El año más mortífero desde 2017 en el Mediterráneo central : “No hace falta que os ayudemos, seguid por vuestra cuenta”
Una embarcación pide auxilio en el área de responsabilidad de Malta. En ella viajan 14 personas sirias y de Sudán del Sur, entre las que se encuentran dos mujeres y tres menores de edad. Las autoridades maltesas ignoran las llamadas y nueve horas después una de las personas cae por la borda y desaparece. Más de 38 horas después de la primera llamada de socorro, el barco Geo Barents de Médicos Sin Fronteras rescata a los 13 supervivientes y los traslada a la ciudad italiana de La Spezia. “Nadie vino a rescatarnos”, dice una de las personas rescatadas de la embarcación.
Se trata del testimonio de un joven de 17 años rescatado durante el mes de junio. Es también el título del nuevo informe de MSF, con el que la organización denuncia las prácticas fronterizas violentas y la “inacción deliberada” de los Estados europeos, que han hecho de este año el más mortífero para la ruta del Mediterráneo central desde 2017. Casi 2.200 personas han muerto o desaparecido en este trayecto en lo que va de 2023.
“Nadie vino a rescatarnos”, dice el joven, y recuerda como un buque mercante se acercó a ellos y les dieron agua y comida, pero permanecieron en el mar durante horas. Según fuentes recogidas por MSF, junto con la información reunida por Alarm Phone y el avión de la organización Sea Watch –además de los propios testimonios de las personas rescatadas–, Malta no sólo ignoró las llamadas de auxilio, si no que enviaron a un buque mercante para que les ayudara, sin sacar a nadie de la embarcación.
Según los supervivientes, las autoridades maltesas también enviaron hasta en dos ocasiones una patrulla de las fuerzas armadas que les proporcionó combustible para que prosiguieran su viaje hacia Italia y se alejaran de las costas de su país. “Ellos [el barco maltés] nos dieron agua, comida y tres galones de combustible. Nos dijeron: 'Estáis a 50 km de Italia. No hace falta que os ayudemos. Seguid por vuestra cuenta'”, dice otro de los rescatados, de 27 años.
160 días sin rescates
MSF denuncia que Malta se ha “desentendido sistemáticamente” y que de los 33 rescates que realizó entre enero y septiembre de 2023 en el territorio maltés, ninguno fue coordinado por las autoridades del país. También han documentado casos en que han ignorado llamadas de auxilio en su área de responsabilidad, a pesar de tener conocimiento de ello.
Por su parte, el Gobierno italiano ha adoptado una serie de normas que obstruyen las actividades de salvamento de las ONG en el mar. Durante los nueve primeros meses del año, las autoridades italianas detuvieron seis buques de rescate, entre ellos el Geo Barents. En total, los buques estuvieron paralizados 160 días en los que las ONG no pudieron realizar rescates ni evitar pérdidas humanas.
A esto hay que añadir la práctica habitual de asignar puertos lejanos a los buques de rescate, que obligó en una ocasión a la embarcación de MSF a recorrer 28.000 kilómetros más (unos 70 días de navegación). Medidas que no hacen más que retrasar la asistencia de las personas migrantes.
“Además de retrasar el acceso de los supervivientes a una asistencia médica adecuada, protección y servicios de acogida en tierra, fueron días en los que se nos mantuvo deliberadamente alejados de la asistencia a personas en peligro en el mar. Aunque las nuevas normas italianas van dirigidas a las ONG, el verdadero precio lo pagan quienes huyen a través del Mediterráneo central, que se quedan sin asistencia”, dice en el comunicado Juan Matías Gil, coordinador de las operaciones de búsqueda y rescate de MSF.
“Al menos llévense a las mujeres”
La mayoría de las personas que llegaron a Italia en 2023 embarcaron en Túnez, superando a Libia. Dos países con los que la UE mantiene acuerdos millonarios para frenar la inmigración y donde las personas migrantes que quieren llegar a Europa se ven muchas veces atrapadas a la espera de una embarcación. Una espera e incertidumbre que esconde en la mayoría de los casos episodios de violencia.
En Túnez, las personas migrantes son sometidas a abusos, detenciones arbitrarias y expulsiones al desierto por parte de las autoridades, además de ser perseguidos por la propia población local debido a los discursos incendiarios de su presidente. “Me desahuciaron. Todos los propietarios desahuciaban a inquilinos africanos. Lo perdí todo. Vivía en Túnez. Una mañana me levanté y vino el dueño de la casa. (...) Me dijo: 'El Presidente ha dicho que los africanos tenéis que iros a casa. Ya no podemos acoger africanos’”, dice una mujer camerunesa de 32 años, rescatada por MSF en julio de 2023.
Las marcas de la violencia llegan hasta Europa en los cuerpos y en las mentes de las personas migrantes. Según MSF, desde 2017 más de 120.000 personas han sido interceptadas en el mar por los guardacostas y devueltas a Libia. La organización explica como muchos supervivientes sufren problemas médicos relacionados con las condiciones inhumanas en las que son encerrados mientras esperan en Libia, como infecciones cutáneas y heridas no tratadas. En concreto, habla de 273 pacientes que presentaban graves traumas relacionados con la violencia: cicatrices de herida de bala, palizas, embarazos no deseados causados por la violencia sexual, ansiedad, pesadillas...
“Una vez más, se prioriza la disuasión y la contención por encima de los derechos y la vida de las personas”, lamenta Gil. La violencia como forma de disuasión y contención. Pero cuando no es suficiente, cuando las personas migrantes sobreviven a esta, se encuentran con el mar, otra barrera. Y cuando sobreviven a esta se encuentran con la inacción, que se traduce en más muertes, en más desapariciones.
“Las mujeres pedían ayuda a gritos. Les pedimos ayuda [al barco maltés] muchas veces, pero se negaron a todas nuestras peticiones. ‘No necesitamos combustible, por favor, ayúdennos, llévennos con ustedes, por favor, no nos dejen en medio del mar’, suplicamos. ‘Por favor, al menos llévense a las mujeres’, insistimos. Pero rechazaron todas nuestras peticiones”, dice un hombre de 44 años, que fue rescatado por MSF en la embarcación ignorada por Malta, en junio de 2023.
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