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“86 casos de violencia sexual en Tahrir. Si os atacan, llamad a estos teléfonos”

Este vídeo, filmado hace unos meses, muestra una escena tristemente habitual en las manifestaciones en Egipto. Una turba de hombres ataca a una mujer que participa en una protesta, la rodean, la acosan, tiran de su ropa, tocan su pecho, tratan de quitarle los pantalones, la acosan sexualmente, intentan abusar de ella. El círculo rojo que aparece en el vídeo indica dónde está ella.

Al final del vídeo se la ve, de espaldas, escapando de sus agresores, y ya protegida por un grupo de jóvenes -de camiseta blanca- integrantes de una organización civil que tiene como objetivo evitar los ataques sexuales en las manifestaciones.

La agredida tiene nombre y rostro, y no los ha ocultado. Se llama Yasmine Al- Barmawi. Poco después de su agresión, sucedida a finales del pasado año, denunció lo ocurrido ante los tribunales y lo relató ante las cámaras de televisión.(Vídeo publicado hoy por Human Rights Watch: En él se muestra que también hay hombres víctimas de la la violencia sexual)

“Nos rodearon. Nos llevaron a la calle Mohamed Mahmoud, yo estaba casi en el suelo. Y en ese momento empezaron a cortar mis pantalones con cuchillos. Y por supuesto yo sufrí cortes también. Me pusieron las manos a la espalda y me agredieron sexualmente continuamente”, relató.

86 agresiones en los últimos tres días

El caso de Yasmine no es aislado. En los tres últimos días se han registrado 86 agresiones sexuales a mujeres manifestantes que participaban en las protestas contra el presidente Mohamed Morsi. Tan solo el domingo se produjeron 46.

Son datos recogidos por OpAntiSH (Operación Anti Agresión Sexual), una de las organizaciones surgidas para combatir estos ataques y en la que sus integrantes, mujeres y hombres, actúan de forma coordinada en las manifestaciones, ataviados con camisetas distintivas.

“Por favor, denunciad las agresiones sexuales colectivas de Tahrir. Nuestros teléfonos son 01016051145/ 01157892357 y 0227946787”, escriben en Twitter antes de cada protesta.

Entre el domingo y el martes se han registraron cifras récord de ataques sexuales en Tahrir. Varias agredidas sufrieron shocks nerviosos, precisaron apoyo psicológico e intervención médica. Una de ellas tuvo que ser sometida a una operación quirúrgica. Sus agresores emplearon palos y cuchillos.

“Había hombres atacando a las mujeres con palos junto a la estación de metro Sadat”, ha indicado OpAntiHS.

“Nuestros voluntarios han capturado a un hombre de 60 años por varios acosos a mujeres”, indicaba hace tan solo unas horas otro colectivo, Tahrir Bodyguard.

“Vimos a un grupo de hombres que parecían estar peleando. Alguien se dio cuenta de que había una mujer en medio, rodeada por 60 hombres o más, le habían quitado las ropas, estaba en shock. Tuvimos que emplear la violencia para rescatarla”, ha relatado un voluntario de Tahrir Bodyguard.

Llamamiento a las autoridades

Organizaciones no gubernamentales como Amnistía Internacional han denunciado en repetidas ocasiones la impunidad existente ante el acoso sexual y la violencia de género contra las mujeres en Egipto. Desde dentro y fuera del país se repiten las demandas al gobierno para que investigue, juzgue y condene públicamente todas las agresiones sexuales. Pero la dejadez de las autoridades suele ser habitual.

“El gobierno no solo no ha reaccionado ante este tipo de agresiones, sino que ha llegado a atribuir responsabilidad a las víctimas. En febrero de 2013, miembros del Comité de Derechos Humanos del Consejo de la Shura (cámara alta del parlamento) responsabilizaron a las mujeres del acoso y las violaciones que sufrieron al participar en las protestas, y describieron lo ocurrido en algunas tiendas de campaña de la plaza como ‘prostitución’”, denuncian las activistas de OpAntiSH.

El general Adel Afifi, uno de los integrantes del Comité, llegó a decir que “las chicas que participan en las protestas lo hacen sabiendo que están entre matones y gente de la calle. Ellas deben protegerse a sí mismas antes que pedir protección al Ministerio del Interior. A veces una chica es completamente responsable de su violación porque se sitúa en un contexto determinado”.

“Los Hermanos musulmanes, que de repente se muestran preocupados por la seguridad de las manifestantes, son los mismos que consideran la mutilación genital femenina una costumbre cultural”, recuerdan activistas que luchan contra las agresiones sexuales.

Las personas integrantes de OpAntiSH subrayan que “el régimen actual continúa con la tradición del régimen de Mubarak y del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas al usar la violencia sexual contra las mujeres como forma de torturar y asustar a hombres y mujeres”.

Además el colectivo ha exigido a las autoridades que adopten medidas de seguridad adecuadas y ha pedido a las agrupaciones políticas que no instrumentalicen estos casos para emplearlos como arma arrojadiza contra partidos políticos rivales.

También ha reprochado a los Hermanos Musulmanes que rechazaran un informe reciente de Naciones Unidas que tenía como objetivo reducir la violencia contra las mujeres. La Hermandad criticó los artículos del documento que otorgaban a los jueces, y no a los maridos, autoridad en casos de divorcio y que garantizan a las mujeres plenitud de derechos para denunciar a sus esposos por violación o acoso sexual.

