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El anestesista español que salió de Gaza cuenta su experiencia bajo la ofensiva israelí: “Ha sido un atropello constante”

Raúl Incertis, anestesista valenciano de Médicos Sin Fronteras (MSF), durante un encuentro con los medios de comunicación.

Icíar Gutiérrez

6 de noviembre de 2023 19:36 h

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El médico español Raúl Incertis llegó a la Franja de Gaza el 1 de octubre con una misión “relativamente sencilla”: trabajar en las cirugías del Hospital Al-Awda, en el norte del enclave palestino, para “intentar arreglar las piernas de muchachos y hombres gazatíes que acudían al muro diariamente a tirar piedras al otro lado o a los soldados, que respondían disparándoles, particularmente en los tobillos, con balas especiales para generar el mayor tipo de destrozo”.

Solo le dio tiempo a acudir dos días al hospital, donde se practicaban unas cinco o seis operaciones cada jornada. El viernes 6 de octubre, Incertis tenía el día libre y salió a dar un paseo por la playa de la “hermosa franja”. “Había calma, tranquilidad, era un lugar bello. Y el sábado empezó todo”, dice en referencia al estallido de la guerra tras el ataque de Hamás en territorio israelí. “Desde ahí hasta que salimos fue un atropello constante. No sabría explicarlo de otra manera”, ha incidido el anestesista de Médicos Sin Fronteras (MSF) en un encuentro con los medios de comunicación tras lograr salir de Gaza el pasado 1 de noviembre con 21 trabajadores internacionales de esta ONG a través del paso de Rafah, que une el enclave con Egipto.

Ya desde su casa en Valencia, Incertis, que se convirtió aquel día el primer ciudadano español en salir de Gaza, ha recordado este lunes lo vivido durante las tres semanas de guerra que ha estado atrapado en el interior de la franja, sometida a los incesantes y destructivos bombardeos israelíes. “Básicamente, como el resto de la población gazatí, seguí los dictados del Ejército israelí hasta que finalmente pudimos ser evacuados. Nos tuvimos que ir al sur, obligados sin duda por el Ejército israelí como miles y miles de gazatíes”, ha afirmado en referencia a la orden de evacuación masiva del norte de la franja lanzada por primera vez el 13 de octubre. “Afortunadamente, con mucha suerte y mucho trabajo, logramos salir”, ha dicho durante el acto, en el que también ha participado David Cantero, coordinador general de MSF con sede en Jerusalén, quien ha reiterado el llamamiento de la ONG a un alto al fuego que dé un respiro a la población de Gaza.

Incertis ha hecho hincapié en la situación de los más de 300 miembros del personal palestino de la ONG y sus familias que permanecen en el enclave. “Muchos trabajadores de MSF se han ido al sur con sus familias. Muchos de ellos acabaron en campos de desplazados. Y no pocos de ellos también se quedaron en Ciudad de Gaza cuidando de sus familias, porque había muchos compañeros que no podían bajar al sur porque tenían familiares impedidos a su cargo y personas mayores. Gran parte de estos trabajadores se desplazaron a los hospitales para seguir trabajando, con la particularidad de que los desplazamientos eran muy peligrosos, y haciendo turnos larguísimos, igual durante cinco o siete días. Varios compañeros perdieron la casa y a muchos familiares”, ha dicho. “Han tenido que cuidar a sus familias primero, lógicamente, y muchos de ellos, por amor sus conciudadanos, han ido a trabajar en esas condiciones tan duras”.

El facultativo ha explicado que las conversaciones que tiene actualmente con sus compañeros, que están exhaustos, son escuetas. “Les preguntas cómo están y te responden con un 'sigo vivo'. Le preguntas qué tal sus familias y responden: 'Mi familia hoy sigue viva'. No hay lugar para grandes explicaciones. Muchos de ellos me decían que para ellos era fundamental que contáramos lo que lo que están sufriendo”. La ofensiva militar de Israel contra el enclave palestino ha causado durante el último mes más de 10.000 muertos, 4.104 de ellos niños y más de 25.400 heridos, según las autoridades gazatíes.

