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Agresiones racistas en Canarias: “Unos encapuchados nos dispararon balines y nos amenazaron con un machete”

A Oussman le sorprendieron por detrás y le golpearon en la cabeza cuando esperaba sentado a sus amigos en los alrededores del centro de acogida, denuncia. Ahmad cuenta que se fue corriendo de la playa para escapar de las patadas que le propinaron varios jóvenes canarios. Hassan teme salir a la calle por si vuelven aquellos hombres que “dispararon una pistola de balines” desde el interior de un vehículo entre gritos que no entendía hasta que uno de los atacantes agarró un “un machete” y se lo dirigió hacia el cuello en señal de amenaza: “Entonces comprendí que me decía que me quería matar”.  

La escalada de racismo desatada en Canarias en las últimas semanas es especialmente evidente entre los muros del campamento de migrantes creado por el Gobierno en el antiguo Colegio León (Gran Canaria), uno de los puntos calientes de las protestas antiinmigración celebradas en las islas durante el pasado fin de semana. En el patio del centro, ubicado en una suerte de valle, empieza a ser habitual recibir pedradas de algunos vecinos contrarios a su presencia en el barrio.

Los ataques en sus alrededores cada vez son más frecuentes, asegura un representante de la Fundación Cruz Blanca, encargada de la gestión del centro. En una pequeña sala de sus instalaciones, la única a donde llega una débil conexión a Internet, tres ciudadanos marroquíes llegados en patera en los últimos meses cuentan a elDiario.es una serie de agresiones, dos de ellas denunciadas ante la Policía Nacional.

Los ataques

El primer golpe, dice Oussman, lo recibió por la espalda. Estaba sentado en los alrededores del Centro de Salud del barrio de Lasso (Las Palmas de Gran Canaria) el pasado 23 de enero cuando un joven que circulaba sobre un patinete empezó a increparle, según el relato de los hechos incluido en la denuncia registrada ante la policía. Le gritaba palabras en español que él, de habla árabe, no entendía. “Después, vino con más chicos canarios y nos empezaron a pegar. Llegaron a golpearme en la cabeza”, dice a través de videollamada el joven marroquí, de 25 años. 

Él y un amigo empezaron a correr para librarse de los golpes. Según la denuncia, hasta que Oussman “cae al suelo” y “le empiezan a propinar multitud de golpes cuatro o cinco hombres”. Las fuertes patadas, añade, le provocaron una lesión en la zona de la mandíbula y un golpe en la pierna. “No pude dormir durante tres noches. Tenía un gran dolor en la boca. No podía comer”, describe el marroquí, procedente de una localidad cercana a Marrakech. El parte de lesiones confirma un “politraumatismo”. 

La Fiscalía Las Palmas ya investiga por posibles delitos de odio a varios de los participantes en grupos de WhatsApp en los que se intentó organizar grupos para amedrentar o golpear a los inmigrantes, bajo el lema “la caza del moro”, pero por el momento no le han llegado las agresiones denunciadas por la Fundación Cruz Blanca, el campamento de migrantes ubicado en el barrio desfavorecido de El Lasso en Las Palmas de Gran Canaria. Según una de las letradas de la organización, ya han sido registradas en comisaría tres denuncias formalizadas por nueve hombres marroquíes agredidos en poco más de una semana, la mayoría en los alrededores del centro. “Hemos sido testigos de la escalada de racismo y xenofobia en el barrio, que ha derivado en la presencia de grupos organizados que amenazan y agreden a personas migrantes de origen marroquí”, ha advertido la Fundación Cruz Blanca.

Cada día pasa algo

“Hay agresiones prácticamente a diario, es lo que más miedo me da”, dice una trabajadora del centro, asustada ante el aumento de ataques registrados en la última semana. Además de las palizas sufridas por los pocos migrantes que se atreven a salir del centro, los lanzamientos de piedras hacia el patio del colegio ya han lesionado a alguno de los migrantes, asegura, como también se repiten los gritos de rechazo hacia la inmigración. “El otro día una señora empezó a gritar por el balcón con un megáfono, cada día pasa algo”, añade.