Human Rights Watch (HRW) ha emitido un comunicado titulado “Epidemia de Violencia Sexual”, en el que denuncia “el fallo del gobierno egipcio y de todos los partidos políticos para hacer frente a la violencia que sufren las mujeres a diario en los lugares públicos”.

“Estos son delitos que están impidiendo a las mujeres participar plenamente en la vida pública del país (...). Las mujeres raramente denuncian agresiones policiales ante la policía, porque no tienen ninguna razón para creer que habrá una investigación seria”, añade HRW.

“La violencia contra las mujeres no se puede ignorar”

Yasmin El-Rifae es una de las voluntarias que el pasado domingo participó con la organización en la protección de las mujeres manifestantes en Tahrir:

“Mi turno comenzó en torno a las siete y media de la tarde. No paramos hasta las tres de la madrugada. Recibimos 46 denuncias de agresiones sexuales y pudimos intervenir en la mitad, coordinándonos con otros grupos, como Tahrir Bodyguard. En algunos ataques los agresores usaron cuchillos y palos. En un caso la víctima tuvo que ser operada en el hospital. Algunos voluntarios resultaron heridos. La plaza se convirtió en un lugar tremendamente inseguro para las mujeres”, ha denunciado.

“OpAntiSh y otros grupos somos criticados por gente que cree que fabricamos los datos, o que nos quieren calladas para que no creemos pánico, para que la gente no se asuste y deje de ir a la plaza. Como si conocer e intentar poner fin a la violencia fuera lo que desanima a las mujeres a participar, más que la violencia en sí misma. Otros dicen que no es momento para esta lucha por ”los asuntos de las mujeres“. Como si el uso de la violencia contra las mujeres fuera algo que se pudiera ignorar hasta... cuándo? ¿Hasta que consigamos otro gobierno que lidere nuestras instituciones estatales patriarcales? ¿Hasta que los militares tomen el poder?”, prosigue Yasmin.

Y añade:

“Me siento inmensamente animada por los hombres y mujeres que una y otra vez han dejado todo para combatir las agresiones sexuales, arriesgando su seguridad física y psicológica y siendo creativos, ingeniosos, e intuitivos. Solo estoy segura de que la lucha contra la violencia sexual y la misoginia deben estar en el corazón de una lucha más amplia por la libertad. No puede ser pospuesta, silenciada o ignorada. No lo permitiremos”.

Un problema que viene de lejos

En 2008, un estudio del Centro Egipcio por los Derechos de las Mujeres desveló que más del 80% de las egipcias habían sufrido en alguna ocasión acoso sexual. Un informe reciente de Naciones Unidas ofrece un porcentaje aún más elevado. Y según varias encuestas, casi el 83% de las egipcias dicen no sentirse seguras en la calle. En los últimos meses las agresiones sexuales han aumentado, pero ya durante el régimen de Mubarak la violencia en la calle contra las mujeres era habitual.

“El acoso y los ataques sexuales no son un problema nuevo”, indica Diana Eltahawy, de Amnistía Internacional.

En opinión del sociólogo Said Sadek, el conservadurismo de quienes pretenden que las mujeres permanezcan en un segundo plano social, contribuye a la violencia de género. “La cultura patriarcal quiere que las mujeres se queden en casa y no vayan a trabajar. Muchas de ellas estudiaron, consiguieron trabajo, mientras ellos se quedaban atrás. Para igualar el estatus, ejercen violencia contra ellas”.

Diversas organizaciones egipcias que luchan contra la violencia sexual apuntan al machismo y la represión como causas del problema, junto con la falta de voluntad para reconocerlo, combatirlo y denunciarlo por parte de las autoridades.

La violencia sexual como arma política

Durante el régimen de Mubarak las fuerzas de seguridad usaron la violencia sexual como arma política. Uno de los capítulos más conocidos tuvo lugar en 2005, cuando varias mujeres que se manifestaban contra el gobierno de Mubarak fueron acosadas sexualmente por integrantes de las fuerzas de seguridad.

Tras la caída del dictador, las mujeres manifestantes también fueron objeto de persecución y violencia por las fuerzas de seguridad.

En marzo de 2011 los militares detuvieron a decenas de mujeres manifestantes en Tahrir y las sometieron a exámenes de virginidad, un eufemismo empleado para referirse a abusos sexuales en los que se fotografió desnudas a las víctimas y se les inspeccionó la vagina sin su consentimiento (vídeo difundido por el colectivo Mosireen)

Samira Ibrahim, una de las agredidas, denunció lo ocurrido ante las cámaras y se convirtió en un símbolo de lucha contra la violencia:

“Nos agredían tirándonos agua y con descargas eléctricas, insultándonos de forma inimaginable. Nos golpeaban, nos pateaban en la cara. Querían que nos arrepintiéramos de ser parte de la revolución del 25 de enero de 2011. Yo estaba allí, expuesta ante un gran grupo de soldados y oficiales, todos mirando. Empezaron con descargas eléctricas en mi barriga, diciéndome cosas tan desagrables que me rendí. Nos humillaron. Nos humillaron”.