Una dinámica de “terror psicológico”

A lo largo del encuentro, el médico valenciano ha contado varios casos cercanos, como el de Osama, su compañero anestesista del hospital de Al-Awda. “Él estuvo trabajando hasta hace aproximadamente diez días en el hospital, pero finalmente se tuvo que bajar a Rafah con su familia y ya no puede subir”. También ha dicho que no sabe nada de un “gran amigo” que vivía en el norte y ha recordado lo que le sucedió a uno de los conductores de la organización, Ibrahim. “Se tenía que ir a su casa, donde estaba su hermano. Sin embargo, tomó un desvío porque se iba a ver un amigo suyo y, en cuestión de diez minutos, ese pequeño desvío le salvó la vida porque le cayó una bomba a su hermano”.

“La población civil es avisada normalmente por mensajes de texto [de los bombardeos israelíes], con lo cual es difícil que le llegue a quien no tiene móvil. El aviso es: 'Vamos a bombardear en esta zona en cinco minutos. ¿Se pueden imaginar edificios de cinco plantas con varios apartamentos por planta, cómo tiene que ser para las familias extensivas recoger todo y bajar a la calle? Esa es la modalidad más habitual”, ha indicado. “Luego, está la modalidad de avisar que van a bombardear un edificio o una zona. Bajan a la calle y no bombardean el edificio, con lo cual ya entramos dentro de una dinámica de terror psicológico. Y la última modalidad, que pasó en Rafah hace unos días, fue que dijeron: 'Vamos a bombardear este edificio”. Las familias abandonaron ese edificio, se fueron a uno que estaba contiguo. Bombardearon el edificio contiguo y no el edificio que habían abandonado“. 

Incertis ha insistido en que, a pesar de que el Ejército israelí pidió a la población gazatí que se trasladara al sur, los bombardeos no han cesado allí durante todas estas semanas. “Cada día se convierte en el peor día de la guerra en términos de bombardeos. Va subiendo. Yo pensaba que la noche del lunes al martes de la primera semana fue lo peor que podría haber pasado. Y luego, cuando fuimos al sur, mientras estaba dentro de un centro de la ONU, era impresionante la frecuencia de bombardeos. Se supone que los bombardeos son selectivos, pero la artillería naval no es selectiva, son proyectiles que dependen de la temperatura, del viento...”, ha dicho el anestesista, quien ha recalcado que una de las noches de la semana del 23 de octubre “más del 65% de las muertes de la franja se produjeron en el sur”. “Entonces, todo el mundo se pregunta: ¿Si nos dijeron que fuéramos al sur, por quéd están bombardeando el sur además en esos términos tan atroces?”. Alrededor de 1,5 millones de personas se han desplazado en el interior de la franja. De ellos, unos 717.000 están refugiados en 149 instalaciones de la UNRWA (la inmensa mayoría en el sur) y 122.000 en hospitales, iglesias y edificios públicos, según la ONU.

¿Temió por su vida? “Los equipos internacionales de Médicos Sin Fronteras, junto con el resto más pequeñas ONG, nos desplazamos cuatro veces en tres semanas. Creo que eso lo dice todo”, ha respondido el empleado de MSF. “Sí, claro que temí por mi vida, pero yo diría que, en proporción, bastante menos que la gente que estaba fuera de los centros donde estábamos”, ha dicho. “Pudimos llegar a centros 'desmilitarizados', es decir, aquellos que ambas partes asumen que no deben de ser atacados, de los que los aviones tienen las coordenadas. Si nosotros temimos, imagínense los de afuera”.

Su compañero Cantero ha explicado desde Jerusalén que la ONG ha conseguido meter varias toneladas de material médico quirúrgico y logístico en la franja y cuenta asimismo con decenas de trabajadores que están esperando en Egipto para entrar, aunque no ha podido precisar cuándo podrían ingresar y ha asegurado que esperan que sea “de la manera más inminente”. “Nuestro trabajo no era la cruda guerra, por así decirlo, no estábamos preparados”, ha dicho por su parte Incertis a la hora de explicar su salida de Gaza. “Médicos Sin Fronteras tiene determinados equipos preparados para situaciones de guerra de esta envergadura. El relevo se va a producir en breve con trabajadores especializados y orientados a este tipo de circunstancias tan fuertes”. 

