Vuelve Halloween, vuelve la polémica: disfraces que buscan llamar la atención y acaban siendo racistas
La polémica estaba servida. Un grupo de jóvenes se presenta en una fiesta de Halloween. Los medios los sitúan en Monterrey, México. Van vestidos con los característicos capirotes, túnicas y antifaces blancos del Ku Klux Klan. Portan una cruz ardiendo, imitando los siniestros rituales del grupo racista estadounidense.
Uno de ellos comparte el vídeo en Twitter. Las críticas no se hicieron esperar: “El disfraz del Ku Klux Klan, por más gracioso que te parezca para este Halloween, sigue siendo un símbolo de racismo, xenofobia, homofobia y anticatolicismo”. Otros le quitan importancia, respondiendo que “solo es un disfraz”. “Hay personas que se han disfrazado de Charles Manson, asesinos en serie, Hitler y sabemos lo que hicieron, no le veo lo malo en usar disfraces de este tipo”, dice un usuario de la red social.
En España, Sos Racismo Madrid y Afroféminas han denunciado que el disfraz del KKK –túnica ensangrentada, machete y cadena– se está vendiendo por Internet. “El racismo y el Ku Klux Klan no son una broma, ni una gracia”, ha criticado el colectivo de mujeres afrodescendientes. Lo que para algunos es una forma de “ridiculizar” al grupo de extrema derecha para otros es algo “vergonzoso” que “hiere, violenta, margina, ridiculiza, separa, estigmatiza, estereotipa”. Tras las críticas, Amazon ha retirado el anuncio de su web.
Pero el del Ku Klux Klan no es el único atuendo para Halloween que ha desatado la controversia. Disfraces que tratan de ser originales y llamar la atención muchas veces acaban siendo ofensivos y calificados de racistas. “En España todavía priman los disfraces relacionados con temas de cine de terror, pero cada vez empieza a ver un grupo cada vez mayor de personas que quieren ser un terrorista árabe, un chino, un guerrero africano, o una princesa india”, escribe Ayomide Zuri, de Afroféminas, en este artículo.
“Conozco el significado de la fiesta de Halloween. Se que se trata de vestirte como algo que no eres y pasar el rato. Sé que todo es muy divertido”, prosigue. Sin embargo, cuando el disfraz “parodia o se burla de una cultura que no es la tuya”, a juicio de Zuri, no tiene justificación.
Esta semana, una pareja canadiense ha estado en el punto de mira en las redes sociales por publicar una foto en la que uno de ellos aparece vestido como un agente de inmigración de EEUU y el otro, tirando de estereotipo, luce un sombrero mexicano, un gran bigote y una banda de colores. Para uno de los usuarios que consideraron que el disfraz era insultante, la pareja es “cómicamente necia en su ignorancia o monstruosamente hábil en su indiferencia sobre los verdaderos horrores y traumas que la gente experimenta diariamente”, asegura en referencia a la situación de la población inmigrante indocumentada en EEUU.
Año tras año, a medida que se acerca el día del ‘truco o trato’ y los caramelos, los medios de Estados Unidos se llenan de ejemplos de disfraces considerados racistas e hirientes: caras pintadas de negro, ponchos y sombreros que caricaturizan a la población mexicana, kimonos de geishas que estereotipan a las mujeres de rasgos asiáticos o tocados con plumas que imitan a los nativos americanos.
Cada Halloween, muchas universidades estadounidenses recomiendan a través de campañas publicitarias a sus estudiantes que eviten elegir atuendos que puedan hacer que sus compañeros racializados se sientan menospreciados. Una de las últimas, la Universidad de Michigan, que en carteles por todo el campus en los que pregunta a sus alumnos si su vestimenta para Halloween puede fomentar “prejuicios raciales, étnicos o culturales”, o afirma directamente que “una cultura no es un disfraz”.
El lema, como la polémica, viene de largo. Se originó en una campaña puesta en marcha por estudiantes de la Universidad de Ohio en 2011 para que la gente se lo pensara dos veces antes de elegir su modelo para Halloween. Desde entonces, el eslogan es recurrente cada vez que se aproxima el 31 de octubre, también en las redes sociales, contra los disfraces que caen en la apropiación cultural o refuerzan estereotipos dañinos para determinadas comunidades. Los detractores de este tipo de iniciativas suelen cuestionar lo que a su juicio son excesos de corrección política y se aferran a la libertad de expresión.
