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Panamá retirará el permiso al Aquarius para navegar con su bandera tras las quejas del Gobierno italiano
Primero fue Gibraltar, ahora Panamá. Las ONG SOS Méditerranée y Médicos Sin Fronteras (MSF), responsables del barco Aquarius, vuelven a encontrarse con trabas burocráticas para seguir adelante con sus rescates en el Mediterráneo. Las organizaciones han exigido a los Gobiernos europeos que les defiendan de las acusaciones en su contra lanzadas por el Ejecutivo italiano ante Panamá o que le permitan seguir su misión emitiéndole una nueva bandera.
Su llamamiento se produjo después de que la Autoridad Marítima de Panamá (AMP) anunciara este viernes que había iniciado el proceso de cancelación del registro del barco debido a las quejas italianas. La AMP ha explicado que las autoridades italianas “han reportado que el capitán de la nave ha rehusado devolver a los inmigrantes y refugiados auxiliados a su lugar de origen”.
Las dos ONG han solicitado en un comunicado que los gobiernos europeos dejen claro a Panamá que esas acusaciones “no tienen fundamento”, o que en su defecto emitan una nueva bandera bajo la cual puedan navegar.
Para ambas organizaciones, las “maniobras y presiones” del Ejecutivo italiano son “una prueba más de su determinación para garantizar que miles de personas vulnerables sigan muriendo en el mar y para que no haya testigos presentes que cuenten los muertos”.
El anuncio de la AMP, en su opinión, “condena a cientos de hombres, mujeres y niños que buscan desesperadamente un lugar seguro en el que refugiarse a morir ahogados en el Mediterráneo”, y asesta “un duro golpe” a la misión humanitaria de su navío.
“Europa no puede darse el lujo de renunciar a sus valores fundamentales”, destaca en la nota la vicepresidenta internacional de SOS Méditerranée, Sophie Beau.
Las dos ONG subrayan que durante todas sus operaciones de rescate han actuado siempre bajo las instrucciones de todos los centros de coordinación marítima y siguiendo las convenciones internacionales al respecto.
Se trata de la segunda vez que las organizaciones se enfrentan a este tipo de obstáculos desde que fletaron este antiguo patrullero alemán para salvar vidas en el mar. El pasado agosto, el buque tuvo que partir rumbo a Marsella y alejarse de la zona de rescate para aclarar la situación tras las trabas de las autoridades gibraltareñas, que decidieron retirar el pabellón al barco, alegando que estaba inscrito como buque de investigación. Después de un mes amarrado en el puerto francés, hace una semana, el barco de salvamento volvió a poner rumbo a aguas del Mediterráneo para reanudar sus labores de rescate ondeando una nueva bandera, la de Panamá.
En los últimos cuatro días, el Aquarius ha prestado auxilio a dos embarcaciones y lleva a bordo a 58 supervivientes, de los que dice que muchos necesitan atención psicológica y deben ser desembarcados con urgencia en un sitio seguro. En el primero de los rescates, en el que socorrió a 11 personas, las organizaciones se negaron a entregar a los supervivientes a las autoridades libias por considerar que el país vecino, donde se han documentado numerosos abusos contra la población migrante, no es un puerto seguro tal y como estipula el derecho marítimo.
Este domingo, el buque rescató a 47 personas que viajaban a la deriva en un bote neumático que comenzaba a hundirse en aguas internacionales del Mediterráneo. En un comunicado difundido por las redes sociales, la organización ha explicado que el rescate se practicó en condiciones muy complicadas y tras coordinarse con los servicios de guardacostas del Gobierno libio de Acuerdo Nacional apoyado por la ONU desde 2016 en Trípoli.
“A bordo viajaban 47 personas, entre ellas 17 menores y una mujer embarazada”, ha agregado SOS Mediterranée, que ahora busca puerto para desembarcar a estos migrantes y a los 11 que rescató días antes. El buque lleva cinco días llamando a las puertas de los países de la cuenca Mediterránea -en particular a Italia, Malta y Túnez- para desembarcar a estas personas, pero hasta la fecha solo ha recibido negativas de esos gobiernos. Desde el Aquarius también se han puesto en contacto con las autoridades marítimas francesas y españolas tras el último rescate.
Por su parte, la cruzada del ministro del Interior italiano, Matteo Salvini, contra las ONG continúa. Este domingo aseguró que denunciará a los barcos que socorren a migrantes en el Mediterráneo porque en su opinión “favorecen” a la inmigración ilegal y potencian la labor de los traficantes de personas, una afirmación que lleva defendiendo desde que llegó al Gobierno y las ONG niegan tajantemente.
“Denunciaré por favorecimiento de la inmigración clandestina a quien ayuda a los traficantes. En las últimas horas los traficantes han vuelvo a trabajar, llenando barcazas y aprovechándose de la colaboración de algunas ONG”, sostuvo Salvini. El también vicepresidente de Italia lamentó que “habían cesado las salidas desde Libia”, tras la decisión de retener a un grupo de más de 100 eritreos durante cinco días en agosto en Catania, pero que ahora han reanudado la actividad porque está este barco “Aquarius 2” patrullando.
Sin embargo, el pasado 1 de septiembre, al menos 100 personas murieron en un naufragio frente a las costas de Libia sin ninguna embarcación humanitaria en la zona, tal y como denunció MSF.