Cantero ha vuelto a llamar la atención sobre las dificultades por la escasez de combustible, cuya entrada no ha sido permitida aún por Rafah, y ha recalcado, como vienen alertando la ONG y diferentes organismos internacionales desde hace días, que la situación de los hospitales es “catastrófica y dantesca”. “Están al borde del colapso, con el personal trabajando en turnos imposibles y sin casi descanso. Están completamente sobrepasados. Están racionando tanto la electricidad como los medicamentos. Nos han dicho que han tenido que elegir entre apagar una ciertos respiradores, ciertas incubadoras... han tenido que reducir el consumo eléctrico a base de apagar máquinas en muchos de los casos, con lo que eso conlleva”, ha añadido el responsable de MSF, quien ha indicado que, según los últimos testimonios que les llegaron hace unos días, se están “desinfectando heridas con vinagre”.

El mayor porcentaje de heridas se corresponden con quemaduras”, ha añadido Raúl Incertis. “Y varios de nuestros compañeros nos han comunicado que el proceso de cura de estas quemaduras es totalmente deficiente porque no hay vendas. Los desbridamientos –desbridar significa quitar material necrótico o muerto producido por las quemaduras que se puede llegar a infectar– se tienen que realizar cada cierto tiempo y en unas condiciones muy concretas, con analgesia, con sedación y es particularmente alarmante la ausencia de vendajes para hacer estos desbridamientos”. En anestesista ha indicado que parte del trabajo del trabajo del personal de MSF es llevar el material que tenía en sus almacenes y repartirlo en diferentes hospitales, sobre todo en Al Shifa, Al-Awda y el Hospital Indonesio. “Lo que había para tres semanas se acabó en tres días”, ha dicho.

¿Cómo podrán los médicos de Gaza atender a un número cada vez mayor de heridos en estas condiciones? “Varios médicos, cuando no están viviendo en el hospital, viven en los campos de desplazados. Cada vez será menor la posibilidad de que nuestros compañeros puedan ir a trabajar. Además, más de la mitad de los hospitales están inoperativos. En relación a los equipos que están fuera y tienen que entrar, desde luego que lo van a tener muy difícil”, ha contestado el médico español de MSF.

Un inodoro por cada 3.000 personas

A la pregunta de qué es lo que más le preocupa si la situación se prolonga y se sigue deteriorando en Gaza, Incertis responde que, sin duda, su mayor inquietud son los niños. “No tengo palabras, pero he conocido a varios y estoy francamente preocupado por ellos. Han muerto niños en centros de la ONU. Y sin duda lo que más me preocupa es este desperdicio de vidas humanas, que en el caso de las edades tempranas de la vida es mucho más importante” ha dicho. “Este es el evento más importante la historia palestina desde la Nakba en 1948. Esto tiene todos los visos de superar a la Nakba. Me preocupa el trauma psicológico que va a quedar después de esto. Una persona que ha nacido en el 2000 se ha comido seis o siete escaladas y estaban traumatizadas, diagnosticadas. Me preocupa la salud mental de los niños”. 

Cantero, por su parte, ha indicado que las condiciones, como la falta de agua, la recogida de basura o el deficiente sistema de aguas residuales, son “el caldo de cultivo perfecto para que puedan estallar en cualquier momento todas las epidemias que se nos puedan ocurrir”. “Ya nos han dicho que hay muchísimos casos de niños con diarreas, con enfermedades respiratorias y ayer leía los primeros casos de varicela”.

“Yo simplemente hice la cuenta de las tazas de váter que había en el centro de desplazados, donde estuvimos entre el 10 y el 13 octubre. Era un centro de formación profesional. Conté, y las busqué, 12 tazas de váter. Cuando nos fuimos de ahí, había 35.000 personas aproximadamente. Eso toca una taza de váter por unas 3.000 personas. No son estándares de ningún tipo”, ha añadido Incertis. 

¿Volverá a Gaza? “Sin duda tengo el deseo de retornar”, ha contestado. “Espero retornar. Necesito, por una parte, descansar. Y hay que dejar que los equipos especialistas entren y cuando la situación esté un poco más tranquila, volver a trabajar ahí, porque no pude hacer nada de mi trabajo. Pero sin duda tengo el deseo. Claro que sí”.

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