“Tengo miedo cuando me despierto, cuando trabajo, cuando vuelvo a casa, cuando voy a dormir... Es un ciclo continuo”. Así se siente la periodista congoleña Caddy Adzuba desde que fue amenazada por primera vez en 2009.
Adzuba es una de esas voces incómodas que dedica su vida a recordar que el conflicto que vive la República Democrática del Congo (RDC), desde 1996, sigue teniendo consecuencias insoportables: asesinatos, saqueos, familias enteras obligadas a dejar su hogar y miles de mujeres víctimas de las violaciones, que se usan como arma de guerra. Todo ante la indiferencia y el “silencio” de la comunidad internacional. “El conflicto tiene orígenes y causas, no solo congoleñas o africanas, también internacionales y económicas. Y ese es el motivo por el que está olvidado”. La periodista culpa asimismo a las empresas que acuden a la llamada de minerales como el oro, diamante, níquel o coltán, muy presentes en la zona. “Son muchas las multinacionales que están financiando esta guerra negociando con los rebeldes que explotan las minas donde se extraen esos minerales, como el coltán, con el que se hacen los teléfonos móviles de todo el mundo. Tiene que haber un control para que dejen de hacerlo”.
Sus críticas, sin titubeos, son las que la han puesto en el punto de mira. “Haciendo mi trabajo, hiero la sensibilidad del gobierno ruandés, del congoleño y de los rebeldes. Estoy acostumbrada a vivir en el peligro. No soy una inconsciente, ni una heroína”, reconoció el miércoles en una charla que dio en Madrid, dentro de la gira que Adzuba está haciendo por España con la Fundación Mainel, para visibilizar el drama que vive el país y en especial el que viven sus mujeres.
“Lo que está pasando en RDC es un feminicidio”, asegura contundente. Con la intención de minar la moral de la población y desestabilizar a la sociedad, explica, las partes en conflicto atacan al más fuerte, que en este caso es la mujer, clave en la integridad familiar y motor de la economía local. “Es ella la que trabaja la agricultura y el comercio. Para destruir el equilibrio, hay que destruirlas a ellas y a sus familias. Cuando se ataca a una mujer, se desestabiliza a todo su entorno”. Y lo hacen con una violencia sexual cargada de brutalidad. “No consiste solo en que las violen para satisfacer sus deseos sexuales. Las violan con sus armas, las mutilan y cortan con cuchillos sus vaginas e introducen trozos de madera”. Da una cifra, solo en el hostpital de Kivu, su ciudad, han atendido a 50.000 mujeres. “¿Cuántas habrá en el resto del país y cuántas no habrán acudido a un hospital?”. Aunque los datos oscilan según su origen, instituciones como la American Journal of Public Health llega a hablar de 400.000 violaciones al año.
La periodista, que fue galardonada en 2009 con el Premio de Periodismo Julio Anguita Parrado, trabaja en Radio Okapi, una emisora que funciona bajo el paraguas de la ONU y que llega a todo el país. En sus programas trata habitualmente el tema de la violencia contra las mujeres, les aconseja qué hacer cuando son víctimas y a combatir el tabú. “La sociedad congoleña no logra comprender la magnitud de la situación. Tenemos que ayudar a romper el silencio. En muchos casos es el vínculo de la tradición el que les impide denunciar porque tienen miedo al rechazo social y a ser estigmatizadas”.
Adzuba también es miembro de la Asociación de Mujeres de Medios de Comunicación del Este del Congo, que ha realizado varias denuncias a la Corte Penal Internacional en esta línea, y preside AFIDEP, una organización que trabaja con las con niñas y niños soldado, ayudándoles a superar el trauma, a formarse y a reconciliarse con su comunidad, cuando es posible; y con mujeres víctimas de la violencia sexual. “ Están muy traumatizadas, sin fuerzas para vivir. Les suplicamos que no se rindan. El primer paso es que acepten ir a curarse porque muchas padecen lesiones graves, después necesitan un apoyo psicológico. El trabajo puede durar tres o cuatro años. Algunas consiguen convertir la pena en poder”. Otro de los programas está destinado a niños abandonados por ser fruto de una violación. “Cuando son rechazados por sus padres intentamos buscarle una familia de acogida. La mayor parte de las veces, las familias que aceptan (12 en 2012) no tienen recursos y los apoyamos con un proyecto de microfinanzas para que pongan en marcha un negocio con el que puedan obtener recursos”.
Durante sus viajes por todo el país, la periodista ha tenido oportunidad de conocer de primera mano las historias de las víctimas de la violencia, algunas de una crueldad difícil de atribuir a un ser humano. En PourQuoi?, una videocreación de Ouka Leele, producida por Bettina Caparrós, habla de su experiencia junto a estas mujeres y analiza la realidad de la República Democrática del Congo. (Puedes verlo aquí)
El miércoles, poco antes de comenzar la charla en Madrid, se enteró a través de su familia de que una bomba había explotado en Kivu. “Ha habido muertos, algunos de ellos niños. La gente estará muy asustada y puede que haya desplazamientos, pero lo que pasa en RDC no es noticia”. Por eso pide los medios de comunicación amplíen el foco y apunten hacia África. “En mi país ha habido más de cinco millones de muertos desde que comenzó la guerra. Hay países con menos de cinco millones de habitantes que despiertan más interés internacional. Se habla de Siria, de Israel y Palestina, pero nadie sabe qué pasa en la República Democrática del Congo”.