Como muchos otros compañeros, Oussman lleva casi dos semanas sin salir del campamento. Por miedo. “Ahora no puedo salir, no puedo hacer nada. Ahora tengo miedo a salir fuera”, dice Oussman. 

Un portavoz de la Fundación Cruz Blanca dice que teme el impacto que su “confinamiento” pueda tener en la salud mental de los hombres magrebíes que acogen: “Una gran mayoría de los hombres lleva sin salir del centro desde el pasado 22 de enero, siguiendo las recomendaciones de Policía Nacional y personal técnico de la Fundación. Estas personas están experimentando una compleja situación, ante un futuro incierto, con temor a una deportación inminente. Ahora se suma el recelo a poner un pie en la calle y sufrir una agresión. La situación está afectando en gran medida a la salud mental de todos ellos, ya de por si afectada por el síndrome del estrés postraumático que supone el viaje en patera”.

Disparos de balines y amenazas con un machete

Hassan suelta una risa nerviosa cuando responde a la pregunta de si ha vuelto a salir a la calle desde el día que tuvo que volver al campamento a la carrera tras recibir una amenaza de muerte, según su denuncia: “Me da mucho miedo”. Eran las 15:30 horas del 26 de enero cuando él y tres amigos caminaban por una cuesta próxima al antiguo colegio, cuando un vehículo con cuatro hombres frenó a su lado.

Dos de sus ocupantes comenzaron a disparar “una pistola de balines”. “Nosotros habíamos salido para ir al Carrefour y, apareció un coche con cuatro personas vestidas de negro, encapuchadas. Algunos disparaban balas pequeñas de metal. Nos amenazaron con un cuchillo muy grande”, explica a elDiario.es. Según el testimonio recogido en la denuncia, el conductor del coche cogió un machete y se lo aproximó a su propio cuello a modo de advertencia.

“Gritaban cosas en español que no entendía, pero por el gesto entendí que quería decirnos que nos iban a matar”, detalla Hassan. Uno de sus amigos recibió un impacto de balín, como confirma su parte de lesiones y una imagen de la pequeña marca dejada en uno de sus brazos, facilitada a elDiario.es. 

“Tengo miedo de salir, o ir al centro de Las Palmas, como hacía antes. Ahora ya no estoy tranquilo como antes. Paso los días aquí, durmiendo y poco más”, dice el marroquí. Nunca quiso quedarse en Canarias, y ahora menos. Pero el bloqueo del Ministerio del Interior a los viajes de migrantes a la península le mantienen atrapado en las islas, ocupando una plaza de acogida estatal, a pesar de tener familiares en Madrid. 

“Aquí no puedo ni salir del campamento. Yo he venido para trabajar, para ayudar a mi familia y aquí solo estoy sentado”, dice Hassan con tono tranquilo. El marroquí trabajaba en el sector de la construcción en su país, pero tuvo un accidente laboral tras el que perdió su empleo hace un año. Entonces, en plena pandemia, la idea de migrar a España ganó fuerza.  

El Ministerio de Inclusión asegura estar haciendo “un seguimiento exhaustivo de esta situación” que le “preocupa enormemente”. “Nuestros centros son lugares de entrada y salida libre, y no podemos permitir que las personas migrantes acogidas en lugares como Colegio León tengan miedo de salir a la calle”, dice a elDiario.es una portavoz de la Secretaría de Estado de Migraciones.

Ahmad, agredido en la playa

Otro de los chicos agredidos es Ahmad, de 19 años. Muestra las tres vendas que cubren varias lesiones provocadas durante la paliza que denuncia haber sufrido el 30 de enero en la playa de San Cristobal: una en la pierna, una en el brazo y otra en el dedo. 