Este año, la Liga de Ciudadanos latinoamericanos Unidos (LULAC), la más antigua del activismo hispano en EEUU, ha pedido a los fabricantes y minoristas que dejen de vender disfraces que profundicen la discriminación contra la población latina, como los trajes de “hombre mexicano” que comercializan muchas tiendas. “No hay lugar para sacar beneficio de los estereotipos raciales y degradar a 58 millones de latinos que son una parte vital de este país”, declaró Sindy Benavides, CEO de la organización, a la CNN.
En la misma línea, la población nativa estadounidense también está cansada de los atuendos de “indio” con plumas, flecos y trenzas presentes en muchas estanterías. “Cuando llega Halloween, en la comunidad nativa ponemos los ojos en blanco. Se vuelve agotador”, dice a la cadena NPR Henu Josephine Tarrant, artista de las tribus Ho-Chunk, Hopi y Rappahannock. “Cuando estudias los estereotipos sabes que todos están enraizados en un pasado históricamente violento”.
El blackface, una de las prácticas más criticadas
blackface, Pero si hay una práctica denunciada por considerarse racista y denigrante es que personas blancas se pinten de negro –a menudo con labios rojos y grandes–, conocida como blackface. Tiene su origen en episodios históricos como la esclavitud, como explicó eldiario.es en este vídeo: se popularizó en los teatros y los musicales de EEUU en el siglo XIX y consistía en una representación caricaturizada de las personas negras esclavizadas. No se prohibió hasta los sesenta, gracias a la presión del movimiento de derechos civiles en EEUU.
No obstante, sigue siendo común en lugares como España, no solo en Halloween, también en Navidad, para interpretar a Baltasar o a sus pajes ante la mirada de miles de niños. Este miércoles, un grupo de expertos de la ONU ha sido tajante: este tipo de “caracterizaciones negativas” de las personas afrodescendientes “siguen perjudicándoles y violando sus derechos humanos”.
“No puede haber justificación para el blackface. Su uso está impregnado de siglos de racismo. El rostro negro se utilizó, y se sigue utilizando, para denigrar a los afrodescendientes”, señalan los expertos en un informe, asegurando que permite a la sociedad tener una visión de las personas negras como “no plenamente humanas”. “Su uso continuado por políticos, atletas profesionales y celebridades, ya sea en campus universitarios de todo el mundo, en fiestas de Halloween o durante eventos culturales, es parte de una cultura tóxica de racismo que impregna el paisaje global”, denuncian.
Varios famosos han sido criticados por pintarse la cara de negro, como Griezmann, futbolista del Barça, que se presentó a una fiesta de disfraces de los años 80 vestido de jugador de baloncesto, con pelo afro y piel teñida de marrón. “Reconozco que fue insensible por mi parte. Si he molestado a alguien, me disculpo”, dijo posteriormente el jugador francés.
El blackface también abrió una crisis política para el Gobierno de Justin Trudeau después de que Time difundiera el pasado septiembre una imagen en la que aparece disfrazado de Aladino y con la piel pintada de negro durante una fiesta de la escuela privada donde ejercía de profesor. “Fue algo estúpido que desearía no haber hecho pero que hice y por lo que me disculpo”, afirmó el primer ministro canadiense, después de reconocer que pintarse la cara de negro es racista.
Entonces, ¿cómo evitar caer en alimentar estereotipos racistas con tu disfraz de Halloween? “Hay muchos disfraces que puedes usar que no son ofensivos para ciertas culturas y que no humillan a nadie solo por diversión”, opina Zuri, de Afroféminas. “Sé consciente de tu elección. Piensa en los impactos de tu disfraz antes de comprarlo o usarlo. Si tienes que preguntarte si puede ser ofensivo, siempre es mejor elegir un traje diferente”, sostiene por su parte Katie Prebelich, estudiante de Michigan, en esta columna.
Para otros como el productor canadiense Michael Yerxa, la ecuación es sencilla: “Si piensas por un segundo que tu disfraz de Halloween puede ser racista u ofensivo, lo más probable es que lo sea. No te lo pongas. Es tan fácil como eso”.