Según el último informe 'Report on citizen security in the Americas' de la OEA (Organización de Estados Americanos), El Salvador posee las cárceles con mayor superpoblación (299%), seguido de Bolivia (233%) y Haití (218%)
Más allá de los datos, estas cifras se traducen en unas condiciones de vida infrahumanas para los presos de estos países: hacinamiento, enfermedades, mala alimentación y un mínimo sistema de rehabilitación
En algunas cárceles de El Salvador, como en La Esperanza, la superpoblación asciende hasta el 600% de su capacidad, lo que provoca graves violaciones de derechos humanos
Rudimentario panel de control para ubicar la localización de los presos en los diferentes sectores de la cárcel Izalco. Esta penitenciaría de media seguridad es exclusiva también para pandilleros de la organización criminal Barrio 18. / Pau Coll / RUIDO Photo.
Rudimentario panel de control para ubicar la localización de los presos en los diferentes sectores de la cárcel Izalco. Esta penitenciaría de media seguridad es exclusiva también para pandilleros de la organización criminal Barrio 18. / Pau Coll / RUIDO Photo.
Aunque las condiciones de vida en la cárcel de Cojutepeque son inhumanas, la petición principal de la pandilla es su derecho a programas de rehabilitación, tales como talleres productivos o la educación básica, inexistentes en esta cárcel. / Pau Coll / RUIDO Photo.
Aunque las condiciones de vida en la cárcel de Cojutepeque son inhumanas, la petición principal de la pandilla es su derecho a programas de rehabilitación, tales como talleres productivos o la educación básica, inexistentes en esta cárcel. / Pau Coll / RUIDO Photo.
Entrada principal del penal de Cojutepeque, destinado a miembros de la Pandilla Barrio 18. Es difícil calcular la capacidad real de este antiguo cuartel militar transformado en cárcel, la realidad aproximada es que unos 1.200 reos conviven en un espacio pensado para 300. / Pau Coll / RUIDO Photo.
Entrada principal del penal de Cojutepeque, destinado a miembros de la Pandilla Barrio 18. Es difícil calcular la capacidad real de este antiguo cuartel militar transformado en cárcel, la realidad aproximada es que unos 1.200 reos conviven en un espacio pensado para 300. / Pau Coll / RUIDO Photo.
Patio central de la cárcel de Cojutepeque, esta penitenciaría es el feudo de la facción Sureños de la panilla Barrio 18. Por motivos de seguridad cada cárcel en El Salvador acoge exclusivamente a miembros de una sola banda juvenil o pandilla. / Pau Coll / RUIDO Photo.
Patio central de la cárcel de Cojutepeque, esta penitenciaría es el feudo de la facción Sureños de la panilla Barrio 18. Por motivos de seguridad cada cárcel en El Salvador acoge exclusivamente a miembros de una sola banda juvenil o pandilla. / Pau Coll / RUIDO Photo.
Celda 1 del sector 2 de la cárcel de Cojutepeque. En esta galera pasan las 12 horas del encierro 180 personas. Las celdas no tienen luz eléctrica y algunas ni siquiera ventanas, por lo que incluso a mediodía la oscuridad es absoluta./ Pau Coll / RUIDO Photo.
Celda 1 del sector 2 de la cárcel de Cojutepeque. En esta galera pasan las 12 horas del encierro 180 personas. Las celdas no tienen luz eléctrica y algunas ni siquiera ventanas, por lo que incluso a mediodía la oscuridad es absoluta./ Pau Coll / RUIDO Photo.
En la cárcel de Mariona, un antigua biblioteca es hoy una módulo de aislamiento. Una oscura celda encharcada y maloliente de 3 por 4 metros donde se amontonan 23 cuerpos sobre cartones. El régimen de aislamiento tan solo les permite salir de la celda 10 minutos dos veces al día para asearse. / Pau Coll / RUIDO Photo.
En la cárcel de Mariona, un antigua biblioteca es hoy una módulo de aislamiento. Una oscura celda encharcada y maloliente de 3 por 4 metros donde se amontonan 23 cuerpos sobre cartones. El régimen de aislamiento tan solo les permite salir de la celda 10 minutos dos veces al día para asearse. / Pau Coll / RUIDO Photo.
