
El cruce migratorio desde la franja costera situada entre Agadir y Dajla destaca por la presencia mayoritaria de embarcaciones neumáticas similares a las que transitan por las rutas mediterráneas, según lleva detectando Caminando Fronteras desde 2019. “Las zodiacs son muy peligrosas para navegar en el Atlántico, donde las condiciones marítimas son más severas que en el Mediterráneo”, alertan desde la organización.
“Nos hundimos, una de las gomas está totalmente desinflada, hay gente ya en el agua, les sostenemos para que no se separen de la embarcación. Llevamos horas comunicando, ya tenéis la posición, ¿por qué no viene nadie? Hemos llamado a todos, dicen que viene Marruecos pero no llega, que manden aunque sea un avión, algo. No vamos a aguantar más, nos iremos todos al fondo, nadie tiene piedad de nosotros, que Alá se apiade de nosotros”, clamaba una de las personas migrantes que llamó este año desde una zodiak al sistema de alertas del colectivo. El colectivo también ha detectado “un patrón de salidas conjuntas en intervalos cortos” en este punto, lo que también incrementa el riesgo de tragedias.
Por su parte, tras la victoria electoral de Oussmane Sonko, las salidas desde Senegal y Gambia han caído desde 2023, especialmente en los primeros meses de 2024, aunque ha permanecido constante a partir del segundo trimestre, analiza el estudio. No obstante, la organización ha contabilizado en este trayecto 26 tragedias con 2.127 víctimas y ocho embarcaciones desaparecidas.
Las rutas que atraviesan el Mediterráneo, aunque menos transitadas, también han dejado cientos de víctimas este año. Si desde 2020, la mayoría de salidas desde Argelia finalizaban en las costas localizadas entre Almería y Alicante, este año Caminando Fronteras ha detectado “una mayor tendencia” hacia las Islas Baleares, la zona más peligrosa de la ruta. Aunque quienes atraviesan este camino son principalmente argelinos, se ha dado un incremento de quienes vienen del Sahel, África Occidental, África Oriental y Asia. La ONG ha identificado personas sirias, palestinas y yemeníes en esta ruta.
El trayecto del Estrecho está marcada por el alarmante porcentaje de víctimas menores, muchos de ellos después de intentar cruzar el espigón fronterizo del Tarajal con destino Ceuta. El 20% de las víctimas en esta ruta son niños, niñas y adolescentes. Según Caminando Fronteras, 110 personas han muerto en esta ruta y cinco embarcaciones desaparecieron por completo.
“El aumento de víctimas está directamente relacionado con factores como la omisión del deber de socorro por encima de la protección al derecho a la vida, la prevalencia de políticas de externalización de fronteras que vulneran los derechos humanos de las personas migrantes, la falta de activación o la tardanza en los operativos de búsqueda y de rescate, incluso cuando se tenía la posición de las embarcaciones”, enumera la ONG. A las deficiencias detectadas por la organización se suman las precarias conficiones en las que viajan muchas de estas embarcaciones.
Cuando el equipo de Caminando Fronteras le preguntaba al maliense T. D. si alguien le estaba ayudando tras su llegada a España, respondió que no. “A nadie le interesa, por eso dejo todo en manos de Alá, y solo quiero continuar mi camino a Francia, trabajar y ayudar a mi familia. Bueno, quiero otra cosa, ¿sabes qué quiero? Quiero dormir sin que al cerrar los ojos vea las caras de todos los que murieron”, T.D., maliense sobreviviente de un naufragio“, contestó el superviviente de la tragedia en la que vio morir a su hermano.
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