En el Belén de 2021, Jesús es hijo de menores no acompañados: “No había otra opción que subirse a una patera”

Lara Lema

24 de diciembre de 2021 21:18 h

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Hace 12 años, Francesc Mateu i Hosta cogió unos muñecos de Playmobil y recreó su primer belén con un particular escenario: Jesús nacía en un campo de refugiados. Quería enseñarles a sus hijos, entonces adolescentes, la “crueldad del nacimiento que tenemos edulcorado” y poner el foco en la “realidad social” de los padres de Jesús, “gente rural, que no tenían ni quién les acogiera”.

Animado por “algunas actitudes de desprecio hacia la humanidad de personas diferentes”, este año el exdirector de Oxfam Intermón en Catalunya ha recreado el nacimiento de Jesús con “Joseph” y “Mery”, dos menores no acompañados que se conocen y enamoran en su camino a Europa.

“Por aquel entonces salió una normativa de la Unión Europea que impedía la llegada de más refugiados”, comienza la historia, “se dieron subvenciones a los Estados para levantar muros y colocar concertinas en todas las fronteras. No había otra opción que embarcarse en una patera y huir porque en sus países parecía no haber futuro”.

En el trayecto, su patera se hundió, como tantas otras. Joseph y Mery tuvieron que ser rescatados por Salvamento Marítimo de Almería. Pero sus problemas no acabaron al pisar suelo europeo.

“Al llegar a puerto fueron reconocidos por sanitarios y puestos en autocares hacia otras ciudades. De madrugada, al bajar del autocar, les acogieron espontáneamente unas personas voluntarias. Como no tenían todavía los 18 años, los dirigieron al SAIER [Servicio de Atención a Inmigrantes, Emigrantes y Refugiados] y de allí los destinaron a un centro de menores. María ya estaba embarazada cuando llegó al centro”, continúa el relato. “Pidieron que los pusieran juntos para compartir su embarazo, pero no existían centros de chicos y chicas. Les faltaban solo unos meses para cumplir los 18 años y decidieron escaparse para poderse reencontrar”.

Joseph y Mery buscaron instituciones y lugares que los alojaran, pero no sabían a dónde ir ni conocían a nadie. “No disponían de papeles ni sabían que tenían derecho a ellos. No les dejaban empadronarse y eso les negaba el acceso a ningún servicio social, soporte sanitario o alimentario”, cuenta la crónica ficticia.

Finalmente, estos menores se instalaron en un parque de la ciudad porque el embarazo de María ya estaba muy avanzado. “Aunque los grupos de apoyo espontáneo de la ciudad pidieron a los conocidos un hogar provisional donde poder alojarlos, hacía tiempo que la red de solidaridad estaba muy saturada de demandas”, explica el texto, escrito como si fuera noticia.

En ese parque nació Jesús, sin asistencia. Su nacimiento no lo anunciaron ángeles, sino WhatsApps y mensajes en las redes sociales. No aparecieron los reyes con oro, incienso y mirra, pero, como un milagro navideño, la asociación Punt de Referencia pudo acogerlos en uno de sus pisos y unas voluntarias les ayudaron a tramitar los papeles. Jesús ya tenía un hogar.

“Gracias a la nueva ley de extranjería, pero sobre todo al trabajo de las voluntarias y de Noves Vies, el 6 de enero llegaron, como un regalo, los papeles y el permiso de trabajo. Ahora solo les falta una oferta para poder trabajar”, concluye la historia.

Para Mateu, que durante dos años acogió a un menor extranjero no acompañado, esta historia “está muy presente en el día a día”. “Intento expresar que en el fondo los padres de Jesús no dejaban de ser unos emigrantes, que se tuvieron que ir de un lado para otro”, dice.

En 12 años de belenes, Mateu ha mostrado muchas versiones de cómo sería el nacimiento de Jesús en la actualidad: desde hijo de manteros a refugiado en Lesbos, hijo de una 'kelly' o formando parte de los “indignados” acampados en Plaza Catalunya.

El texto íntegro de la recreación

Jesús nace, hijo de menores no acompañados

Por aquel entonces salió una normativa de la Unión Europea que impedía la llegada de más refugiados y se dieron subvenciones a los estados para levantar muros y colocar concertinas en todas las fronteras. No había otra opción que embarcarse en una patera y huir porque en sus países parecía no haber futuro.

Joseph y Mery estaban entre el grupo de quienes emigraban. Se conocieron por el camino y decidieron hacer el último tramo del viaje en la misma barcaza. Se amaban y querían caminar juntos en adelante.

A medianoche, la patera se hundía y llamaron a Helena Maleno para que les ayudase. Salvamento Marítimo de Almería, gracias al aviso, rescató a todo el mundo de buena mañana.

Al llegar a puerto fueron reconocidos por sanitarios y puestos en autocares hacia otras ciudades. De madrugada, al bajar del autocar, les acogieron espontáneamente unas personas voluntarias. Como no tenían todavía los 18 años, los dirigieron al SAIER y de allí los destinaron a un centro de menores. María ya estaba embarazada cuando llegó al centro.

Pidieron que los pusieran juntos para compartir su embarazo, pero no existían centros de chicos y chicas. Les faltaban solo unos meses para cumplir los dieciocho años y decidieron escaparse para poderse reencontrar. Al llegar a la ciudad buscaron instituciones y lugares que los alojaran, pero no sabían a dónde ir ni conocían a nadie. No disponían de papeles ni sabían que tenían derecho a ellos. No les dejaban empadronarse y eso les negaba el acceso a ningún servicio social, soporte sanitario o alimentario.

Se instalaron en un parque de la ciudad porque el embarazo de María ya estaba muy avanzado. Los grupos de apoyo espontáneo de la ciudad pidieron a los conocidos un hogar provisional donde poder alojarlos, pero hacía tiempo que la red de solidaridad estaba muy saturada de demandas.

Se cumplieron los días y como no tenían dónde ir, no sabían a quién avisar ni que tenían derecho a ir a urgencias, el niño nació en el parque, sin asistencia.

Los WhatsApp y las redes sociales anunciaron su nacimiento. También por los centros donde estaban sus compañeros corrió la noticia y todo el mundo quiso ir a visitarlos. Entre todos decidieron que se llamaría Jesús.

El mismo día de Navidad, “Punt de Referencia” los pudo acoger en uno de sus pisos.

Después, unas voluntarias les ayudaron a tramitar los papeles y encontrar recursos para el niño.

Gracias a la nueva ley de extranjería, pero sobre todo al trabajo de las voluntarias y de “Noves Vies”, el 6 de enero llegaron, como un regalo, los papeles y el permiso de trabajo. Ahora solo les falta una oferta para poder trabajar.

Si alguien tiene alguna, que la haga llega a estas instituciones porque hay muchos jóvenes esperando esta oportunidad.

Desde Belén (que también podría ser cualquier ciudad de nuestro país), para TV Belén, Laia Bonet.