El penal de La Esperanza, o Mariona, es el símbolo histórico de las carencias y riesgos del sistema penitenciario de El Salvador. La sobrepoblación no solo hace que sus 5.000 internos soporten condiciones de vida medievales, sino que impide a las autoridades ejercer un control real sobre lo que sucede dentro de sus muros. Esta cárcel, diseñada para 800, sobrepasa en 4.200 plazas su capacidad. / Pau Coll / RUIDO Photo.
El penal de La Esperanza, o Mariona, es el símbolo histórico de las carencias y riesgos del sistema penitenciario de El Salvador. La sobrepoblación no solo hace que sus 5.000 internos soporten condiciones de vida medievales, sino que impide a las autoridades ejercer un control real sobre lo que sucede dentro de sus muros. Esta cárcel, diseñada para 800, sobrepasa en 4.200 plazas su capacidad. / Pau Coll / RUIDO Photo.
Por la noche, la falta de agua corriente obliga a los presos de orinar en bolsas de plástico, las cuales después tiran en las salas de la cárcel. " La Esperanza”, Penitenciaría Central de El Salvador, conocida popularmente también como Mariona. / Pau Coll / RUIDO Photo.
Por la noche, la falta de agua corriente obliga a los presos de orinar en bolsas de plástico, las cuales después tiran en las salas de la cárcel. " La Esperanza”, Penitenciaría Central de El Salvador, conocida popularmente también como Mariona. / Pau Coll / RUIDO Photo.
En El Salvador no existe límite de edad para permanecer en la cárcel. En la imagen, la galería reservada para los presos ancianos y enfermos en el sector 2 de la Penitenciaría de La Esperanza. / Pau Coll / RUIDO Photo.
En El Salvador no existe límite de edad para permanecer en la cárcel. En la imagen, la galería reservada para los presos ancianos y enfermos en el sector 2 de la Penitenciaría de La Esperanza. / Pau Coll / RUIDO Photo.
La comida es también una causa común de agravio entre los reclusos. Muy poca variedad y, a menudo, no es suficiente para todos los presos. Cárcel de Cojutepeque. / Pau Coll / RUIDO Photo.
La comida es también una causa común de agravio entre los reclusos. Muy poca variedad y, a menudo, no es suficiente para todos los presos. Cárcel de Cojutepeque. / Pau Coll / RUIDO Photo.
Para el centenar de pacientes del centro Penitenciario Psiquiátrico de Soyapango (El Salvador ) sólo hay un lavabo con agua corriente para beber, bañarse o usar agua para los baños. / Pau Coll / RUIDO Photo.
Para el centenar de pacientes del centro Penitenciario Psiquiátrico de Soyapango (El Salvador ) sólo hay un lavabo con agua corriente para beber, bañarse o usar agua para los baños. / Pau Coll / RUIDO Photo.
Un preso se esconde entre dos camas después de un ataque nervioso. Aproximadamente un centenar de pacientes pasan la mayor parte del día encerrados en una gran galería diseñada para dar cabida a 60 personas. Prisión de Psiquiatría de Soyapango. / Pau Coll / RUIDO Photo.
Un preso se esconde entre dos camas después de un ataque nervioso. Aproximadamente un centenar de pacientes pasan la mayor parte del día encerrados en una gran galería diseñada para dar cabida a 60 personas. Prisión de Psiquiatría de Soyapango. / Pau Coll / RUIDO Photo.
En el centro penal para mujeres de Ilopango, 1.800 internas comparten un espacio adecuado para 400, más de un 400% de sobrepoblación. Las internas se ven obligadas a compartir colchón, dormir debajo de las literas y en los pasillos de las celdas. / Pau Coll / RUIDO Photo.
En el centro penal para mujeres de Ilopango, 1.800 internas comparten un espacio adecuado para 400, más de un 400% de sobrepoblación. Las internas se ven obligadas a compartir colchón, dormir debajo de las literas y en los pasillos de las celdas. / Pau Coll / RUIDO Photo.
Pandillero de la pandilla Mara Salvatrucha-13 en la cárcel de Ciudad Barrios. Esta cárcel situada al oriente de El Salvador es la base operativa principal de la Pandilla MS13, considerada una de las organizaciones criminales más violentas del mundo. / Pau Coll / RUIDO Photo.