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Sitapha Savané: el gen político del baloncesto

Sitapha Savané

Moha Gerehou

Minutos antes de las ocho de la tarde la mesa para la cena tenía que estar lista, y esa era su responsabilidad. Un paso previo a un ritual inamovible durante años: ver el informativo atento y en silencio para después comentarlo en familia como en una tertulia televisiva. Pero todo eso con apenas diez años justo cuando en Senegal, allá por al año 1988, el ambiente político era convulso y de grandes movilizaciones. “Ya había respirado gases lacrimógenos por entonces”, recuerda. Pero para Sitapha Savané (Dakar, 1978) nada de lo político era nuevo o lejano, porque a veces el protagonista de esas noticias era su padre Landing Savané, uno de los líderes de la oposición al Gobierno cuya actividad le llevó incluso a ser arrestado y encarcelado. El día que se lo llevaron un grupo de militares, se plantó en casa mientras cenaba toda la familia. Llamaron, conversaron con el padre y se lo llevaron.

Sitapha creció en Senegal en una familia de la que era el menor de dos hermanos, pero valora con cierta nostalgia cómo compartía mucho tiempo con otra gente. “Recuerdo que se hacía todo en comunidad, me pasaba el día en el colegio y en la calle, de una casa a otra”. De hecho, considera imposible conocer a toda su familia porque dice que se educó “con muchos primos y tíos que nunca sabías si eran de sangre o buenos amigos de tus padres”. Como prueba, cuenta que una vez llamó a su padre para reconstruir su árbol genealógico y desenredar el galimatías, pero se quedaron en un intento.

Antes de cumplir los dieciocho, ya había pasado varios años en Estados Unidos y Suiza acompañando a su madre Marie-Angélique, una reconocida diplomática y feminista senegalesa que ocupó cargos importantes en las Naciones Unidas que le obligaban a cambiar su domicilio constantemente. Para Sitapha, esos cambios eran oportunidades de conocer a nuevas personas y perspectivas.

Sitapha Savané es reconocido por su carrera baloncestística y por su activismo político, dos facetas que generalmente van separadas pero que en 'Taph' (así le llamaban en la cancha) son indisolubles. Y aunque la política es casi una herencia genética, su afición por el basket tardó en desarrollarse por 'culpa' de su hermano, un adicto a este deporte que le obligaba a ver los partidos de la NBA que su madre les traía grabados desde Estados Unidos. “Si no, no me dejaba salir de casa”, comenta entre risas.

Sin embargo, su gusto cambió primero y se afianzó después tras dos puntos de inflexión. El primero fue en 1992, cuando miraba fascinado los partidos del Dream Team de Michael Jordan en los Juegos Olímpicos de Barcelona. Premonitorio que España y el baloncesto se unieran en Savané.

El segundo momento fue cuando con apenas dieciocho tenía que elegir universidad en Estados Unidos. Taph apuntaba alto también en los estudios (dice que siempre ha sido “muy empollón”), así que miró entre las que formaban la prestigiosa Ivy League como Harvard, Columbia o Cornell. Le llegó información de la Academia Naval estadounidense y, aunque al principio no prestó atención, vio que cumplía con lo que buscaba.

Lo comentó con su padre, que no veía problema en que se enrolara pese a que él fue capturado por militares, y con su madre, que se negó completamente. Pero ella cambió de opinión gracias a un inesperado embajador que le convenció hablándole maravillas del lugar: el 39º presidente de los Estados Unidos, Jimmy Carter. El trabajo diplomático de Marie-Angélique permitió una conversación clave que llevó a Sitapha a pasar cuatro años bajo una disciplina militar de la que jamás se olvidará: “Siempre digo que valoro mucho esa época, pero tampoco la repetiría”.

Ganó músculo y completó un periplo universitario exitoso a nivel académico y baloncestístico, donde llegó a ser un reconocido taponador. Pero terminó y se quedó a las puertas de la NBA, así que hizo las maletas al viejo continente. Ya había vivido en Europa aunque era la primera vez que pisaba España. Su primera parada fue Menorca. No había oído nunca hablar de la isla “pero sí de Ibiza”, apunta entre una carcajada traviesa.

Un año fue suficiente y pasó de unas islas a otras, de las Baleares a las Canarias. Allí, Sitapha Savané alcanzó algunas de sus mayores dimensiones a nivel político, social y deportivo hasta la fecha. En el vestuario, era un líder nato, en la comunidad, siempre era de los más queridos y políticamente hasta la tentaron de un partido que, según cuenta, “solo veían a un tipo simpático que metía canastas, porque de ideas estábamos muy lejos”. Tal vez debieron echar un vistazo a su perfil de Twitter, donde es de los pocos deportistas de élite que muestra abiertamente su opinión política.

Cuando pasó a jugar en el Juventut de Badalona, participó en un acto sobre el derecho a decidir en Catalunya. Algunos medios recogieron aquello como un apoyo a la independencia, cosa que él niega. Pero no esconde que le producía mucha satisfacción, para un amante de la política como él, vivir el proceso in situ: “Fue muy interesante vivirlo desde dentro. Además yo creo que hay que pelear siempre con las ideas, no con los puños”.

En esa pelea de ideas que siempre ha defendido reconoce que se ha sentido a caballo políticamente entre España y Senegal. La lucha heredada de su familia con la que vive en su hábitat actual: ya retirado, reside en Bilbao con su familia mientras cursa un MBA internacional y trabaja como comentarista de Movistar Plus, pero con la mente todavía abierta para sumarse a más proyectos. Entre ellos los medios llevan años especulando con su desembarco en Podemos: “No me molesta nada que me relacionen con partidos siempre y cuando piensen parecido”.

En su último encuentro en la élite, la afición del Estudiantes, el equipo con el que se retiró de las canchas coreó un “presidente, presidente” en varias ocasiones que tal vez sea premonitorio. Ni él tiene claro si sería en Senegal o en España, pero no rehúye a que sus dos metros puedan servir para ganar los partidos más importantes de la sociedad y poner tapones a las injusticias a la humanidad. La evolución natural de un tipo con la política en los genes que triunfó en el baloncesto.

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