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Menos de cinco litros de agua al día por persona: Israel ha reducido el suministro a Gaza en un 94% durante la guerra

Unos gazatíes llenan sus garrafas de agua en un punto de distribución en el sur de la Franja, el 4 de junio de 2024.

Francesca Cicardi

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Desde que Israel dio comienzo a su brutal ofensiva y bloqueo sobre la Franja de Gaza, el pasado 7 de octubre, los más de dos millones de habitantes del enclave palestino han visto como el agua, los alimentos y otros suministros básicos se han reducido, hasta casi desaparecer. En el caso del agua, llega a Gaza un 94% menos que antes de la guerra, esto es, 4,74 litros por persona al día, lo que equivale a menos de la tercera parte de la cantidad mínima recomendada en situaciones de emergencia, tal y como denuncia la organización Oxfam Intermón en un informe publicado este jueves.

La ONG ha documentado la destrucción de la infraestructuras en Gaza en estos nueve meses, en los que los ataques israelíes han dañado o destruido cinco instalaciones de agua y saneamiento cada tres días. Además, Israel ha destruido el 70% de las bombas de aguas residuales y todas las plantas de tratamiento, así como todas las plantas desalinizadores y el 88% de los pozos, según los datos de Oxfam Intermón.

Además de la destrucción de la infraestructura de agua y electricidad, el Ejército israelí también restringe la entrada de piezas de repuesto y combustible (necesarios para operar las plantas y bombas de agua), lo que ha hecho que la producción de agua baje un 84%. Al mismo tiempo, ha disminuido un 78% el suministro externo, por parte de la compañía nacional de aguas de Israel, Mekorot (que suministraba el 12% del agua de Gaza antes del conflicto). El Gobierno de Tel Aviv ha cumplido de esta forma la promesa que hizo pocos días después de lanzar su ofensiva contra Gaza: “No se encenderá ningún interruptor eléctrico, no se abrirá ninguna tubería de agua y no entrará ningún camión de combustible” al enclave palestino.

“Estamos luchando contra animales humanos y actuamos en consecuencia”, declaró en aquel momento el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, para justificar el corte del suministro de agua y luz, y el bloqueo de los suministros básicos. Esas palabras pueden ser una evidencia de que el Gobierno de Israel está usando la privación del agua como un arma de guerra, según Oxfam Intermón. Además, en su informe ha recogido la opinión de expertos que consideran que los ataques sistemáticos contra las infraestructuras indican que existen unos “esfuerzos coordinados para paralizar el suministro de agua de Gaza”.

“Ya hemos visto a Israel aplicar castigos colectivos y utilizar el hambre como arma de guerra”, lamenta Lama Abdul Samad, especialista en Agua y Saneamiento de Oxfam Intermón. “Ahora vemos cómo hace lo mismo con el agua, y ya se están produciendo consecuencias mortales. Pero la restricción deliberada del acceso al agua no es una táctica nueva. El Gobierno de Israel lleva muchos años privando a la población palestina de Cisjordania y de Gaza de agua potable y en cantidades suficientes”, agrega en un comunicado.

Por su parte, Meraa, una integrante del equipo de la organización en Gaza, cuenta que lleva meses “sin ver el agua salir del grifo”. “La gente tiene que caminar mínimo 300 metros para llenar una o dos garrafas de agua y se forman largas colas por la limitada cantidad disponible”, explica. Familias enteras, incluidos niños y ancianos tienen que esperar horas bajos el sol y repetir este proceso varias veces al día. Meraa relata que desde mayo no han entrado a Gaza productos de higiene corporal, como jabón o champú, y ha decidido cortarse el pelo, porque no podía mantenerlo limpio. La mujer admite ser una “privilegiada” porque puede acceder de forma más fácil al agua que la mayoría de gazatíes, a los que “se les niega su derecho básico”, denuncia.

Impacto en la salud y en el futuro

En su informe, Oxfam Intermón destaca que la falta extrema de agua limpia y saneamiento está teniendo un gran impacto en la salud de los gazatíes: más de una cuarta parte (el 26%) de la población del enclave ha caído gravemente enferma como consecuencia de enfermedades fácilmente prevenibles.

Las enfermedades relacionadas con la falta de agua y saneamiento se han disparado en Gaza, con 727.909 casos registrados hasta finales de mayo, de los cuales, 485.300 de diarrea aguda (y de estos últimos, 112.880 en niños de menos de cinco años). En estas circunstancias, Oxfam Intermón alerta de que existe un riesgo “sustancial” de un brote de cólera en Gaza, incluso en el hipotético caso de que la violencia cese. Cuando se declare un alto el fuego, seguirá siendo “probable” que miles de personas mueran por enfermedades relacionadas con el agua y el saneamiento, porque la reconstrucción de la infraestructura y la mejora del sistema sanitario “no serán suficientemente rápidas para salvar vidas palestinas”.

Aparte del tiempo necesario para reconstruir la infraestructura y restablecer los servicios de saneamiento y agua, el informe ha recogido las estimaciones que hizo el Banco Mundial en enero de este año, según las cuales serían necesarios 503 millones de dólares para su rehabilitación. También hay que tener en cuenta el coste medioambiental por la contaminación de las fuentes de agua en Gaza, que antes del conflicto se abastecía en gran parte de reservas subterráneas y manantiales, además del agua del mar desalinizada.

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