La portada de mañana
Acceder
Aldama zarandea al PSOE a las puertas de su congreso más descafeinado
Corazonadas en la consulta: “Ves entrar a un paciente y sabes si está bien o mal”
OPINIÓN | Días de ruido y furia, por Enric González

“A veces no siento mis piernas por la noche, pero trato de dormir”

“A veces no puedo sentir mis piernas por la noche, pero aun así trato de dormir”. Son las palabras de Hazrat Bilal, un niño no acompañado de 14 años que huyó de Afganistán después del asesinato de su padre. Vive desde hace cuatro meses en un almacén abandonado detrás de la estación principal de trenes de Belgrado (Serbia). Su testimonio, recopilado por la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), podría ser el de cualquiera de los más de 1.000 refugiados y migrantes que continúan acampados en estos “insalubres” almacenes.

“Los residentes allí evitan el frío penetrante quemando las traviesas de ferrocarril desechadas durante todo el día, lo que genera continuas nubes de humo tóxico”, asegura Acnur. La Agencia denuncia que varias personas “están sufriendo los efectos de la inhalación del humo y ha habido varios casos de congelación”.

“Sé que el humo es malo para mí”, afirma Hazrat mientras se calienta con una traviesa de tren en llamas, según relata Acnur. Hazrat quiere seguir intentando cruzar las fronteras de Hungría o Croacia: “Tengo que tratar de cruzar la frontera de nuevo, algún día tendrá que funcionar”. “La mayoría dice que ya han intentado y fallado innumerables veces, a veces han sido golpeados y empujados de vuelta a Serbia”, apunta la Agencia.

Todor Gardos, investigador de Amnistía Internacional para los Balcanes, cuenta la situación de Ahmed, de 11 años, procedente también de Afganistán y alojado en el almacén abandonado. “La temperatura en el exterior es de diez grados bajo cero. Dentro no es mucho más alta. Los niños avivan el fuego con plásticos y toda clase de residuos que encuentran. El humo acre resultante produce picor de ojos y de garganta”, describe en un artículo en International Business Times.

Acnur señala que las personas que no desean solicitar asilo en Serbia y quieren continuar con su viaje permanecen en los almacenes abandonados a pesar de los riesgos de intoxicación y de congelación. La Agencia de la ONU explica que trabaja para darles a conocer “su derecho ser alojados en albergues gubernamentales”.

“Cuando se hace evidente que no son bienvenidos en Serbia, muchos refugiados intentan marcharse a otra parte”, critica el investigador de Amnistía Internacional. En los campos oficiales “no hay espacio suficiente”, según Gardos, que recuerda el testimonio de un niño que fue rechazado “repetidamente” en varios centros: “Me dijeron que no había sitio. Lo intenté en Belgrado, en Šid, en Adaševci. Luego fui a la comisaría de policía, pero tampoco podían ayudarme”.

Traslados a albergues de emergencia

Amnistía explica que, tras las críticas recibidas, el Gobierno serbio ha reabierto hace una semana el centro de acogida temporal en la localidad de Obrenovac. Cerca de 390 personas han buscado alojamiento en este albergue de emergencia.

Acnur recoge el caso de Jibral Kochel, de 13 años, que será trasladado a Obrenovac: “No es bueno estar aquí y estoy completamente solo. El albergue será muy bueno. Aquí hay demasiados problemas, todos estamos enfermando”. “Tal vez más tarde tratemos de cruzar la frontera”, señala Kamran, un afgano de 14 años que también saldrá junto a su hermano del almacén. “Pero no con este frío, es demasiado peligroso. Es hora de descansar”.

Más de 7.500 personas viven en “campos hacinados y asentamientos improvisados” en el país balcánico, según datos ofrecidos por Médicos Sin Fronteras a mediados de enero. De acuerdo con esta organización, Serbia ha acordado albergar a 6.000 personas, de las cuales “solo 3.140 viven en instalaciones adaptadas” para el invierno.

“Se autorizó más ayuda del Acnur y de otras organizaciones, pero no es suficiente”, precisa Gardor. “En Belgrado y en todo el continente, niños como Ahmed han sido literalmente abandonados en medio del frío”, sentencia.