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Un barco en el que murieron más de 700 migrantes, expuesto en la Bienal de Arte de Venecia

Charlotte Higgins

The Guardian —

Cubierto de óxido, el enorme casco de un barco naufragado ha sido trasladado al antiguo Arsenal de Venecia, una de las sedes de la Bienal de Arte. Un grupo de artistas y expertos observaba el difícil traslado de los restos de una de las tragedias más terribles del Mediterráneo.

En la noche del 18 de abril de 2015, el pesquero se hundió tras chocar con un barco que había acudido a su rescate entre Libia y la isla italiana de Lampedusa. Viajaban entre 700 y 1.100 personas que trataban de llegar a Europa atrapadas en la bodega. Solo 28 sobrevivieron.

La tragedia provocó que el entonces primer ministro de Italia, Matteo Renzi, comparara la situación de los migrantes con el asesinato de los musulmanes bosnios de Srebrenica durante la guerra de los Balcanes. “Hace veinte años, nosotros y Europa cerramos los ojos ante Srebrenica, ahora no podemos volver a cerrar los ojos para limitarnos a conmemorar estos acontecimientos años después”, afirmó.

La catástrofe se produjo después de que Europa abandonara su proyecto de salvamento marítimo Mare Nostrum. Financiado por Italia y por la Unión Europa, el programa de rescate auxiliaba a los barcos de migrantes en apuros.

El traslado de los restos del barco a Venecia para recordar lo ocurrido forma parte de un proyecto del artista suizo-islandés Christoph Büchel. La idea se le ocurrió mientras visitaba  una asociación comunitaria de Palermo, durante el  proyecto artístico 'Manifesta 2017' celebrado en la ciudad siciliana. Pero transportar el barco hasta Venecia ha terminado siendo mucho más difícil de lo que nadie se podría haber imaginado.

En 2016, el gobierno de Italia recuperó el barco y lo llevó a la base naval de Melilli, en Sicilia, donde los cuerpos atrapados en la bodega fueron retirados e identificaron. Una gran operación en la que participaron equipos de patólogos forenses y otros expertos. A Mohammed Ali Malek, el capitán tunecino del barco, lo condenaron por homicidio involuntario.

Después de varias propuestas acerca del posible destino del barco, las autoridades italianas decidieron entregarlo el 29 de abril al proyecto Barca Nostra, desarrollado por el artista Büchel, el ayuntamiento de Augusta (Sicilia) y otros ayuntamientos del país, con Venecia como primera parada. Hay planes a largo plazo para convertir el pesquero en un “jardín de la memoria” en Augusta.

Büchel se ha negado a dar entrevistas, pero su colaboradora, la comisaria Maria Chiara di Trapani cuestiona el bizantino proceso de la burocracia italiana: “El barco no tenía ningún propietario oficial (…) El gobierno lo había recuperado, pero el Ministerio de Defensa, oficialmente, sólo tenía la custodia, no la propiedad; en Italia, se supone que los barcos naufragados deben ser oficialmente destruidos”.

“El viernes pasado, el día que salió [el remolcador con los restos del barco] desde Sicilia hacia Venecia, supimos que nunca había sido declarado objeto italiano y que los funcionarios de aduanas de Venecia no podrían aceptarlo a menos que se declarara oficialmente italiano”, ha explicado la comisaria. 

Di Trapani enfrentó con éxito las trabas burocráticas gracias a una “cadena de buenas personas al otro lado del teléfono” que, en sus propias palabras, fue encontrando “en diferentes partes del gobierno”.

El proceso también se vio afectado por otra trágica pérdida: el fallecimiento de un político siciliano que había sido esencial por su contribución al proyecto. Hasta su muerte el 10 de marzo en el accidente de Ethiopian Airlines, Sebastiano Tusa trabajaba como consejero regional de Sicilia para el patrimonio cultural y como un respetado arqueólogo. “Antes de subirse al avión, su última llamada telefónica y su último documento era para conseguir el permiso permiso para mover el barco”, recuerda di Trapani.

Queda por ver el efecto que tendrá el golpeado barco sobre los visitantes de la Bienal de Venecia. El encuentro internacional más importante del mundo del arte abre sus puertas este sábado, en medio de tensiones por la respuesta política y humanitaria a la crisis de los migrantes. El ministro de Interior de extrema derecha, Matteo Salvini, impulsó la polémica medida del cierre de puertos al desembarco de migrantes rescatados y ha sido acusado de fomentar la hostilidad hacia ellos con su retórica xenófoba.

Según di Trapani, “estamos viviendo en un momento terrible y sin memoria”: “Miramos las noticias, y nos parece tan lejano… Alguien muere en el mar y cambiamos de canal”. Ella confía en que la presencia física del barco contribuya a un cambio en ese sentido, a que los visitantes de la Bienal “sientan respeto por el barco y lo miren en silencio, que simplemente guarden dos minutos de silencio para escuchar y reflexionar”.