Estaba con otros tres compañeros marroquíes cuando “ocho chicos” aparecieron en grupo y uno de ellos les pegó “con una porra de metal”. “Me tiraron en al suelo y me pegaron en varias partes del cuerpo”, dice Ahmad . Algunas de sus heridas fueron provocadas por el roce de su cuerpo contra las piedras que cubren la playa de San Cristobal, apunta su abogada, de la Fundación Cruz Blanca, quien se encuentra junto a él durante la conversación con elDiario.es. “A otro amigo le pegaron y le robaron el móvil”, añade la letrada. En el momento de realizar la entrevista, los jóvenes agredidos en este episodio aún no había denunciado los hechos, pero pensaban tramitarla esta semana y ya contaban con un parte de lesiones. 

No fue la primera vez que fue golpeado desde su llegada a este campamento. También le pegaron, dice, en el mismo escenario mencionado por muchos de quienes denuncian haber sido agredidos: en una cuesta que conecta el resto del barrio del Lasso con el centro de migrantes. “Los chicos canarios llegaron y nos golpearon con sus piernas”, dice el joven. 

El campamento levantado en el Colegio León es uno de los centros de emergencia montados por el Ministerio de Inclusión para atender la llegada de migrantes a las islas, ante la política del Gobierno de bloquear allí a quienes llegan de manera irregular.

El centro, cedido por el Ayuntamiento de las Palmas, era el único colegio existente en El Lasso, un barrio desfavorecido con altos porcentajes de desempleo y escasos servicios municipales. El cierre de las dependencias escolares ya provocó el malestar entre los residentes hace dos años, a los que el Consistorio prometió su reapertura tras unas obras de remodelación que nunca ocurrieron. Durante una visita del ministro en octubre a estas instalaciones, varios residentes ya se concentraron en contra de su apertura entre gritos. Otro de los barrios que acogen a los migrantes, La Isleta, también ha sido escenario de protestas antiinmigración.

Percepción de inseguridad entre parte de los canarios

Los participantes en las manifestaciones antiinmigración aseguran percibir un aumento de la inseguridad en las islas, aumentada por la difusión por Whatsapp y en redes sociales de vídeos de peleas o determinados incidentes protagonizados por inmigrantes -o atribuidos a ellos- en el sur de Gran Canaria, a veces magnificados hasta el punto de que la Policía tuvo que desmentir en Twitter el bulo de un homicidio construido a partir de uno de esos altercados, informa Efe.

El bloqueo de alrededor de 9.000 migrantes en el Archipiélago está generando un incremento de una sensación de “invasión” que también cala entre quienes rechazan abiertamente la llegada de migrantes en las islas. A ello se suma la frustración de los extranjeros ante la imposibilidad de continuar su viaje hacia el resto de España, donde muchos cuentan con familiares que podrían acogerles. Decenas de migrantes se encuentran en situación de calle en Canarias después de haber perdido su plaza de acogida, en ocasiones después de haber intentado en vano trasladarse por su cuenta a la península. El presidente del Cabildo de Gran Canaria, Antonio Morales, considera que la decisión del Gobierno central de no facilitar su salida es el “caldo de cultivo para el discurso del odio y la intolerancia” y amenaza con derivar en una “confrontación social”. Morales ha pedido a Interior y a la UE poner “fin a la decisión de convertir Gran Canaria en una isla cárcel”,

Oussman, Hassan y Ahmad dicen no entender por qué desde hace unas semanas salir a la calle se ha convertido en un riesgo para ellos. “Piensan que todos los chicos de Marruecos somos malos, pero no. Hay algunos problemáticos, pero no todos”, sostiene uno de ellos. Por esta razón también corren a aclarar que, aunque a ellos les hayan agredido grupos de canarios, saben que no todos los rechazan: “Nos han hecho esto los canarios que no tienen corazón, pero son unos pocos. Otros muchos nos tratan muy bien”.

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Nota: Todos los nombres de los denunciantes son ficticios para proteger a los entrevistas, pues han pedido permanecer en el anonimato ante el “miedo a represalias”.